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Los Tiempos de Steinberg. Entre la coyuntura social y el lector intemporal
Por María Teresa Muñoz Jiménez
Cuando el pensamiento contemporáneo sobre el arte se enfrenta a obras producidas con una cierta distancia temporal, lo hace generalmente confiriendoles un poder de eternidad que las hace superiores a lo que pudieron significar en su origen, en el momento de su producción.
Las obras de arte adquieren un valor ideal, separadas ya del espectador de su tiempo o incluso de su creador, y se convierten en mágicas y extrañas, o se hacen totalmente ajenas a nuestra vida cotidina.
Pero, al tratar de sobrepasar la extrañeza que nos producen, descubrimos en ellas también algo familiar, en cuanto nos obligan a movernos hacia atrás en busca de aquello que envolvió o incluso fue la causa de su existencia.
Esta consideración del tiempo propio de las obras implica ya una posición histórica, en cuanto les presupone un cierto destino futuro.
El objeto artístico se convierte entonces, para generaciones de espectadores que lo contemplarán en distintos momentos y con distintos propósitos, en algo que no tiene presente.
Hay razones para invocar la historicidad como criterio de valor de una obra de arte, cuando se considera una producción artística como la de Saul Steinberg, tan profundamente marcada por la técnica y la temática de sus objetos, propios de un modo de hacer que no comparte con los más próximos de sus contemporáneos, los artistas plásticos norteamericanos de la segunda mitad del siglo XX.
Saul Steinberg, nacido en Rumanía en 1914 y emigrado a los Estados Unidos tras su paso por Italia, coincidió en sus comienzos con la actividad de los pintores del expresionismo abstracto y con algunos de ellos compartió la misma condición de inmigrante.
Sin embargo, son el medio y la técnica que utilizó para producir sus obras los que le colocaron en un lugar excéntrico respecto a la corriente principal del arte de su tiempo, de manera que, para algunos críticos como Clement Greenberg, no importaría cuán potentes fueran sus resultados o incluso cuán indiscutible fuera la calidad de sus objetos, porque la condición de ilustrador o cartoonist supondría inmediatamente su irrelevancia para el arte en general. En el extremo opuesto, habría que citar a Harold Rosenberg, para quien la importancia de Saul Steinberg era equivalente a la de pintores como Jackson Pollock, Willem de Kooning, Arshile Gorky o Mark Rothko.
Rosenberg consideraba que son sus obras las que ponen en cuestión las fronteras del propio arte plástico, por cuanto demandan una redefinición de sus límites.
Sus primeros dibujos se publicaron en el periódico milanés Bertoldo entre 1936 y 1938 y, antes incluso de llegar a los Estados Unidos en 1942, sus dibujos aparecieron en la revista neoyorkina The New Yorker, a la que permaneció vinculado prácticamente toda su vida.
Tras permanecer en Bucarest hasta 1933, Saul Steinberg se trasladó a Milán, donde estudió Arquitectura, y permaneció allí casi una década.
Sus primeros dibujos se publicaron en el periódico milanés Bertoldo entre 1936 y 1938 y, antes incluso de llegar a los Estados Unidos en 1942, sus dibujos aparecieron en la revista neoyorkina The New Yorker, a la que permaneció vinculado prácticamente toda su vida.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Steinberg desempeñó labores para la inteligencia norteamericana en China y, a su vuelta, fue incluido en una exposición colectiva organizada por Dorothy C. Miller en el Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York.
Esta exposición, titulada Fourteen Americans -Catorce Estadounidenses- 1946, presentó en las salas del museo las obras de pintores y escultores como Arshile Gorky, Robert Motherwell, Mark Tobey o Isamu Nogu-chi, además de las del propio Saul Steinberg.
En el catálogo, Miller subrayó que los artistas elegidos, pese a emplear una gran diversidad de técnicas, no consideraban la técnica como lo más importante, sino la revelación que hace posible su existencia. Y afirmó que la obra de estos catorce artistas tenía más que ver con la comunicación que con la estética y que, a pesar de utilizar lenguajes propios de su país, sobrepasaban sus límites para dirigirse a un ámbito más universal, imbuidos de la atmósfera y la inspiración propios de su tiempo.
Aunque Saul Steinberg ya había expuesto varios dibujos en la Wakefield Gallery de Nueva York, en 1943, y en la Young Books Gallery, en 1945, su primer recopilatorio importante de dibujos llegó con la publicación del libro All in Line -Todo en línea-, en 1945.
En este libro, ya apareció una mención explícita a lo que sería una marca de identidad de la obra artística de Steinberg: el dibujo a línea.
