El café Tortoni de Buenos Aires

El café Tortoni

Debemos aceptar (no sin dolor y tristeza), que es admirable que un espacio de esta superficie en el centro de Buenos Aires, sea respetado.

Motivos sobran, y no son menores su enorme valor histórico y cultural luego de un poco más de siglo y medio.

Sobre todo en una ciudad que no se caracteriza por respetar y conservar los referentes representativos de nuestro pasado inmediato (del anterior ya no hablemos).

El “Tortoni”, por haber sido conservado esta atravesando un excelente momento de fama y popularidad.

Guillermo, mi hermano, editó en 2010 junto a la Universidad de Palermo, el libro del Arq. Mario Roberto Álvarez (1913 – 2011) “Cuadernos de Viajes”.

El libro es el Tomo I, luego, el fallecimiento del arquitecto, suspendió lo que sin duda sería un excelente Tomo II.

Durante la preparación del mismo Guillermo tuvo ocasión de hablar varias veces con Mario Roberto, y me contó que comentando un proyecto banal e intrascendente cercano a su estudio el prestigioso arquitecto le dijo:

-“Que lastima, han perdido la oportunidad de hacer una buena obra de arquitectura”.

Alguna vez leí, que no se debía tirar una obra de arquitectura, si no se hacía al menos algo igual o mejor.

A la arquitectura, como a las amistades y los buenos vinos, es el tiempo el que los mejora, y pueden deleitarnos si sabemos apreciar su esencia.

Cuando visité la Johnson Wax de Frank Lloyd Wright (1867 – 1959) en Racine, y vi los escritorios de trabajo en esa selva de finas columnas bañadas de luz, tenían funcionando, incorporadas  pantallas de ordenador, con teclados y equipos modernos.

Los escritorios eran iguales a cuando fueron diseñados en 1939, su buen diseño, permitió su adecuación a nuevos tiempos.

El “Tortoni” se ha sabido adaptar a los nuevos tiempos, a los turistas, a los habitués y muestra como el edificio de Wright, lo que un buen diseño permite.

El Tortoni, el espíritu de Avenida de Mayo, un puerto de afectos

El café “Tortoni” es el café más antiguo de la Argentina.

Monsieur Jean Touan lo funda en 1858 en la calle Defensa al 200, luego lo traslada a la calle Esmeralda y Rivadavia frente a la Asistencia Pública, donde estuvo 20 años.

Luego a la calle Rivadavia 832, y más tarde a Rivadavia 826.

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Retrato de Curutchet y su esposa
Ana Artcanthurry

En 1862, Celestino Curutchet (1828 – ?  ) de origen vasco-francésse casa con Ana Artcanthurry en Burdeos.

La madre de Ana, su suegra, estaba viviendo en Buenos Aires con su esposo Jean Touan y los entusiasman con sus relatos de Buenos Aires.

La joven pareja se deja seducir por ese Buenos Aires encantador y deciden emigrar a Buenos Aires en 1870.

En 1879 Celestino Curutchet, que vive en los altos del café, compra y se hace cargo del café “Tortoni”.

Cuando el intendente Torcuato de Alvear (1822 – 1890) concibe el proyecto de construcción de un gran boulevard al estilo de los creados por el Barón Haussmann (Georges-Eugène Haussmann 1809 – 1891) en el Paris del XIX, comienzan una serie de importantes intervenciones en Buenos Aires (1), se la llamó Avenida de Mayo inaugurada en 1888

Grabado de Paul Renouard, Cafe tortoni 1889

Luego de la construcción de la Avenida de Mayo, el café “Tortoni” decide construir una nueva entrada sobre ella y en 1893, abre sus puertas en el número 825, es el barrio de Montserrat (2).

Celestino Curutchet le encarga la realización de una nueva fachada al arquitecto Alejandro Christophersen (1866 – 1946).

Recién construida la Avenida de Mayo, se autorizan a colocar mesas y sillas en las veredas. El 20 de octubre de 1849, fue el café “Tortoni” el primero en colocarlas del lado del cordón (bordillo), dejando un espacio entre las mesas y la línea municipal.

El edificio donde está el Tortoni fue realizado para la familia Unzué como residencia familiar sobre una planta baja de comercios.

El Café “Tortoni”, es por definición “el Café de Buenos Aires”. (3)

Su nombre procede del que a fines del XIX era el Café emblemático de Paris.

La aristocracia porteña soñaba con Paris, importaba su estilo, importaba sus productos deseando moldear Buenos Aires a la manera parisina, recreando el espíritu del “Tortoni” francés, meca de famosos, intelectuales y artistas.

Grand Café Tortoni de Paris

Eugene von Guérard. Café Tortoni 1856

Acuarela. Museo Carnavalet – Paris

La popularidad del café alcanzó su punto máximo a mediados de siglo.

Honoré de Balzac​ (1799 – 1850), Stendhal (Henri Beyle 1783 – 1842), René Albert Guy de Maupassant (1850 – 1893) y más tarde Marcel Proust (1871 – 1922) se encuentran entre los escritores que dan testimonio del esplendor del café.

