Viaje al Fin del Mundo
Tierra del Fuego
viene de http://onlybook.es/blog/viaje-al-fin-del-mundo-4a-parte/
En la 1ª parte de esta narración escribí:
Viaje al «Fin del Mundo». 1a parte
Víctor Vargas Filgueira (Ushuaia 1971) descendiente Yagán, habla de su pueblo en su libro “Ahua Saapa Yagan” (Mi sangre Yagán). (4)
Actualmente ejerce de guía en el Museo del fin del Mundo en Ushuaia y es un respetado artesano.
Cuenta en su libro que su idioma está compuesto por 30.000 palabras, pero Charles Darwin (Shrewsbury 1809 – 1882 Down House), que apenas los vio en 1834 desde la cubierta del Bergantín Beagle (5), los describió ignorando como realmente eran “desdichados salvajes de talla escasa, con el rostro cubierto de pintura blanca, la piel sucia y grasienta, los cabellos enmarañados, la voz discordante y los gestos violentos”.
Sigo ahora su narración
1918
¡Muchos de los nuestros pensaban, “Ellos no reconocen que podamos tener nuestras propias creencias! Por eso nuestros abuelos nos dijeron que nunca les hablemos de ellas… ¡Creen que somos inferiores!”
Un día su tapóin, el padre de Catalina le contó mientras ella juntaba umas, unos calafates soñó “que los hannus, los gigantes del bosque y los lakumas, los espíritus del agua se juntaban muy enojados para vengarse de los blancos por haber talado muchos worús, los árboles del bosque de Lapataia.
En el cielo hanúxa, la luna parecía estar ardiendo en llamas”. La Bahía Lapataia es un fiordo en el Canal de Beagle, en el sector argentino de la Isla Grande de Tierra del Fuego, rodeada de bosques.
Esto ocurría en uceniaka, en la Isla Navarino.
Y agregó, “los blancos no tienen conciencia de la naturaleza como nosotros, matan grandes cantidades de lobos y nutrias solo por sus pieles, y desprecian su carne que es tan valiosa para nosotros”.
Estando en ushpasún, que así llamaban a Puerto Williams, pudieron ver aves chillonas, los tatapux, que anunciaba que se aproximaba le época de las nieves, era pues conveniente dirigirse hacia el Noreste, cerca del territorio onísin, donde vivían los Selk´nam y los Haush.
1919
Encuentro con Martin Gusinde
José Luis Angulo cuenta en su blog Azul Marino Viajes, que “su amigo Sergio Zagier, propietario de la librería World End en Ushuaia, hacía muchos años le había hablado de las fotografías de Martín Gusinde, de sus maravillosas imágenes en blanco y negro y del personaje”. (15)
Los indígenas lo llamaban mankacen, cazador de sombras
Este etnólogo y misionero alemán llegó con 26 años a Chile, realizó 4 expediciones entre 1919 y 1924 por la Patagonia y Tierra del Fuego para investigar y documentar la vida de los pueblos que vivían en tierras australes.
Resultado de sus viajes son las más de 1200 fotografías de los Selk´nam, los Alacalufes, los Kawésqar, de los Yámanas.
Formó parte en la protección de los indígenas, “fue testigo e hizo conocer como los intereses y el desprecio de los grandes estancieros, aniquilaron hasta la extinción a esas poblaciones. Comiendo sus alimentos, hablando su idioma, durmiendo en sus chozas, por ello fue invitado a participar en sus ritos de iniciación”.
Exposición
En la sala de Arte Las Condes, se realizó la conferencia el 18 de abril de 2018 «La Fotografía de Martín Gusinde en Tierra del Fuego” (1918-1924): Introducción y comentario de contextos relevantes», a cargo de Marisol Palma Hehnke, doctora en Historia por la Universidad de Leipzig y docente de la Universidad Alberto Hurtado.
En la exposición “El espíritu de los hombres de tierra del Fuego”, realizada en Santiago de Chile se exhibieron 147 de entre sus miles de fotos. (15)
Las Éditions Xavier Barral tuvo a su cargo la digitalización de la colección archivada en el Anthropos Institue de Sankt Augustin de Alemania.