En Fourteen Americans se incluyó, por vez primera, la obra de Steinberg en un museo de Arte Contemporáneo y se situó al mismo nivel que algunos de los artistas plásticos más relevantes de su tiempo. Esto significa, obviamente, que la publicación de sus dibujos en revistas de gran difusión tuvo lugar prácticamente en el mismo momento en que se presentó su obra en galerías y museos de arte, por lo que el reconocimiento de su condición de artista no se produjo con posterioridad, sino desde el principio de su carrera.
Sin embargo, el influyente crítico Clement Greenberg, en su breve comentario a la exposición del MoMA publicada en The Nation, consideró la inclusión de Steinberg como un gesto de última hora y, mientras descalificaba a la mitad de los artistas representados por su academicismo o su falsedad, mantuvo que el dibujante Saul Steinberg era bueno solo de un modo limitado, ya que su técnica lo hacía en todo caso poco importante en términos del arte moderno.[…] Steinberg, además de trabajar fundamentalmente con trazos a pluma sobre una superficie de papel, ensayaba en estas primeras obras algunos de los que serían sus temas favoritos como los animales, las mujeres o la ciudad, muy lejos, por cierto, de la abstracción reclamada para la pintura.
Tanto la técnica como los temas lo colocaban inexorablemente como una rara avis dentro del panorama artístico norteamericano hacia 1950. No obstante, su obra gozó de una difusión incomparablemente más amplia y una aceptación del público mucho más generalizada que la de otros artistas, al utilizar como vehículo las revistas ilustradas y compartir con la palabra escrita una vertiente periodística y crítica sobre la sociedad. Sus dibujos, desde el momento en que ocuparon las portadas o las páginas interiores de The New Yorker, se convirtieron en una seña de identidad de la propia publicación.
Por otra parte, para el catálogo de la exposición citada, Fourteen Americans, Saul Steinberg envió un párrafo manuscrito totalmente ilegible, mientras que el resto de los artistas escribieron sobre sus respectivos enfoques o intenciones. El se limitó a proporcionar una clave gráfica de su trabajo, una especie de autentificación falsa de la veintena de obras que aparecían en la muestra, una sofisticada firma que antecedía a los dibujos. Esta nota manuscrita forma parte de una serie de dibujos sobre documentos falsos en los que empezó a trabajar a finales de la década de los años cuarenta y que continuó años después. En The Passport de 1954.
…Continúa el texto en el catálogo, desde esta página 325 hasta la página 332 que es donde comienza el texto de Sheila Schwartz.
Escribió su amigo en 1978, el escritor, educador, filósofo y critico de arte estadounidense Harold Rosenberg (Nueva York 1906 – 1978 Springs, Nueva York)“… Saul Steinberg es un pionero de los géneros, un artista al que no se puede encasillar en una categoría. Es un escritor de cuadros, un arquitecto de la palabra y de los sonidos, un dibujante de reflexiones filosóficas. Maestro de la pluma y de la caligrafía, su línea, deliciosa desde el punto de vista estético, es también la línea de un fantaseador que formula adivinanzas y chistes sobre las apariencias…»
“El toque Steinberg”, un sencillo juego con el orden lógico de las coas capaz de trastocar la conciencia y obligar a la reflexión. (2)
Nos presenta una visión irónica y sagaz de las ciudades americanas y sus habitantes. Dibujos que tienen como protagonista a la gran metrópoli, sus arquitectras, sus singulares laberintos y los seres atrapados en esos espacios urbanos.
“No se dibuja bien si se miente. Cuando un dibujo dice la verdad, automáticamente resulta ser un buen dibujo” S. Steinberg
Ha vivido 84 años, y a lo largo de seis décadas ha producido unas 90 portadas y más de 1200 dibujos solo para The New Yorker, ademas de otros miles de obras entre dibujos, esculturas, escenografías, fotografías y murales que se han exhibido en galerías y museos de todo el mundo.
La mayor parte de este enorme legado está en la Universidad de Yale y en la fundación que lleva su nombre. Sus archivos y cuadernos de dibujos, sus obras de pequeño formato y sus dibujos en blanco y negro de Nueva York están depositados en la maravillosa Biblioteca de libros y manuscritos raros de la Unversidad de Yale, junto a los archivos personales de Edith Wharton, Alfred Stieglitz, Georgia O’Keeffe, Eugene O’Neill, Ezra Pound, Gertrude Stein, Walt Whitman y Witold Gombrowicz, entre muchos otros.