Lugar de encuentro para dandies, intelectuales entre otros habitues.

A los financieros de la capital también les gustaba pasar el rato en el “Tortoni” por la mañana, porque el café estaba ubicado cerca de la Bolsa de Valores.

El estilo del café italiano encarnado en París por “Tortoni” viene del “Florian” de Venecia, el “Gambrinus” en Nápoles, el “Greco” en Roma.

En esos cafés los amanes de la literatura apreciaban redescubrir el espíritu creativo del siglo XIX.

Eugene von Guérard. Café Tortoni 1856

Gaëtan Baldisserd Velloni, fue un veneciano que ofrecía un nuevo tipo de café con el cual extasiaba a la élite parisina, además de aliviar el frío invierno con un chocolate caliente que en esa época era un producto de lujo muy sofisticado, y para compensar, en verano un rico helado italiano.

Lo llamó café “Le Napolitan”, ubicado en la esquina de Boulevard des Italiens y Taitbout, en una París aristocrática y señorial. Todo fue muy duro para él cuando el negocio no funcionó y terminó quitándose la vida.

Su primo Giusseppe Tortoni tomó su lugar, dejó la venta ambulante y se dedicó a difundir los “peziduri”, unas tortas napolitanas de helado moldeado, leche merengada y “cassata”.

En 1798, se instaló en el 22 de la rue Taibout, y lo llamó “Grand Café Tortoni”, de su Musset dan fe los innumerables escritos de quienes lo apreciaban.

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Édouard Manet (1832 – 1883) y Charles Pierre Baudelaire (1821 – 1867) almorzaban en el “Tortoni “, se retrató con galera escribiendo en una de sus mesas.

Lugar de encuentro de políticos, intelectuales, becarios, “dandies” es decir hombres elegantes y refinados, mujeres del mundo y en ocasiones “cocottes” (mujeres que viven de servicios sexuales pagados, toleradas por las autoridades) o “demi-mondaines” (palabra que proviene del Demi-monde, una comedia que Alejandro Dumas Jr. (1824 – 1895) publicara en 1855 “El semimundo es un mundo nebuloso que devuelve una imagen distorsionada del «gran mundo».

La fama del café se acrecentó con las citas de novelistas y viajeros, y la fama de clientes habituales que lo alababan. (4)

¿En que se transformó el Grand café Tortoni?

Cuando cerró sus puertas definitivamente en 1893 parecía el fin.

Más de un siglo después, en el otoño de 2017, dicen que el café “Tortoni” finalmente renació.

Actualmente está en el 45 de la rue de Saintonge, Paris 3.

Abre de martes a sábado de 9 a 19 hs y domingos de 11 a 18 hs.(+331 42 72 28 92).

Ramdane Touhami (1974) y Victoire de Taillac, perfumistas parisinas, han tomado decisiones importantes, como la de hacer una versión doble del “viejo” café.

En la entrada hay un dispensario retro que recuerda a la perfumería florentina Santa Maria Novella, presentando los cosméticos “Buly”.

La cafetería está después de este primer mostrador. 

El telón de fondo es de mármol, carpintería y grandes ramos de flores secas.

Poco y nada del antiguo “Grand Café Tortoni”.

La Peña Literaria

Café contado

En el café funcionó “La Peña”, inaugurada el 25 de Mayo de 1926, fomentó la protección de las artes y las letras hasta su desaparición en 1943.

La idea fue de Quinquela Martín (Benito Juan Martín 1890 – 1977), mientras realizaba un viaje por Francia y tomaba un café en el “Tortoni” de Paris decide ponerla en práctica en Buenos Aires, para que amigos y colegas que disfrutaban de la buena conversación, se pudiesen reunir en un espacio adecuado.

Esta Peña había nacido en el café “La Cosechera” de Perú y Avenida de Mayo, más tarde se trasladó a las mesas del “Tortoni”.

Como con el tiempo el lugar quedó chico, Curutchet ofreció la bodega de vinos para que pudieran estar más cómodos y trasladó la vinería a otro lugar.

Así la sede de “La Peña”, llamada “Agrupación Gente de Artes y Letras”, realizó tareas de difusión cultural mediante conciertos, recitales, conferencias, y debates, se sentaron grandes personalidades, deportistas, intelectuales y artistas argentinos y de todo el mundo.

Cuando cerró, lo recaudado por la venta de los muebles (entre ellos un piano Steinway en el que tocaron Arthur Rubinstein (1887 – 1982), Alejandro Brailowsky (1896 – 1976), Lía Cimaglia Espinosa (1906 – 1998)y Héctor Panizza(1875 – 1967) se compró el granito con el que Luis Perlotti (1890 – 1969) realizó el monumento a Alfonsina Storni en Mar del Plata, además de amueblar el recreo en el Tigre donde muriera Leopoldo Lugones (1874 – 1938)y erigir un monumento a la memoria de Fernando Fader (1882 – 1935) en Mendoza.