Christine Barthe, responsable de fotografía del museo Quai Branly de París, y Xavier Barral han realizado una selección de unas 250 fotografías en blanco y negro para esta publicación, la primera dedicada a las fotografías de Martin Gusinde.
Una aclaración, el Museo del Quai de Branly fue diseñado por el Arq. Jean Nouvel (Fumel 1945). Entre las obras de Nouvel se destaca el Instituto del Mundo Árabe y la Fundación Cartier en Paris, la Torre Agbar en Barcelona y la ampliación del MNCA Reina Sofía en Madrid.
El Quai Branly construido en el 2006 ocupa 40.600 m2 junto al Sena, el MAM (Museo de arte contemporáneo y la Torre Eiffel. Los 4 edificios que lo componen fueron un proyecto personal del presidente Jacques Chirac (Paris 1932 – 2019 Ibídem) rodeado por los jardines diseñados por el arquitecto paisajista Gilles Clément (Argenton-sur-Creuse 1943)que son parte del conjunto. Tuve la fortuna de visitarlo cuando fui a ver la gran exposición del Centre Pompidou dedicada a Le Corbusier en el 2015.
Volviendo al libro, decir que los textos son de Christine Barthe, y de Marisol Palma Behnke, Anne Chapman y Dominique Legoupil. Su título “El Espiritu de los hombres de tierra del Fuego”.
Textos en Castellano (2015). Existe también una edición en francés ISBN 978-2365110822. Tapa dura con tela 250 x 310 mm 300 páginas.
Víctor Vargas Filgueira nos sigue contando en su libro que los Yagánes se reúnen con Gusinde en Shumakush, y le dicen:
“¿Usted sabe que hay gente que dice que nosotros nos alimentamos de nuestras kuluanas, que matamos y comemos a nuestras abuelas?”
A medida que los aventureros blancos eran más y más, competían con los Yagánes por el alimento, por lo que debieron moverse y asentarse en upushwaia, Punta Mejillones.
Comían akis, erizos entre carcajadas y cantos bajo el resplandor de la luna, era una buena manera de despedir el día.
Pensaban “preservar el legado de nuestra sangre es el comienzo de una lucha por subsistir y no disolvernos como pueblo, es el camino marcado por nuestros abuelos”.
El anciano Waihts, estaba ciego desde hacía un tiempo, tenía esperanzas en los jóvenes que luchaban por sus raíces, la fatalidad le había impedido disfrutar de los hermosos colores de la naturaleza, pero usaba el tacto, las palabras y la imaginación, para enseñarles.
Decía “…la tristeza más grande que tengo en mi corazón es no poder disfrutar del paisaje hermoso de nuestra tierra, de los cambios de tonalidades de nuestros bosques y de lam, el sol que nos calienta el cuerpo cuando vamos navegando y vemos el reflejo de nuestra sombra en ese mar tan azul que parece no tener fondo”.
Cuando deciden abandonar Kumbutu, se dirigen a Asashuaia, Caleta Santa Rosa. Debían acondicionar el nuevo chistakaku, el nuevo campamento que se conformaba de varios akar, que era como llaman a las viviendas transitorias.
Cuando bajaba la marea, las mujeres aprovechaban para recoger mariscos y llenar sus cestas de juncos con cholgas, choritos y lapas, daban de comer primero a los niños. La preocupación era tener buen fuego y abundante comida.
Los niños piden a sus abuelos el cuento de la historia del padre del sol
“Taruwalen, el padre de Lam, era un hombre muy malo. Se divertía quemando nuestros bosques y nadie lo quería. Era arrogante y de muy mal carácter.
Un día las mujeres se revelaron ante sus muchos atropellos y juntas intentaron estrangularlo, pero no pudieron lograrlo debido a su enorme poder.
Taruwalen se fue lejos, al más allá, cerca de la cúpula celestial.
Luego de su partida todos volvieron a ser felices.
En su lugar quedaron sus makús, sus hijos Lam, el sol y Akainix, el arco iris.
