segunda parte http://onlybook.es/blog/vivian-maier-gracias-por-mantenerla-viva-segunda-parte/
Exposición de Photo ESPAÑA
Fundación Canal, c/Mateo Inurria, 2. Madrid
Comisaria: Anne Morin, directora de di/Chroma photography
9 de junio al 14 de agosto de 2016.
La Fundación Canal presentó “Vivian Maier, Street Photographer”, la primera gran exposición de quien, tras su muerte, se convirtió́ en referente mundial de la fotografía.
“Supo captar su tiempo en una fracción de segundo. Transmitió la belleza de las cosas corrientes, buscando lo cotidiano, en lo banal, las fisuras imperceptibles y las inflexiones furtivas de la realidad”.
Vivian Maier, uno de los personajes más sorprendentes y mediáticos de la fotografía contemporánea, alternó su profesión de niñera con su oculta y gran pasión: realizó más de cien mil fotografías que nunca mostró.
Tras su muerte en la indigencia y en el anonimato artístico, su archivo fue encontrado por accidente, y desde que su obra vio la luz en 2010 se ha convertido, en uno de los mayores referentes mundiales de la “fotografía de calle” y en un fenómeno mediático.
Esta exposición por primera vez en Madrid hace un recorrido global por la obra de Vivian Maier, abordando de forma temática sus principales intereses y mostrando la calidad de su mirada y la sutileza con la que hizo suyo el lenguaje visual de su época.
Desde una mirada interesada en lo urbano y en la conformación de la vida en las ciudades, es decir desde una perspectiva arquitectónica, las fotografías de Vivian nos recuerdan el alma que habita donde habitamos.
No son solo calles, no son solo autos, no son solo espacios, sino que es todo junto y al mismo tiempo, la sucesión de imágenes refleja nuestra vida.
En la película Smoke, de 1995, de Paul Auster y dirigida por Wayne Wang, el protagonista Auggie Wren (Harvey Keitel) saca fotos desde el umbral de la entrada de su negocio, de venta de artículos para fumar, siempre en la misma dirección, cada día que puede.
Su amigo, el novelista Paul Benjamín (William Hurt) lo visita y cuando ve el álbum fotográfico, le dice
-son todas iguales, mientras da vuelta las páginas, para que lo haces le pregunta
Hasta que de repente en una de ellas, en lugar de ver paseantes, gente que cruzaba en una u otra dirección ve a su mujer.
En realidad, a la mujer que era su mujer, porque había fallecido, se queda mirándola, no recuerdo que dice, pero puedo recordar que en ese momento entendió el protagonista, entendí yo, que, siendo las mismas fotos, no son las mismas.
El tiempo, las personas, los recuerdos nosotros mismos, no somos los mismos.
El crítico Carlos Boyero (1953), escribió de la película” …la veo con frecuencia…ayuda a sobrevivir…”
La imagen del rio que parece el mismo, donde el agua corre permanentemente, nos recuerda fácticamente que ese rio, nunca es el mismo río, aunque lo parezca.
Por eso me intereso tanto la exposición de Vivian Maier, sus fotografías ayudan tambien a sobrevivir.
Contenido de la exposición.
La muestra incluye un total de 120 fotografías, además de una selección de contactos, realizadas entre 1950 y 1981, de las cuales 100 imágenes en blanco y negro cubren el periodo de 1950 a 1970 y otras 20 a color el de 1965 a 1981.
Además de 9 películas en Súper 8 realizadas entre 1965 y 1973. Este material nos traslada magistralmente a un interesante “paseo” por las calles de Nueva York y Chicago de la segunda mitad del siglo XX. Descubrimos una historia en cada rincón y una vida detrás de cada uno de los gestos de los protagonistas de esta exposición: hombres, mujeres y niños; ancianos, vagabundos y personas con una vida acomodada, trabajadores o simplemente personas que viajan en un tren. Pero todas ellas tienen algo en común, algo que en un momento determinado llamó la atención de Vivian para que formaran parte de su mundo.
Su vida puede evocar fácilmente la famosa cita de Churchill “Un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma”.
Vivian Maier (1 de febrero de 1926 – 21 de abril de 2009) nació en la ciudad de Nueva York en el barrio del Bronx.