Horacio Ferrer, escritor uruguayo, poeta e historiador del tango (Horacio Arturo Ferrer Ezcurra 1933 – 2014) que comandó la Academia del Tango que funcionaba en el primer piso, lo describe sabiamente:

“Para el gran Tortoni, puerto de afectos, pandora de historias, dulce de amores en secreto, arco iris de las artes, mágico de porteñísimo, cabal y misterioso de reflexiones, atorado de ensueños, loco, loco de presagios y nostalgias, refugio, nido, eco, tiento y clavija donde el alma mejor afina sentires y pesares”.

El tango “Viejo Tortoni”

Se me hace que el palco llovizna recuerdos,
que allá en la avenida se asoman, tal vez,
bohemios de antaño y que están volviendo
aquellos baluartes del viejo café.

Tortoni de ahora te habita aquel tiempo.
Historia que vive en tu muda pared.
Y un eco cercano de voces que fueron,
se acoda en las mesas, cordial habitué…

Letra de Héctor Negro (1934 – 2015), música de Eladia Blázquez (1931 – 2005) ​ en versión de Susana Rinaldi (1935)

Los protagonistas de la Peña del Café Tortoni (5)

Cuentan que Quinquela Martín organizaba cenas en las que se vestía de marinero, luego de comer tallarines de colores se entregaba en la sobremesa un tornillo a algún artista invitado.

Se leyó poesía, se estudió el tango en presencia de reconocidos artistas locales y regionales, como la poetisa y escritora Alfonsina Storni (1892 – 1938), el poeta y médico rural Baldomero Fernández Moreno (aprovecho para enviarle un saludo a la también galardonada nieta Inés), al pianista Arthur Rubinstein (1887 – 1982) nacido en Polonia en Lodz, cuya mención me recuerdan la ciudad donde se crió Luis mi padre, Ricardo Viñes, Carlos Gardel, Roberto Arlt, José Ortega y Gasset, Jorge Luis Borges, Florencio Molina Campos, Lisandro de la Torre, Ernesto Palacio, Marcelo Torcuato de Alvear, Eladia Blázquez, Conrado Nalé Roxlo, Antonio Bermúdez Franco, Juan de Dios Filiberto, Carlos Marchal, Juana de Ibarbourou,

Su fama atraía a conocidas figuras, que deseaban descubrirlo por lo que se los solía ver con cierta frecuencia como: Juan Manuel Fangio, Osvaldo Pedro Pugliese, Julio de Caro, Tita Merello, Miguel de Molina, Federico García Lorca,

Tuvo visitantes ocasionales Albert Einstein, Hillary Clinton, Juan Carlos de Borbón, entre otros.

 La Peña de El Escarabajo de Oro (6)

Entre 1962 y 1974, en la parte de atrás del “Tortoni” (actual sala Eladia Blázquez), se reunía cada viernes un grupo de jóvenes escritores en torno a figuras algo mayores como Abelardo Castillo y Humberto “Cacho” Constantini.

Los integrantes más constantes de esa Peña fueron los narradores, como Liliana Heker, Isidoro Blastein, Ricardo Emilio Piglia Renzi, Arnaldo Liberman, Julio de Caro, Miguel Ángel Briante, Vicente Battista, Jorge Di Paola, Ramón Plaza, Horacio Salas.

En esas reuniones en el “Tortoni” se concretaron tres revistas emblemáticas “El grillo de papel”, “El escarabajo de oro” y “El ornitorrinco” que fueron decisivas en la dinámica literaria e intelectual argentina de aquellos años.

Refundación del Tortoni (7)

Roberto Fanego, formó parte del grupo de 20 hombres que trabajaban en el Café, pusieron el dinero para comprarlo formando parte de la sociedad con un 5 % cada uno.

Su historia quedó registrada en las revisas tituladas “los Cuadernos del Café Tortoni”.

“Las luces misteriosas del Tortoni prosiguen alargando los fantasmas bohemios que inventaron ‘un tiempo’ en Buenos Aires”, escribió Cátulo Castillo (Ovidio Cátulo González Castillo,  1906 – 1975) en una visita al café en 1973.

La mesa de Gardel

Carlos Gardel (c.1883 – 1935) cantó dos veces en el café, en una de ellas le ha dedicado un tango al autor italiano Luigi Pirandelo luego que éste diera una conferencia en La Bodega.

Durante un tiempo fue habitué del lugar.

Solía ocupar –según testimonio de Enrique Cadícamo (1900 – 1999) – la mesa del costado derecho junto a la ventana entrando por la avenida Rivadavia, donde podía reunirse con amigos sin ser abordado por sus admiradores. ​

 El Tortoni hoy

Actualmente el propietario del café es el Touring Club Argentino.

La sala «La Bodega», en el subsuelo, es escenario de diferentes artistas de tango y jazz, desde 1978 toca todos los sábados la “Fénix Jazz Band”.

