Palladio+Scamozzi arq. el teatro de la vida, parte V
Parte V
En los “Cuatro libros de arquitectura”, testamento arquitectónico y la herencia que nos legara Andrea, editado en Venecia en 1570 escribió “…la siguiente obra, ha sido comenzada por los condes y hermanos Francesco y Ludovico Trissino, en Meledo, villa de Vicenza. El sitio es bellísimo, porque está en una colina, bañado por un agradable arroyo, y…en medio de una espaciosa llanura, y al lado…un camino bastante frecuentado”.
Ya había realizado para ellos un palacio en Vicenza, en Contro Riale, además de una casa suburbana.
Cuando se entra en Sarego, nombre actual de Meledo, y girando a la derecha, nos detiene una puerta reja, y un cartel donde se lee “Villa Trissino. Arch A. Palladio (1540-1547).
Mientras entramos creemos oírlo leer su capítulo XII, de sus libros: “Las casas de la ciudad son realmente de mucho esplendor y comodidad para el gentilhombre, teniendo que vivir en ellas todo el tiempo que le haga falta para la administración de la república y gobierno de las propiedades…y además por el ejercicio que en el campo se suele hacer a pie y a caballo, el cuerpo conservará más fácilmente su salud y vigor….el ánimo se repondrá y tranquilamente podrá dedicarse a los estudios de las letras y a la contemplación… Al elegir el sitio para la casa de campo se deben tener en cuenta todas aquellas consideraciones que se hacen al elegir el sitio en la ciudad, puesto que la ciudad no es más que una casa grande, y por el contrario, la casa una ciudad pequeña”.
El grabado que vemos en su tratado nos da la imagen de una estructura imponente, de varios niveles, el desarrollo de un complejo romano. Llama la atención las dos barchesse con columnas toscanas.
Al no estar terminado, nos pude hacer pensar que fue el desarrollo de una villa grandiosa que “navega” en la orografía ondulante del pueblo de Meledo. Hoy al lado de una iglesia parroquial desde donde se disfruta las vistas desde una colina. Podemos suponer una hipótesis teórica imaginada para un sitio real.
Durante más de 7 años, la familia de Livia Pertile y su marido Antonio Ognisanto recuperaron la barchesse que está al lado del río Guá y que posee una torre, una acción fundamental ya que el complejo estaba reducido a un estado de abandono y su conservación en peligro.
Un día, el hijo de Antonio entra en la cocina de la planta baja donde me alojé, lo saluda, y se va. Antonio, enorme en su aspecto y su afecto, mira el suelo, y comienza a llorar, silencioso, lentamente, tristemente. Su hijo se va a estudiar a Milán, y el allí, en el palacio inconcluso de Palladio, 4 siglos y poco más, Antonio vive su pena. Me acerco, lo abrazo, le digo que sé lo que sucede, lo viví. Ese día, sentado en mi mesa, comenzamos a entendernos en distintos idiomas con un solo sentimiento. El premio, recorrer, los espacios aun no restaurados, la torre, el colmenar, la grandiosidad de lo que pocas veces el hombre puede representar, como lo hizo Bach, como tantos pocos otros.
Antonio me explicó que el techo de la última estancia, bajo la torre la pintó Eliodoro Forbicini (1533-..) de la escuela de Veronese, que sobresalió con sus grotescos. La pintura grotesca, se refiere a lo extraño, misterioso, magnífico, fantástico, horrible….se utiliza como calificativo de formas extrañas, distorsionadas. También a un estilo extravagante. Me dice que son muy admiradas dos habitaciones que realizó en el Palazzo Canova. Esto también nos une.
Todos dicen que la enorme reputación de Andrea Palladio, en sus inicios, y muchos más después de su muerte, se ha basado en su enorme habilidad como diseñador de villas. Éstas fueron necesarias debido a la guerra de la llamada Liga de Cambrai, que provocó una enorme destrucción de casas en los 8 años ((1509-1517) en los que se enfrentaron Francia, los Estados Pontificios y la República de Venecia, a los que se les unieron en forma intermitente España, el Sacro Imperio Romano Germánico, Inglaterra, Escocia, el Ducado de Milán, Florencia, el Ducado de Ferrara y Suiza.
El Papa Julio II crea una liga anti veneciana que llaman la Liga de Cambrai, cuyo objetivo era contener la influencia veneciana en el Norte de Italia. No solo resultaron dañadas las casas, junto a ellas también sufrieron las infraestructuras rurales. La recuperación fue lenta y llega el año 1540, que es cuando crece el mercado urbano de los productos alimenticios y la decisión política de liberar a Venecia y el Véneto, de la dependencia del cereal que provenía del exterior, especialmente el que provenía del peligroso y amenazante imperio otomano. Se invirtió en agricultura y en estructuras, así como en irrigación y drenajes. Los latifundistas invertían y al mismo tiempo crecían tanto sus parcelas como su riqueza.
Existía la necesidad de un nuevo tipo de residencia rural. Algunas pretendían tener un gran palacio en el campo, casi como el de la ciudad, ese fue el caso de la enorme villa da Porto en Thiene, otros tenían la idea de casas o villas más pequeñas para establecer una presencia social y política en el campo y se las adaptó para el reposo, la caza y evitar vivir en las “malsanas ciudades”. No menor era la pretensión de impresionar a vecinos y huéspedes, muchas veces importantes socialmente, y otras económica y políticamente. Palladio dio respuestas a estas necesidades, y de qué manera!