Pasó la mayor parte de su juventud en Francia, su madre era francesa, nacida en los Altos Alpes del Valle del Champsaur, cerca de la localidad de Gap, su padre era austrohúngaro.
A principios del siglo XX, las familias Maier y Jaussaud abandonaron sus respectivas patrias en busca de una vida mejor en los Estados Unidos. Se habían conocido en Nueva York donde se casaron en 1919. En 1920 nació su primer hijo, Charles, y 6 años después llegaría al mundo Vivian. El “sueño americano” no se cumplió para la familia Maier, tuvieron que resignarse a una situación bastante más difícil que la que habían dejado atrás. A Vivian le tocó vivir en una familia desgastada por las dificultades económicas.
En 1930, cuando tenía tan solo 4 años, su padre les abandonó, la tutela de su hermano Charles pasó a sus abuelos paternos que vivían en el Bronx. Maria Jaussaud y su hija Vivian se instalaron en este mismo barrio, en la casa de una amiga de la madre Jeanne Bertrand, también procedente de Champsaur, quien ejercía desde 1912 como escultora y fotógrafa en Nueva York, era una retratista de renombre, en 1902 había sido proclamada por el Boston Globe como una de las mejores fotógrafas de Connecticut.
Jeanne Bertrand marcó, y mucho, la vida de Vivian Maier, aunque no hay muchos datos que permitan valorar qué tipo de influencia pudo ejercer sobre ella. Los años 30 y 40 son bastante borrosos en la vida de Vivian. Se sabe que regresó y se instaló junto a su madre en el Valle de Champsaur, y en 1939 con 13 años realiza con su madre una de sus visitas esporádicas a Nueva York por los litigios con la justicia por temas vinculados a su hermano Charles.
En 1951 regresa definitivamente, pero sola, sin su madre.
Viajó en el barco de vapor “De Grass”, y mientras vivió en Nueva York trabajo de niñera para una familia de Southampton.
Fue en 1949 que estando en Francia, comenzó a sacar sus primeras fotografías con una modesta e inexacta cámara de caja marca Kodak Brownie de su madre, una pequeña cámara de aficionados con una sola velocidad de obturación, sin control de enfoque y sin dial de apertura.
Su pantalla era diminuta y sus resultados muy pobres.
En 1952, compra una cámara Rolleiflex.
Cuando se muda definitivamente a los suburbios de North Shore de Chicago otra familia la emplearía como niñera para sus tres hijos.
Mantuvo contacto con ellos durante el resto de su vida.
En 1956 ya instalada en Chicago, pudo tener un baño privado y un cuarto oscuro donde procesar sus impresiones y revelar sus propios negativos en blanco y negro.
A comienzos de los 70, cuando los niños ya eran mayores, debió dejar el empleo, y se muda de familia en familia, sus negativos comenzaron a acumularse.
Tomó fotos constantemente a lo largo de cinco décadas, dejando más de 100.000 negativos, la mayoría de ellos sobre Chicago y Nueva York.
Documentó el mundo que la rodeaba a través de películas caseras, grabaciones y colecciones, armando una de las ventanas más fascinantes a la vida urbana estadounidense de la segunda mitad del siglo XX.
En su tiempo libre, tomaba fotos que celosamente escondía de los ojos de los demás. Tomando instantáneas a finales de la década de 1990, dejaría un cuerpo de trabajo inmenso. Su pasión por documentar se extendió a una serie de documentales caseros y grabaciones de audio.
Fragmentos interesantes de Estados Unidos, la demolición de monumentos históricos para dejar lugar a los nuevos desarrollos, las vidas invisibles de varios grupos de personas e indigentes, así como algunos de los sitios más preciados de Chicago, fueron meticulosamente catalogados por Vivian.
Fue un espíritu libre, y un alma orgullosa, que cuando se queda sin recursos fue salvada por tres de los niños que había cuidado anteriormente en su vida. Ellos recordaban con cariño a Maier como una segunda madre, y se unieron para pagar su apartamento y se hicieron cargo de ella.
Sin que ellos ni nadie lo supieran, uno de los almacenes donde Vivan guardaba sus fotografías fue subastado para cancelar sus pagos atrasados.