El grupo recibió en 1995 el Premio Konex de Platino como mejor banda de Jazz de la década en la Argentina. En “La Bodega” se realizan presentaciones de libros y concursos de poesía. Tiene además una biblioteca y al fondo, mesas de billar y salones para jugar al dominó y a los dados.

El café conserva la decoración de sus primeros años y la salida por la calle Rivadavia.

El programa de radio “La venganza será terrible”, conducido por el escritor, músico y actor  Alejandro Dolina (1944) se transmitió en vivo desde la bodega del Café “Tortoni” con presencia de público, hasta que por razones de seguridad se ha trasladado al Hotel Bauen.

Antecedentes el Café Izmir (8)

Leopoldo Marechal hace aún más conocido al Café Izmir, al publicarse en 1948 su novela “Adán Buenosayres”, aunque ya era famoso en los años ´30, armó su historia personal alrededor y con “El Tortoni” y el “Izmir”

Fue Jaim Danón, quien lo bautizara “Izmir”, en recuerdo de su ciudad natal. Fue a finales de 1932 en las habitaciones de un inquilinato de la calle Gurruchaga 432/36 barrio de Villa Crespo

Lo continuará Rafael Alboger durante el siguiente cuarto de siglo, quien trabajara de lustrabotas en el Café “Tortoni”, en Avenida de Mayo al 800, luego mozo y más tarde maître, al final de los años ´20 y primeros años del ´30, es decir espectador privilegiado de las manifestaciones culturales de la época.

En el barrio convivían representantes de las tres religiones monoteístas, por lo que algunas disquisiciones teológicas eran frecuentes en el “lzmir”, como las del judío Abraham, el musulmán Abdalla y el cristiano Jabil que defendían sus diferencias sobre el Mesías.

«…el café “lzmir” en su momento era tradición, era una reliquia de Buenos Aires, de Villa Crespo. Ahí se sentaba gente grande de nuestra colectividad, iban camino al templo…a tomar un café, también la colectividad armenia, la griega, la musulmana…no había odios…en paz…en aquel tiempo eran todos respetados y amables”.

El “Izmir” ofrecía un ámbito para la magia, el ensueño y la sensualidad a un público casi exclusivamente machista que lo frecuentaban para acortar la distancia entre la Reina del Plata y sus lejanos pueblos de mar.

Entonces se casaban, la ceremonia religiosa, con ritual sefaradí, se iniciaba generalmente a la vuelta, en el Gran Templo de Camargo 875 y algunos mozos del “lzmir” se convertían en «mozos de boda». Y cuando al templo le faltaban hombres para llegar al número mínimo necesario para los rezos (minyám) al primer lugar al que acudían era al café.

Con los cambios sociales y políticos llegaron al “lzmir” las elementales discusiones entre peronistas y antiperonistas; asimismo, los dirigentes de fútbol de Atlanta y Chacarita (clubes de la zona), llevaron al café algunas de sus agitadas reuniones, sobre todo en los prolegómenos de las elecciones politicas.

Cerró definitivamente sus persianas el 9 de octubre de 2000. El “lzmir” figura entre los 39 cafés citados en el libro “Los cafés de Buenos Aires, publicado por la Comisión de Protección y Promoción de los Cafés, Bares y Billares y Confiterías Notables de la Ciudad de Buenos Aires” y entre los 21 citados como emblemas porteños en “La Guía Total de Buenos Aires” de diciembre 2000

Grupo Martin Fierro o Grupo de Florida y el Grupo Boedo (9)

Ernesto Palacio y Roberto Mariani, deciden, con fines publicitarios, iniciar un “movimiento literario”.

Políticamente hablando uno tomó rumbo a la derecha y el otro derivó a la izquierda. 

Ernesto Palacio argumentaba que en Francia había grupos literarios y entonces, para no ser menos, en Buenos Aires había que hacer lo mismo y que podía servir como publicidad el hecho de que hubiera dos grupos enemigos.

El calificativo de “Florida” correspondió al centro de la ciudad, y el de “Boedo”, al suburbio

El Grupo de Florida estaba cercano a la redacción de la revista literaria Martín Fierro que estaba en Florida y Tucumán, y acostumbraban reunirse en la confitería “La Richmond” ubicado sobre Florida entre Lavalle y Corrientes, y realizar exposiciones en el café “Tortoni”.

El Grupo de Florida (o también Grupo Martín Fierro) fue unagrupamiento informal de artistas de vanguardia de la Argentina.

Coincidían Ricardo Güiraldes, Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Pablo Rojas Paz, Pelegrina Pastorino, Norah Lange, Conrado Nalé Roxlo, Raquel Forner, Francisco Luis Bernárdez, Norah Borges, Córdova Iturburu, Macedonio Fernández 

El grupo Boedo (10)

Pertenecía al suburbio, recibieron ese nombre porque uno de sus puntos de confluencia era la Editorial Claridad (11) ubicada en calle Boedo 837, y el café “El Japonés” (12) en Boedo 873. La zona era por entonces eje de uno de los barrios obreros de Buenos Aires.