Imagino a Andrea, pensando que debía documentar de entre todas sus obras aquellas que podrían ser un modelo por los siglos de los siglos, de un referente y un festejo a la buena arquitectura. Ese, debió ser su objetivo, y me lo imagino con el mismo empeño, con que 152 años más tarde, en 1722 Johann Sebastián Bach escribiera el clave bien temperado (templado), para demostrar que otra afinación o temperamento era posible. Se alejaba así de las formas de afinación pitagóricas o las de Aristógenes. Ambos tomaron los elementos preexistentes para crear y producir espacios para una mejor vida. Seguramente alguien dijo, y si no lo dijo, podemos decirlo nosotros:
– Son genios, saben, que deben dejar referentes, claras señales que permitan a los demás seguirlas.
Y estoy seguro que Andrea escribía con ese propósito en sus Cuatro libros de arquitectura, sobre esta villa: “…la siguiente obra, ha sido comenzada por los condes y hermanos Francesco y Ludovico Trissino, en Meledo, villa de Vicenza. El sitio es bellísimo, porque está en una colina, bañado por un agradable arroyo, y…en medio de una espaciosa llanura, y al lado…un camino bastante frecuentado. En lo alto de la colina ha de estar la sala, redonda, rodeada por las habitaciones, pero ha de tomar la luz por encima de ellas. En la sala hay algunas medias columnas que sostienen un balcón al que se entra por las habitaciones de arriba…debajo…están las cocinas, los tinelos y demás lugares. Y como cada lado tiene vistas bellísimas, hay cuatro logias, de orden corintio, sobre cuyos frontispicios surge la cúpula de la sala. Las logias, en semicírculo, tienen un aspecto muy grato. Más abajo, y ya casi en lo llano. Están las bodegas, los establos, los graneros, la vivienda del capataz, y otras dependencias para los trabajos de campo. Las columnas de estos pórticos son de orden toscano, junto al arroyo, en los ángulos del patio, hay dos palomares”.
En muchos casos, además de escribir y comentar sus proyectos, los construía.
Buscando quienes eran los integrantes del estudio de Palladio, he dado con Domenico Groppino, arquitecto y proyectista.
En las documentaciones que encontré menciona que colaboró en el proyecto en 1550 y en su construcción entre 1555 y 1584 en la Villa que les encargó construir don Giovanni Chiericati.
Ubicado en Vancimuglio, localidad de Grumolo delle Abbadesse, sobre la calle Via Nazionale, 1. Giovanni, era hermano de Girolamo, para los cuales Andrea realizó el palacio en la Isola de Vicenza, en esos años. En 1557, un año antes de la muerte de Giovanni, la villa estaba incompleta, recién en 1564. Estaba cubierta, pero le faltaban los áticos y las ventanas.
No se terminó hasta 1574 en que la compra Ludovico Porto. En 1584, para terminarla contrata a Domenico Groppino, más que correcta decisión. Los trabajos del estudio de Palladio, no dejan de asombrar, y podemos pensar que esta villa fue el prototipo de la Villa Rotonda y de la Villa La Malcontenta. De planta cuadrada.
Podría hacer ocurrido que Andrea dijera:
– saben que haré ? (lo arquitectónicamente correcto debería haber sido “Lo que haremos”, pero ya sabemos que Andrea estaba en lo que estaba.
– Hace tiempo que deseo repetir la idea del Panteón.
– en qué sentido?
– añadiendo un pronaos.
– pero siempre nos has dicho que era un elemento arquitectónico que precedía el acceso a un templo o a un lugar de oratoria.
– Si, pero ahora digo que lo será de una villa.
Por lo que ocurrió, es decir que el pronaos se construyó, entiendo que nadie dijo esta boca es mía.
A callar y proyectar.
Nunca antes el pronaos de un templo se había incorporado al diseño de una villa.Se sabe que Andrea en su libro “Los 4 libros de la arquitectura”, da valor a conceptos como tradición, sistematización y belleza en relación a las visiones que existían en ese momento.
Esa tradición la recupera a partir del acercamiento que hace de otros tratadistas como Vitruvio y sobre todo a sus análisis de la arquitectura de la antigua Roma.Debió pensar en la importancia de comprender la historia para poder dar las claves de un nuevo lenguaje arquitectónico. Quizás les recordó a sus colaboradores, lo que escribiera en su libro:
“… y me dediqué a la investigación de las reliquias de los viejos edificios, que han permanecido a pesar del tiempo y de la crueldad de los bárbaros. Y hallándolos dignos de mayor consideración de lo que había pensado, comencé a medir prolijamente y con mucha diligencia cada parte suya. Con lo que vine a ser solícito investigador, no sabiendo distinguir nada, que con razón y bella proporción no fuera hecho”.
Si hubiera estado dando una teórica en cualquier escuela de arquitectura hubiera dicho:
– Doy mucha importancia a la historia como principio de la arquitectura, tanto como se la doy a la tradición clásica y a la formación humanista. Hacer arquitectura no es solo un mero hacer, es hacer la conexión entre arquitectura y filosofía, y entre arquitectura y ética.
Lo habrían aplaudido, ya no como una formalidad sino como una comprensión de un pensamiento esencial de la arquitectura. Luego Palladio presentaría a su amigo Daniel Bárbaro, que diría:
– El arte pertenece al campo de las verdades “inciertas” mientras que la ciencia pertenece al campo de las verdades “ciertas”. Y ambas, el arte y la ciencia se expresan en la arquitectura.
Miraría a Andrea sonriente, recordándole la importancia de una base aristotélica en cualquiera de sus consideraciones y reflexiones.
Andrea sabía que estudioso de filosofía, matemática y óptica, tenía sólidos conocimientos, había sido traductor y comentarista del tratado “De architectura” de Vitruvio y le estaba agradecido por la encomienda de la Villa Barbaro en Maser alrededor de 1560.
Arq. Hugo Alberto Kliczkowski Juritz
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Artículos sobre Palladio
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