A diferencia de su padre, los dos eran muy bondadosos, Lam los recibía con el alba y los despedía en los atardeceres. Y cada mañana, cuando él aparecía, todo el mundo estaba contento. Su hermano, Akainix, además de ser muy bueno, era muy hermoso y sabía pintarse mejor que cualquier Yagán. Usaba unos colores tan bellos y variados que era un verdadero placer admirarlo.
Hánuxa, la luna, era la esposa de Akainix. De la unión de ambos nació su hijo, Yai, quien en ocasiones suele aparecer al lado de su padre, como un pequeño arco iris que no vemos con mucha nitidez –contaba uno de los abuelos-.
A pesar del entusiasmo con que escuchaban la historia, ayudados por el calor del fuego y la calma, los más pequeños se fueron sumiendo en un profundo sueño”. Más tarde vino el háani, el viento del norte que silbaba entre los árboles”.
Cuando nacía un yarumatía, un bebé, se necesitaba un yecamush, para que le asigne un yefacél, un espíritu protector para el pequeño, antes que lo invada un espíritu maligno. En general los abuelos eran conocedores de estas artes.
Los yafecél son nuestros espíritus protectores y siempre, desde el comienzo de los tiempos, a cada uno de nosotros, un hechicero nos asigna uno. Estos espíritus nos protegerán toda la vida y evitarán que caigamos en desgracia.
Contó otra leyenda:
“Los hermanos Yoalox, quienes nos enseñaron a sobrevivir en nuestra tierra, dijeron que jamás debemos tirar los desperdicios de comida al mar. Por eso, procuramos no comer cuando viajamos en nuestras canoas. Y cuando el hambre es muy fuerte, y los viajeros deben alimentarse, siempre hay que quemar los desperdicios. De no ser así, los Yoalox, nos enviarán un castigo”.
También contaron la historia de Hanúxa, la luna, una mujer tan hermosa como su esposo, Akainix, el arco iris.
“Hanúxa posee un poder incomparable.
Nuestros ancestros cuentan que cuando está muy delgada, comienzo de la luna creciente, concibe una hija.
Este bebé va creciendo en su vientre hasta dejarla totalmente redonda, es luna llena.
En ese momento, su hija nace, y ella vuelve a enflaquecer, luna menguante.
Por último, Hanúxa muere, haciéndose invisible, es la luna nueva o luna negra.
Su hija ocupará el lugar de su madre en el cielo y se volverá la nueva Hanúxa y tendrá una hija y morirá. Y su hija se volverá la nueva Hanúxay volverá a parir y a morir. Y así, por siempre brillando y muriendo en la oscura noche”.
Los abuelos contaron de los haucellas, los espíritus malignos, y como enfrentarse a ellos, y de los hánnus, los espíritus del bosque y de los lakumas, los espíritus del agua.
Querían dirigirse y hacer campamento en Usín, Isla Hoste, pasando por Worutawaia, Bahía Woruta. Nuevamente el anciano Waihts, les propuso a los más jóvenes, mientras comían amaim, esos frutos silvestres, contarles la historia de túwuk, la garza bruja.
“Cuando alguien escucha el grito de túwuk, quiere decir que pronto será visitado por un amigo muy querido.
En los días siguientes, el amigo se acercará por la dirección donde se dejó escuchar el ave.
Por eso el túwuk es un animal tan apreciado por nosotros”.
Esa noche tenían comida, un pueblo que en muchos períodos de su vida se enfrenta a hambrunas, saber que esa noche no iban a pasar hambre, era casi todo.
Antes de dormirse, agradecieron a Watauineiwa por otro día más en esta hermosa tierra, y escuchar algunas historias llenas de magia, contadas por los abuelos, al resplandor de las llamas, su vida transcurría sin sobresaltos, pero cada vez estaban más acorralados y debían abandonar territorios.
En Wulaia, se había establecido una nueva misión de los blancos, que llamaban Douglas.