El grupo se caracterizó por su temática social, sus ideas de izquierda y su deseo de vincularse con los sectores populares y en especial con el movimiento obrero.

El escritor Roberto Arlt, en una entrevista, hablaba sobre el Grupo de Boedo, que  «De las nuevas tendencias que están agrupadas bajo el nombre de Florida, me interesan estos escritores: Amado Villar, que creo encierra un poeta exquisito, Bernárdez, Mallea, Mastronardi, Olivari y Alberto Pinetta. «

Sus participantes fueron:

Leónidas Barletta, César Tiempo (Clara Beter), Elías Castelnuovo, Aristóbulo Echegaray, Raúl González Tuñón, Roberto Mariani, Nicolás Olivari, Alberto Pinetta, Gerardo Pisarello, Abel Rodríguez, Gustavo Riccio, Lorenzo Stanchina, César Tiempo, Enrique Amorim, Arístides Gandolfi Herrero, Juan Carlos Mauri, Roberto Arlt, José Arato, Adolfo Bellocq, Guillermo Facio Hebequer, Abraham Regino Vigo, Cátulo Castillo, Homero Manzi, Álvaro Yunque, Juan de Dios Filiberto, Juan Francisco Giacobbe, José González Castillo, Pedro Láurenz, Pedro Mario Maffia, Sebastián Piana.

Además, el café fue conocido por ser asiduamente visitado por los jugadores, hinchas y directivos del club Huracán cuya cancha se encontraba muy próxima.

Que es hoy el Tortoni?

En el diccionario “Tortoni” es un helado a menudo aromatizado con Jerez.

En la actualidad sigue siendo un lugar de difusión cultural y turístico por excelencia, donde se puede pedir habitualmente Chocolate con Churros. 1 riquísima taza de chocolate caliente + 3 exquisitos y crocantes churros rellenos de dulce de leche y/o bañados en chocolate, o una Picada de jamón, queso, salame, cantimpalo, aceituna y mortadela.

El Caffè Florian de Venecia

Notas

1

Entre 1882 y 1885, el conjunto de edificios que reemplazaron al viejo Fuerte de Buenos Aires se convirtieron en la Casa de Gobierno cuando los unió el arco Monumental.

Hacia fines de siglo comenzó la construcción del Congreso de la Nación de 1896/1906 del artq. Vittorio Meano (1860 – 1904) que fue también una parte de la también nueva Avenida de Mayo, produciendo el principal corredor cívico y eje de desarrollo este-oeste de Buenos Aires.

Dos años antes se había terminado el Palacio de Tribunales de 1905/1942 arq. Norbert Maillart (1856 – 1928) y dos años después el Teatro Colón de 1888/1908 diseñado por los Arq. Francesco Tamburini (1846 – 1890),Vittorio Meano (1860 – 1904), Julio Dormal (1846 – 1924).

También se realizaron obras en los alrededores de la Plaza Lavalle; el Palacio de Correos 1906/1910 por el Arq. Norbert Maillart (1856 – 1928); el edificio de Aguas Corrientes de 1887/1894 diseñado por el Arq. Olaf Boye (1864 – 1993) y el Ing. Carlos Nyström. Así como las escuelas Petronila Rodríguez.

2

www.arcondebuenosaires.com.ar

3

https://cafecontado.com/

De Carlos Cantini y Diego Ruiz (museólogo y cronista callejero) mandinga.ruiz@gmail.com

Publicado en el periódico Desde Boedo, Año XII, Nº 131, junio de 2013

Nos cuenta:

Otros cafés de la época, como elCafé de Monserrat en la calle Buen Orden 152 (actual Bernardo de Irigoyen 292), que perduró hasta fin de siglo.

Café De las Cuatro Naciones de Perú y Alsina, fundado en 1836 por José Badaracco y que desapareció al demolerse el antiguo Mercado del Centro que abarcaba la manzana de Alsina, Perú, Moreno y Chacabuco.

Confitería del Águila, fundada por el Vicente Costa en 1852 en Florida 102 (actual 178–180) esquina Perón.

Le sucede Jerónimo Canale, quien construyó un edificio de lujo para recepciones y luego sus hermanos Ángel, Agustín y Santiago, quien a principios del siglo XX muda la confitería a Callao y Santa Fe.

Confitería del Gas, de 1857 en Suipacha y Rivadavia. Su nombre seguramente proviene de los faroles de Gas que reemplazaban a los de aceite eran un orgullo porteño. Un lugar selecto que rivalizaba con la confitería Del Molino a la hora del té con masas suizas.

El Bar La Helvética, fundado en 1860 en Corrientes 502, por Poirier y Morini. Su cercanía del diario La Nación, lo convirtió en sucursal de la redacción.