Había armarios llenos de aquellos negativos que guardó en secreto a lo largo de su vida, además de objetos que encontraba, como libros de arte, recortes de periódicos, películas caseras, o chucherías.
El enorme cuerpo de trabajo de Maier saldría a la luz cuando en 2007 su trabajo fue descubierto en una casa de subastas local de segunda mano en el lado noroeste de Chicago. A partir de ahí, eventualmente impactaría en todo el mundo y cambiaría la vida del hombre que defendió su trabajo y lo llevó al ojo público, John Maloof.
Actualmente, la obra de Vivian Maier está siendo archivada.
John Maloof está en el centro de este proyecto después de reconstruir la mayor parte del archivo, que había sido previamente dispersado entre los diversos compradores que asistieron a esa subasta. Ahora, con aproximadamente el 90% de su archivo reconstruido, el trabajo de Vivian es parte de un renacimiento en el interés por el arte de la fotografía callejera.
«Bueno, supongo que nada está destinado a durar para siempre. Tenemos que dar cabida a otras personas. Es una rueda. Te subes, tienes que ir hasta el final. Y luego alguien tiene la misma oportunidad de llegar hasta el final y así sucesivamente». Vivian Maier
Fotografías en color
El cambio al color sucede a partir de 1965 y viene acompañado de un cambio práctico, ya que comienza a trabajar con una Leica, con un visor directamente a la altura de la mirada (a diferencia de la Rolleiflex utilizada hasta entonces).
De esta manera, enfrenta directamente el contacto visual con los demás y fotografía el mundo en su realidad coloreada.
Su escritura del color es única y libre.
Explora las especificidades del lenguaje a color de manera propia, divirtiéndose con la realidad: resalta los detalles llamativos, señala las disonancias abigarradas de la moda y juega con contrapuntos tornasolados.
Informaciones que John Maloof ha vertido en el blog “Vivian Maier”
En la foto se ve a John Maloof (1981) y a Tim Roth (1961), quienes asisten a la apertura de la Exposición «VIVIAN MAIER: COLOR VIVO» el 1 de diciembre de 2018 en Los Ángeles. (Foto de Harmony Gerber/Getty Images)
En 1952 compró su primera cámara Rolleiflex.
A lo largo de su carrera utilizó Rolleiflex 3.5T, Rolleiflex 3.5F, Rolleiflex 2.8C, Rolleiflex Automat y otros.
Posteriormente también utilizó una Leica IIIc, una Ihagee Exakta, una Zeiss Contarex y varias otras cámaras SLR.
Principalmente utilizaba películas Kodak Tri-X y Ektachrome.
De los 100.000 negativos y diapositivas encontrados, su totalidad ha sido digitalizado en hojas de contactos digitales.
Se ha escaneado una selección de fotografías en alta resolución, dicha tarea que continua.
Hay alrededor de 700 rollos de película en color Ektachrome de 35 mm que aún no se han procesado, estan protegidas en un frigorífico hasta que se revelen.
Maloof comenzó a escanear negativos en una Epson V700, y luego con una Imacon 949.
Las hojas de contacto digitales se obtuvieron colocando negativos y diapositivas sobre una mesa de luz que se fotografió con un escáner Better Light Super 8K-HS.
Colección Maloof
John Maloof es el propietario y curador jefe de la Colección Maloof.
La Galería Howard Greenberg se encarga de todas las ventas de impresiones de la Colección. Steve Rifkin de Hank’s Photographic Services realiza todas las impresiones en gelatina de plata y Carl Saytor de Luxlab imprime todos los trabajos en color.
«John Maloof se ha topado con una artista desconocida cuya fotografía se compara con los gigantes, una mujer solitaria que, muerta, está atrayendo el tipo de atención y aclamación que había evitado en vida». Correo Huffington
«El trabajo de Maier y su biografía son recordatorios marcadamente conmovedores de cuán poderosamente todos experimentamos nuestras vidas, en gran medida de forma aislada». – Vanity
«Ahora se la considera una maestra perdida de la forma, la propia Helen Levitt de la Ciudad del Viento». New York Times
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