Otoño
El hanislús, comenzaba a hacerse presente, y las hojas teñían de rojo el bosque. Era la época más dura, debían ser previsores y tener reservas de aceite y grasa de lobo y ballena, las que debían ser enterradas en los turbales.
En una ocasión las enterraron en la isla Pomegashaga, Isla Gable.
Siempre en los peores momentos que les tocaba vivir, aparecía ese espíritu comunitario que distinguía a los Yagánes.
Cuando querían entretenerse con el skinaski, que eran lasfiestas que hacían cuando se sentían felices, jugaron al kálea, inflando el estómago de un león marino, lo golpeaban para que rebotara de manera irregular. En la vida de los Yagénes, la madre naturaleza tenía un gran poder.
Cuando hacían navegaciones a lugares lejanos navegaban despacio y cantaban, al llegar a tierra firme, trataban de juntar algunos huevos, de gaviota, de cormorán u otras especies, rompían alguno para comprobar que no estaban maduros; de ser así, no sacaban ninguno, para no interrumpir el ciclo natural. Si estaban para juntarlos, sacaban pocos huevos de cada nido, nunca se llevaban muchos de una misma especie.
Usaban los huesos de cormorán, las mujeres necesitaban amís, las leznas que usan para los tejidos.
Cuando el día era calmo, innumerables lásix, bandadas de golondrinas pasaban volando bajo, atravesando los campamentos Yagénes, y parejas de álakus, de patos vapor, descansaban bajo el sol.
Cuando debido al calor faltaba agua, subían las colinas para buscar los afluentes, pero no les gustaba, el miedo a los hánnus, los espíritus que acechaban en los bosques.
Los niños se entretenían chupando las uskex, el jugo dulzón de la flor de notro.
Waihts comenzó a contar la historia de una antigua superstición
“Cuando las lexuwas, las pícaras bandurrias, sobrevuelan nuestros campamentos, las mujeres deben sostenerse las tapess, las tetas. Pues, si no lo hacen, estas aves harán que se les pongan flácidas y se les estiren hasta el suelo –en ese momento el escenario alrededor del skinaski, del fuego se llenó de carcajadas y de bromas”.
Un esparcimiento con un condimento especial era el kamatu, un baile que tradicionalmente comenzaban las mujeres y, luego, el resto del grupo se sumaba a esa gran diversión.
Al llegar a un lugar nuevo, la estricta moral y sus creencias los llevaba a revisar bien toda el área, porque no podían acampar cerca de ninguna gualapatagala, de una tumba. Si alguien moría, los abuelos prohibían pronunciar su nombre ni hablar de él o ella, para no llenarse de tristeza.
Los hombres charlaban preocupados sobre la cantidad de canoas misteriosas, de todos los tamaños, que se veían en el territorio Yagán, con tantos hombres blancos hurgando sus costas, debían ser cada vez más sigilosos, los ancianos, tratando de ocultar su preocupación, se sentaron alrededor del pusáki, del fuego e intercambiaron opiniones sobre la confección de yákus, las filosas puntas de flechas.
1920
Cuando se reencontraron con Martín Gusinde, le dijeron que los palalayamalin siguen molestando, los invasores están dispersos por todos lados, pero nosotros tenemos un gran sueño, hay un lugar hermoso y tranquilo en Uceniaka que se llama Upushwaia.
Los abuelos concedieron el honor de expresar su pensamiento a sus ancianos.
“Sr. Gusinde ¿Sabe porque cada vez vienen más hombres blancos?, pensamos que vienen por distintos motivos, algunos a cazar animales para vender sus cueros, otros buscan riquezas en sus playas o vienen a criar animales, se sienten impulsados a venir aquí por ambición.
¿De dónde vienen? ¿Por qué vienen aquí, a nuestra tierra? Nosotros no vamos a molestar a nadie a otros lugares. Aquí, por designo de nuestro Watauineiwa, nos tocó nacer y morir, y lo respetamos sin presentar objeciones.
Ellos vienen de tierras lejanas donde son tantos, que no les alcanzan los recursos, a nuestra tierra Yagán y por muchos otros lugares”.