Concurría además del General Mitre, Rubén Darío, durante su estadía en Buenos Aires desde 1893 a 1898, concurría la vida literaria e intelectual del Buenos Aires de fin de siglo, Roberto J. Payró, Emilio Becher, Bartolito Mitre, José de Maturana, Joaquín de Vedia, Charles de Soussens, José Ingenieros entre tantos otros.

Otro de los establecimientos preferidos por la sociedad porteña de fines del siglo XIX fue el café y restaurante La Sonámbula, en la esquina sureste de Hipólito Yrigoyen y Defensa. Allí había construido la compañía de seguros La Previsora un edificio para sus oficinas al que, por razones económicas, destinó en parte para el Hotel de Londres.

El edificio, diseñado por el arquitecto Pedro Coni en estilo academicista, tenía una importante cúpula en símil piedra que coronaba un grupo alegórico, creación del escultor italiano Luis Trinchero (1862 – 1944) y los coloridos toldos de los niveles bajos le conferían una atractiva vista a la esquina. No se sabe de qué nacionalidad era el dueño o los dueños, pero todo le hace suponer un origen itálico porque si bien el hotel era “de Londres”, el curioso nombre de La sonámbula sólo lo remite a la famosa ópera de Vincenzo Bellini… y no nos olvidemos que Plaza de Mayo por medio se encontraba todavía el viejo Teatro de Colón.

Al hotel y a la confitería se los llevó puestos el “progreso” en la década de 1940, cuando el estado nacional expropió o adquirió todos los lotes de la manzana –salvo el del antiguo Congreso Nacional de Yrigoyen y Balcarce– para construir el Banco Hipotecario. Quedó como recuerdo un tango de Pascual Cardarópoli, titulado precisamente La sonámbula, que Pacho Maglio grabó en el sello Columbia allá por 1912 o 1913, en solo de bandoneón. Pero la relación del naciente tango con los cafés de Buenos Aires… será otro callejeo.

 

Muy interesante el trabajo del arq. Alberto Petrina (hola Alberto) “Patrimonio Arquitectónico Argentino, Tomo II, Parte 1 (1880-1920)  

4

De la rue Taitbut se trasladó al 45 de la rue Saintonge, 75003, en el otoño europeo del año 2017.

El “Grand Café Tortoni”, es una reconstrucción llena de recuerdos y de elegancia, de la pátina que la vistieron con su presencia tantos artistas y autores, donde atienden de martes a domingo de 9,30 a 19 hs, metro République (líneas 3, 5, 8, 9,11).

5

El pianista español Ricardo Viñes (1875 – 1943) amigo de Maurice RavelClaude Debussy y Manuel de Falla y profesor entre otros de Enrique Granados.

El cantante, compositor y actor Carlos Gardel (c.1883 – 1935.

El novelista, cuentista, dramaturgo, periodista e inventor Roberto Arlt (1900 – 1942).

Leopoldo Marechal, autor de Adán Buenosayres frecuentaría, como parte de la generación martinfierrista, «La Peña del Tortoni», y luego también el café de la calle Gurruchaga, que lo inspiraría para la narración de algunas de las bellas páginas de su primera novela.

El filósofo y ensayista español situado en el movimiento del “novecentismo” José Ortega y Gasset (1883 – 1955).

El escritor, poeta y ensayista Jorge Luis Borges (Jorge Francisco Isidoro Luis Borges (1899 – 1986).

El dibujante y pintor Florencio Molina Campos (1891 – 1959) conocido por sus dibujos costumbristas.

El abogado, escritor y dirigente político Lisandro de la Torre (1868 – 1938).

El escritor, abogado, periodista y docente Ernesto Palacio (1900 – 1979).

El presidente de la Nación Argentina y abogado Máximo Marcelo Torcuato de Alvear Pacheco (1868 – 1942).

El pianista, director y compositor de tangos Osvaldo Pedro Pugliese (1905 – 1995).

El 5 veces campeón de automovilismo Juan Manuel Fangio (1911 – 1995).

El físico Albert Einstein (1879 – 1955).

El violinista, director de orquesta y compositor de tango Julio de Caro (1899 – 1980).

La cantante de tango y milonga y actriz Tita Merello (Laura Ana Merello 1904 – 2002).

El cantante de copla español Miguel de Molina (Miguel Frías de Molina 1908 – 1993).

La política diplomática, escritora y conferencista Hillary Clinton (Hillary Diane Rodham Clinton 1947).

La cantante y compositora Eladia Blázquez (1931 – 2005).

El poeta, dramaturgo y prosista español Federico García Lorca (1898 – 1936).

El rey de España Juan Carlos de Borbón (1938).

El poeta, escritor, periodista, dramaturgo y humorista Conrado Nalé Roxlo.

El caricaturista, artista plástico e ilustrador Antonio Bermúdez Franco.

El compositor y músico Juan de Dios Filiberto (1885 – 1964), el autor de “Setenta balcones y ninguna flor”.

La poetisa uruguaya Juana de Ibarbourou (Fernández Morales 1892 – 1979).

6

El escritor Abelardo Castillo (1935 – 2017).