Página de la Fundación Saul Steinberg https://saulsteinbergfoundation.org
ISBN-13 978-1681378626, Editorial New York Review Books, Editado el 19 noviembre 2024
Una nueva edición de las memorias dibujadas de Saul Steinberg sobre su huida de la Europa fascista, su estancia breve en la República Dominicana y luego su viaje a Estados Unidos, capturando en el camino absurdos, placeres y las sombrías realidades de la guerra. […] «All In Line» es una memoria a través de un dibujo de este momento clave en la vida de Steinberg, cuando comenzó a encontrar su línea y su camino en Estados Unidos.
En sus caricaturas e ilustraciones para The New Yorker y otros, Steinberg describió deliciosos absurdos y momentos tranquilos: un pintor corta un lienzo largo en porciones más pequeñas y vendibles; un niño dibuja una cara gigantesca en la acera ante la confusión de los transeúntes; una mujer sola en su habitación dobla perchas de metal en forma de rostros.
Pero Steinberg no rehuyó enfrentar las sombrías realidades de su época. Hay caricaturas antifascistas fulminantes, así como destellos de guerra: cielos llenos de bombarderos, familias huyendo, convoyes del ejército, jeeps averiados y campos de batalla en llamas.
Esta nueva edición de «All In Line» incluye una introducción de la caricaturista Liana Finck y un epílogo del escritor Iain Topliss sobre la creación del libro por parte de Steinberg.
“…mis dibujos son trampas atractivas…” Sauk Steinberg 1978
“…estuvo por encima de su oficio…inventó su oficio…” Dupín, 1972
Steinberg viajó por Euopa, América, Asia, la antigua Union Sovética y África que describió con sus dibujos, Sus mejores mentores estuvieron en los editores de The New yorker, Harold Ross y William Shawn, su compañera y amiga Hedda Sterne y Akdi Buzzi, con quien tuvo una amistad profunda que mantuvo hasta su muerte en 1999.
Steinberg mira a los que miran
Por Sheila Schwartz
El collage mural de Steinberg Art Viewers -Espectadores de Arte- era hasta hace poco una obra maestra desconocida, inédita, que solo habían podido contemplar aquellos que visitaron la Galerie Maeght durante el mes que la exposición del artista permaneció abierta al público, entre el 25 de marzo y el 23 de abril de 1966. Una vez finalizada la muestra, la obra se desmontó y las piezas de tela volvieron a manos de Steinberg.
Tras su fallecimiento, la Saul Steinberg Foundation heredó las piezas, y allí permanecieron hasta que fueron donadas al Centre Pompidou, donde se volvieron a montar, en el año 2021, para su exhibición en la «Exposición Saul Steinberg».
«…esta obra, una de las más imaginativas y visualmente atractivas, representa la culminación de los veinte años que dedicó al análisis del motivo del espectador ante la obra de arte. Al mismo tiempo, constituye un homenaje a la práctica del collage, que el artista cultivó durante toda su vida, y marca el punto final de su obra como muralista».
En el momento en que produjo Art Viewers, Steinberg ya había creado siete proyectos murales, una labor que había comenzado en 1947, uno para unos grandes almacenes, otro para un hotel, otro más para una línea de barcos de pasajeros, dos para sendas exposiciones y un último para un palazzo en Milán. De los siete murales, cinco consistían en dibujos ampliados fotográficamente que montaban después sobre la pared los técnicos de los respectivos proyectos.
El mural más relevante para entender Art Viewers es su antecedente casi inmediato, el colosal The Americans -Los estadounidenses-, que concibió para el pabellón de los Estados Unidos en la Exposición Internacional de Bruselas de 1958 (Fig 1).
Con sus tres metros de altura y una longitud total de más de setenta, el mural se dividía en ocho secciones temáticas. Steinberg llevó los dibujos del fondo a Bruselas, donde fueron fotografiados, ampliados y montados sobre las paredes. Después pasó más de tres semanas in situ, recortando y pegando figuras de cartulina marrón, aplicando el color con diferentes técnicas y añadiendo retales de tela y recortes de tiras cómicas de periódicos
[…] Si existe un rasgo que permita determinar su posición en la trayectoria del arte del siglo XX y definir su ecléctica y versátil imaginación, este es el collage. «Nací en un colegio de collage», afirmaba Steinberg, aludiendo al oficio de su padre, que se dedicaba a la fabricación de cajas decorativas. De niño, en la tienda de su padre, tenía a su disposición «todos los materiales que necesita un collagista». Su padre «tenía cartulinas, papeles de colores, papel dorado y pegamento […] y reproducciones de pinturas para decorar las cajas de caramelos». Las máscaras con bolsas de papel que Steinberg empezó a diseñar en 1959 también evolucionaron hasta convertirse en collages. Valiéndose de las habituales bolsas de papel de estraza de las tiendas de comestibles estadounidenses, creó una colección de tipos sociales, una serie que se hizo famosa gracias a las fotografías que tomó Inge Morath del artista y sus amigos (Fig 2)
…Continúa el texto en el catálogo, desde esta página 337 hasta la página 345 que es donde comienza el texto de Francesca Pellicciari.