Le enseñaremos las ceremonias “el chiejáus” y “el kina”“Para nosotros, lo espiritual es muy sagrado”.
Masemikens (apodado el viejo Pedro) hizo un ánan, confeccionó una canoa ancestral que se la dio a Gusinde y que actualmente se encuentra en el Museo Nacional de Santiago de Chile.
Antes del desastre
Gusinde con los Yaganes
Un atardecer reunidos alrededor de la gran fogata, hablaban de las preocupaciones que los aquejaban.
-“Nosotros sentimos que los hombres blancos nos quieren quitar todo lo que es nuestro”.
-“No debería ser así, pero mi experiencia me dice que es inevitable, debemos asegurar lo que se pueda en cuanto a territorio” dijo Gusinde.
-“Debe hacerse algo pronto. Día a día somos menor y nuestras costumbres pierden fuerza”.
Se produjo un mamihlapinatapaí, ese instante de meditación donde se espera que sea otro el que continúe. (“es la mirada entre dos personas, cada una de las cuales espera que la otra haga algo que ambos desean pero que ninguno se anima a empezar”).
El libro Guiness la define como la más concisa del mundo).
-“A nosotros, que hemos estado en tantas y tantas charlas intercambiando opiniones no hemos preguntado a nuestros yarumáalas, nuestros jóvenes, Son el futuro de nuestra saápa”.
Entonces hablaron los jóvenes
-“Estamos de acuerdo con los abuelos. Sabemos que entre ellos y nosotros ha habido muchos cambios en nuestra forma de vida –y tomando valor continuó hablando – Hoy en día no conocemos muchas cosas de nuestros antepasados. Hasta nuestra lengua se ha modificado…debemos hacer algo para que no desaparezca definitivamente nuestro pueblo”.
Con todo lo sufrido, en ese momento eran frágiles como una hoja llevada por el viento.
Los recuerdos invadían con tristeza sus corazones como los abuelos que eran de Ushuwaia y el paraje hermoso donde paseaban llamado Yaiyoashaga, que era como llamaban a la entrada de agua que separaba el aeropuerto actual, de la ciudad de Ushuaia, cuando la marea estaba alta era navegable.
Notas
4
Mi sangre Yagán. Ahua Saapa Yagan. Victor Vargas Filgueira. Editorial La Flor Azul, 2021 ISBN 978-987-47731-5-9.
5
El HMS Beagle fue un bergantín de la clase Cherokee de la Marina Real británica botado en el río Támesis en 1820. Tenía 27,5 metros de eslora; 7,5 metros de manga; 3,8 metros de calado; diez cañones; 235 toneladas de carga; y una tripulación de ciento veinte hombres. Fue el primer barco en navegar bajo el nuevo Puente de Londres.
Adaptado participó en tres expediciones, la segunda estuvo bajo el mando del comandante Robert Fitz Roy que llevó al joven Charles Darwin.
En el verano de 1834 un joven Charles Darwin anotaba en su diario: “esos desdichados salvajes tienen la talla escasa, el rostro repugnante y cubierto de pintura blanca, la piel sucia y grasienta, los cabellos enmarañados, la voz discordante y los gestos violentos. Cuando se ve a tales hombres, apenas puede creerse que sean seres humanos, habitantes del mismo mundo que nosotros”. Estas despectivas palabras de Darwin, trataban de describir a un grupo de yaganes, avistados a duras penas desde el puente del bergantín «Beagle» en las cercanías de las islas Wollaston.
15
José Luis Angulo (1958) es colaborador habitual de los programas Ser Aventureros en la Cadena Ser y La Flor y la Canela (Radio Popular). Director Comercial de Club Marco Polo y Viajes Azul Marino Madrid.
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Viaje al Fin del Mundo
Tierra del Fuego
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2ª parte http://onlybook.es/blog/viaje-al-fin-del-mundo-2a-parte/
3ª parte http://onlybook.es/blog/viaje-al-fin-del-mundo-3a-parte/
4ª parte http://onlybook.es/blog/viaje-al-fin-del-mundo-4a-parte/
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