El escritor Humberto Cacho Costantini (1924 – 1987).

La novelista y ensayista Liliana Heker (1943).

El escritor Isidoro Blastein (1933 – 2004).

El escritor, crítico literario y guionista Emilio Piglia Renzi (1941 – 2017).

El psicoanalista y escritor Arnaldo Liberman (1933) a quien tuve el privilegio de conocer y participar en su casa en los encuentros que realizaban en Madrid junto a otras personas muy valiosas desde el punto de vista intelectual y humano, entre las que se encontraba mi querido Dr. Hugo Bleichman (   – 2020).

El violinista, director de orquesta y compositor de tango Julio de Caro, (1899 – 1980),

El escritor, periodista y guionista Miguel Ángel Briante (1944 – 1995).

El escritor y guionista Vicente Battista (1940).

El poeta, ensayista e historiador Horacio Salas (1938 – 2020).

7

Martín Auzmendi, cronista y poeta, autor de “Cócteles en el camino”, crónica íntima de un viaje por ciudades, bares y barras.

Datos tomados de su artículo “Paris en Avenida de Mayo “La historia del Café Tortoni y de una Buenos Aires que ya no existe”. 27 de Abril de 2015

8

Carlos Szwarcer. Publicado en: «Todo es Historia». Nº 422. Setiembre de 2002.

9

El novelista y poeta Ricardo Güiraldes (1886 – 1927).

El poeta Oliverio Girondo (Octavio José Oliverio Girondo 1891 – 1967).

El ensayista, poeta, cronista y escritor Pablo Rojas Paz (1896 – 1956).

La reportera, editora de moda, traductora y educadora italiana Pelegrina Pastorino “Pele” (1902 – 1988).

El poeta, dramaturgo, novelista y ensayista autor de Adán Buenosayres Leopoldo Marechal (1900 – 1970).

El docente, abogado, periodista y escritor Ernesto Palacio (1900 -1970).

El poeta, escritor, periodista, guionista, libretista, dramaturgo y humorista Conrado Nalé Roxlo  (1909 – 1971).

La pintora, escultora y profesora de dibujo Raquel Forner (1902 – 1988).

El poeta y diplomático Francisco Luis Bernárdez (1900 – 1978).

La poeta, artista plástica y crítica de arte Norah Borges (Leonor Fanny Borges 1901 – 1998), hermana de Jorge Luis Borges, la llamaba Norah y escribía En todos nuestros juegos era ella siempre el caudillo, yo el rezagado, el tímido, el sumiso. Ella subía a la azotea, trepaba a los árboles y a los cerros yo la seguía con menos entusiasmo que miedo”.

El periodista y poeta Córdova Iturburu “Policho” (Cayetano Policinio Córdova Iturburu (1902 – 1977) miembro de número de la Academia Nacional de Bellas Artes.

El escritor, abogado y filósofo Macedonio Fernández (1874 – 1952).

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El escritor, periodista y dramaturgo Leónidas Barletta (1902 – 1975).

El escritor, periodista, editor y guionista César Tiempo, (Israel Zeitlin (1906 – 1980) se presentó como Clara Beter.

El poeta, ensayista y periodista uruguayo Elías Castelnuovo (1893 -1982).

El poeta Aristóbulo Echegaray (1904 – 1986).

El poeta y periodista Raúl González Tuñón “El pichón de Buenos Aires” (1895 – 1974).

El poeta, escritor de “Cuentos de Oficina” y periodista Roberto Mariani (1893 – 1946).

El escritor, traductor y poeta Nicolás Olivari (1900 – 1966).

El escritor, poeta y periodista Alberto Pinetta (1906 – 1971).

El poeta, escritor, periodista y docente Gerardo Pisarello (1898 – 1986).

El escritor, periodista y poeta Abel Rodríguez (1893 – 1961).

El poeta Gustavo Riccio (1900 – 1927) “Para empezar a ser bueno es necesario sentir como si fueran de uno las penas de los otros”.

El escritor Lorenzo Stanchina (1900-1987) fundador del grupo Boedo.

El periodista, autor, guionista, escritor y actor César Tiempo (Israel Zeitlin 1906 – 1980).

El escritor, dramaturgo, poeta, novelista, guionista cinematográfico uruguayo Enrique Amorim (1900 – 1960).

Escritor, cuentista, dramaturgo, historiador, ensayista, poeta Arístides Gandolfi Herrero “Álvaro Yunque” (1889 – 1982).

Juan Carlos Mauri, https://es.slideshare.net/caceresvictoria/juan-carlos-mauri-y-el-virus-de-la-literatura-una-retrospectiva

El novelista, cuentista, dramaturgo, periodista e inventor argentino Roberto Arlt (1900 – 1942) es a veces incluido en el Grupo Boedo (incluso él mismo lo hace en una entrevista).

El pintor José Arato (1893 – 1929) ilustró el libro “Los pobres” de Leônidas Barletta.