Notas
1
La arquitecta María Teresa Muñoz Jiménez (Madrid, 1948) es investigadora y especialista en pensamiento y crítica de la Arquitectura. Fue la primera mujer en dirigir el departamento de proyectos de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid.
Se tituló arquitecta en 1972 en la ETSAM.
-Máster en arquitectura en 1974 en Canadá en la Universidad de Toronto con los arquitectos Peter Prangnell y Douglas Engel.
-Doctorado en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), su tesis la dirigio Rafael Moneo.
-Desde 1983 profesora titular en la ETSA de Madrid de Proyectos Arquitectónicos.
-Profesora invitada de la ETSA de Barcelona.
-Traducción del libro de George Baird y Charles Jencks, Meaning in Architecture (El significado en arquitectura).
-Autora de numeras publicaciones, artículos y libros. 1989, Cerrar el círculo y otros escritos, 1991, El laberinto expresionista, 1995, La otra arquitectura orgánica, 1998, La desintegración estilística de la arquitectura contemporánea, 2000 Vestigios, 2010 La mirada del otro, y en 2013 Jaulas y trampas.
-3 tomos de Historia de la Arquitectura Contemporánea Española 1994, 1995 y 1997 en colaboración con Juan Daniel Fullaondo, en 1992 Laocoonte crepuscular, Conversaciones sobre Eduardo Chillida y Bruno Zevi.
-Ha publicado escritos en revistas como Metalocus, Arquitectura, Circo, Arquitectura Bis, Iluminaciones y edito Las piedras de San Agustín, ensayos sobre la obra de Jorge Oteiza.
En el año 1988, premio FAD de pensamiento y crítica por su libro Juan Daniel Fullaondo. Formo parte del equipo director de la revista Arquitectura del Colegio de Arquitectos de Madrid.
Actualmente es profesora emérita de la ETSAM y colegiada en el COAM.
2
Tesis doctoral del Arq. Luis García Gil. 2021. “Saul Steinberg, en los márgenes de la Arquiectura”. ETSA de Madrid
3
Sheila Miriam Schwartz (Filadelfia 1952 – 2008) fue una escritora y profesora de escritura creativa estadounidense. Su colección de cuentos Imagine a Great White Light ganó un premio Pushcart Press Editor’s Award y fue nombrada uno de los mejores libros de 1991 por USA Today , y su cuento «Afterbirth» ganó un premio O. Henry en 1999.
Se formó en la Univ. de Temple en 1974 y obttuvo una maestría en la Univ. de Binghamton. Con la beca Wallace Stegner profundizó sus conocimientos de ficción en la Univ. De Stanford.
Imagine a Great White Light fue publicado en 1991 por Pushcart Press , como ganador de su Premio Anual del Editor
«. La reseña de Publishers Weekly concluyó: «por turnos oníricos y duros, estas historias son perturbadoras y, ocasionalmente, profundas». USA Today lo nombró uno de los mejores libros de 1991.
«Lies Will Take You Somewhere» fue publicada por Etruscan Press en 2009, tres meses después de la muerte de Schwartz
«Afterbirth», que se publicó en Ploughshares en 1998 y ganó un premio O. Henry en 1999 como uno de los veinte mejores cuentos del año anterior.
Schwartz enseñó escritura creativa en la Univ. Northwestern , la Univ. de Ohio , la Univ. de Syracuse y la Univ. Estatal de Cleveland , donde se unió a la facultad en 1990 y permaneció durante el resto de su carrera docente. Uno de sus estudiantes, el periodista Lee Chilcote, la describió como una «profesora y crítica enormemente generosa».
Schwartz murió el 8 de noviembre de 2008, a los 56 años, por complicaciones derivadas de un cáncer de ovario. En 2000 le diagnosticaron por primera vez cáncer de ovario en etapa cuatro y luchó durante ocho años contra el cáncer, que incluyó cirugía, tres rondas de quimioterapia y dos remisiones, hasta que el cáncer volvió a aparecer por segunda vez en 2006. Trabajó hasta la última semana de su vida.
Premios y reconocimientos
1981/83 – Beca Wallace Stegner, Univ. de Stanford
1991 – Premio del editor de Pushcart por Imagine una gran luz blanca
1993 – Artista individual de la Asociación Nacional de Educación
1993 – Beca del Fondo Nacional para las Artes
1999 – Premio O. Henry por «Afterbirth»
2005 – Beca del Consejo de Artes de Ohio
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