El pintor, grabador, docente y xilógrafo Adolfo Bellocq (1899 – 1972).

El pintor, grabador y litógrafo uruguayo Guillermo Facio Hebequer (1889 – 1935).

El pintor uruguayo Abraham Regino Vigo (1893 – 1957), realizó grabados, aguafuertes y xilografías basados en la temática social, como la serie La Quema

El poeta y compositor de tango Cátulo Castillo (Ovidio Cátulo González Castillo 1906 – 1975).

El poeta, político, guionista, periodista, director de cine y autor de tangos y milongas famosas Homero Manzi (Homero Nicolás Manzione 1907 – 1951).

El poeta, escritor, cuentista, historiador, ensayista Álvaro Yunque (Arístides Gandolfi Herrero 1889 – 1982).

El novelista, cuentista, dramaturgo, periodista e inventor Roberto Arlt (Roberto Emilio Godofredo Arlt (1900 – 1942).

El compositor y músico autor de Caminito (1926), Quejas de Bandoneón, Malevaje (1928) Juan de Dios Filiberto “Filiberto” (1885 – 1964).

El musicólogo, compositor, director, dramaturgo, poeta, filósofo, regisseur, científico y profesor de música Juan Francisco Giacobbe (1907 – 1990).

El dramaturgo, director de teatro, libretista de cine y letrista de tango José González Castillo (1885 – 1937).

El bandoneonista, director y compositor Pedro Láurenz (1902 – 1972).

El bandoneonista, director, compositor y docente Pedro Mario Maffia (1899 – 1967).

El músico, compositor, director de orquesta y pianista Sebastián Piana (1903 – 1994).

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La Cooperativa Editorial Claridad fue fundada el 30 de enero de 1922 por el periodista, político y empresario español Antonio Zamora (1896 – 1976).

Decía “una editorial no debía ser una empresa comercial, sino una especie de universidad popular”.

El nombre elegido se inspiró en el movimiento intelectual francés “Clarité”, vinculado a Henri Barbusse (1873 – 1935).  

En sus comienzos estaban en la calle Boedo 837 y debido a ello el grupo literario vinculado a la editorial durante la década de 1920 fue llamado ‘El grupo de Boedo’, grupo muy destacado en la historia literaria argentina por la cantidad de escritores y artistas notables que lo conformaban.

Algunas de sus publicaciones fueron: La revista Los pensadores, la revista Claridad y la colección Los nuevos.

La editorial Claridad fue considerada uno de los más importantes emprendimientos culturales durante la primera mitad del siglo xx en Argentina.

Cárcel de mujeres de Angélica Mendoza, editado por Claridad, Biblioteca Feminaria (1933).

Esquema sexual de Humberto Salvador, editado por Claridad, Biblioteca Científica (1934?).

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Entre 1920 y 1940 se instalaron más de 40 cafés o bares japoneses en Buenos Aires, práctica que se extendió a lo largo de la Argentina.

Motokichi Yamagata, partió de su Kagoshima natal en 1908 rumbo a San Pablo, pero las promesas incumplidas lo convencieron de ir a la Argentina.

En 1920 Motokichi Yamagata (paso a ser Yamakata en Argentina) y sus otros hermanos abrieron dos cafés en Buenos Aires, uno en Cerrito y Lavalle, y otro la avenida Boedo 873

Estaba cerca de la Editorial Claridad, allí se reunía el Grupo Boedo constituido por artistas de vanguardia de la década del 20, conocidos por su preocupación social.

La Junta de Estudios Históricos del barrio de Boedo homenajeó al café “El Japonés” con una placa conmemorativa que fue descubierta el 22 de noviembre de 2013, en Boedo 873.

En 1935 un periodista del diario Crítica, lo describía así:

“…el cronista llegó con su rabioso cansancio a cuestas y descansó en sus sillas de Viena…La humeante taza de café con leche y el pan con manteca servidos por Murata. El café Japonés tiene algo de ciudad y de campo. La asiduidad del Juez de Paz…a cuyo alrededor mariposean los que tienen hambre y sed de favores…”

Roberto Arlt en su novela «Los siete locos» menciona al café de Cerrito y Lavalle, en la sección «El Odio«:

(Erdosain)…Al poner una mano en el bolsillo encontró que tenía un puñado de billetes y entonces entró en el bar Japonés. Cocheros y rufianes hacían rueda en torno de las mesas. Un negro con cuello palomita y alpargatas negras se arrancaba los parásitos del sobaco, y tres “polacos” polacos, con gruesos anillos de oro en los dedos, en su jerigonza, trataban de prostíbulos y alcahuetas. En otro rincón varios choferes de taxímetros jugaban a los naipes. El negro que se despiojaba miraba en derredor…Erdosain, pidió café, apoyó la frente en la mano y se quedó mirando el mármol”.

Publicado por

hugoklico

Arquitecto. Argentino/Español. editor. distribuidor de libros ilustrados

Un comentario en «El café Tortoni de Buenos Aires»

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