Vivian Maier, Gracias por mantenerla viva, segunda parte

primera parte http://onlybook.es/blog/vivian-maier-gracias-por-mantenerla-viva/

Su vida

La historia de Vivian Maier es una historia inédita, tan insólita como inesperada.

Un legado fotográfico que esconde una apasionante y secreta historia.

Hemos comentado que ejerció como niñera durante más de cuatro décadas, y en su tiempo libre creó una realidad paralela y secreta en la que hizo miles de fotografías, grabó sonidos urbanos y rodó en Super 8 y 16 mm; y las tres cosas las hizo con una maestría y una modernidad absoluta no común en alguien que puede considerarse una fotógrafa amateur.

Logró abrir una fascinante ventana a la vida cotidiana en los espacios públicos. Acumuló más de 2.000 rollos de película sin revelar, 5.000 fotografías impresas y más de 120.000 negativos que, aparte de ella, prácticamente nadie más contempló durante su vida.

Cuando gran parte de sus bienes, así como la totalidad de su producción fotográfica, fueron depositados en un trastero guardamuebles, y son posteriormente embargados y vendidos, entra en escena John Maloof (1981), un joven estudiante que buscaba fotos para documentar un trabajo que estaba haciendo sobre su barrio.

Las adquirió, en una pequeña subasta de Chicago.

Maloof descartó las fotografías para este fin, pero reveló una parte de ellas con el propósito de venderlo en internet.

Allan Sekula (1951 – 2013) un conocido artista estadounidense de origen polaco, fotógrafo, escritor, cineasta, teórico y crítico de fotografía, lo contactó para advertirle de que aquellas fotos estaban cargadas de gran talento

Pero ¿quién estaba detrás de la cámara?

Las investigaciones de Maloof le llevaron a averiguar que la autora de las instantáneas era Vivian Maier, una misteriosa mujer que había vivido entre Chicago y Nueva York.

El legado de Maier se ha convertido en una extraordinaria sorpresa para los expertos, quienes quedaron asombrados ante fotografías dotadas de una modernidad y una calidad insólita para los años y las circunstancias en los que fueron producidas.

Estas singularidades han llevado a Vivian Maier a ser comparada con maestros de la talla de Diane Arbus (1923 – 1972), Robert Frank (1924 – 2019), William Klein (1926 – 2022) o Garry Winogrand (1928 – 1984).

Lo dramático de esta historia es que Maier nunca llegó a saber que su secreta pasión, la sacaría del anonimato hasta convertirla en una enigmática y fascinante figura.

Ahora podemos admirar su trabajo, ya que sus fotos son el testimonio de su contemplación del mundo, ese “algo” furtivo de la mente de esta misteriosa persona de la que parece que siempre quedarán incógnitas.

El impacto que Vivian Maier ha generado en el mundo de la fotografía ha llevado su trabajo a las mejores galerías del mundo y a verse publicado en multitud de libros sobre su obra.

Maloof dirigió en 2013 la película “Finding Vivian Maier”, que fue nominada a los Oscar en 2014 a “Mejor largometraje documental”. Gracias a las investigaciones y entrevistas llevadas a cabo por John Maloof tras la muerte de la fotógrafa.

«Porque todas las comidas se han cocinado, los platos y las tazas lavado; los niños enviados a la escuela y arrojados al mundo. Nada queda de todo ello; todo desaparece. Ninguna biografía, ni historia, tiene una palabra que decir acerca de ello». Una habitación propia, 1929. Virginia Woolf

Un paseo por su vida El trabajo de Vivian Maier (Nueva York, 1926 – Chicago, 2009) nos cuenta mucho de su vida, aunque siguen existiendo numerosas sombras acerca de su biografía.

En 1951, a los 25 años, Maier emigró definitivamente a EE. UU., primero a Nueva York y en 1956 a Chicago. Ante su precaria situación económica, la familia Gensburg, para la cual había trabajado durante casi 17 años, le proporcionó un piso donde vivir hasta que murió en 2009 en el más absoluto anonimato. La exposición comienza en los años 50, fecha de emigración a Estados Unidos.

La exposición

Se divide en 6 secciones: Infancia, Retratos, Formalismos, Escenas de calle, Autorretratos y Fotografías a color.

1 Infancia

Vivian Maier/Maloof Collection. Cortesía de la Galería Howard Greenberg de NY

1955. San Francisco

Para Maier el acto de fotografiar era su forma de relacionarse con la gente. Fijaba su mirada sobre el mundo evocando a la poética de las ensoñaciones, propia del mundo infantil.

En esta sección se aprecia el grado de empatía que Maier tenía con los niños. La infancia es una constante de vital importancia en su obra.

Bajo esta temática contemplamos fotografías en las que los niños son los protagonistas; ya sean imágenes de niños posando de forma individual, jugando en grupo o mirando fijamente a la cámara.

Destacan multitud de fotografías de niños acompañados por adultos, lo que hace pensar que a Maier le atraía estudiar fotográficamente el vínculo que existía entre ambos.

Los niños a los que cuidaba la acompañaban en sus merodeos, en los largos paseos a través de los cuales descubría miles de lugares, personas, historias y secretos. Sus niños también se convertían en sus modelos, en pretextos para llevar a cabo escenificaciones, retratos, historias, juegos…

2 Retratos

Este apartado concentra, mayoritariamente, gran variedad de fotografías de mujeres, ancianos e indigentes. Estas imágenes son un testimonio de su curiosidad por la vida cotidiana y rasgos de las personas que llamaban su atención. Mientras que algunas fotografías son, evidentemente, instantáneas tomadas a escondidas, otras son fruto de un encuentro real entre Maier como fotógrafa y sus modelos, que son fotografiados de frente y a poca distancia.

1959. Kochi, India.VM1959W04098-13-MC

Es en los retratos donde Maier se acerca al otro. Resulta oportuno hacer una distinción entre los retratos de personas que pertenecían a las clases más bajas -con las cuales se podría identificar ella misma- y los retratos de personas con una vida aparentemente acomodada.

1959. 27 de junio. Asia. VM1959W02455-11-MC
1957. Florida. VM1957W02584-04-MC

Al observar los retratos de estas personas, que habitaban en los márgenes del mundo -con las que Maier se sentía en parte identificada- da la sensación de que se abandonan a la imagen, a la fotografía. No sonríen, no pretenden conseguir nada con su imagen más allá de, simplemente, describir quiénes son. La sencillez, el desconcierto, la austeridad y la cercanía están muy presentes en este género. Cabe destacar algo insólito en esta serie de retratos; en algunos de ellos Maier imprime su rostro sobre los de las personas que está fotografiando. Esta peculiaridad hace que sus retratos representen también a su propia persona y, en definitiva, puedan considerarse, además de retratos, como autorretratos. Si bien en la serie de retratos populares refuerza a sus protagonistas tomando estas instantáneas respetando una cierta distancia, en el caso de los retratos de individuos de clases altas, Maier les empuja literalmente, o se choca apropósito con ellos, provocando en ellos un gesto algo negativo, reacción que aprovecha y capta con cierta ironía.

Una parte importante de sus retratos los protagonizan vagabundos, personas abandonadas a su suerte por las cuales sentía compasión.

Untitled, c.1950 © Vivian Maier/Maloof Collection, Cortesía Galería Howard Greenberg de NY

New York Public Library, New York, c. 1952 © Vivian Maier/Maloof Collection, Cortesía de la Galería Howard Greenberg de NY

Peca en ocasiones de entrometida y “asalta”, de forma un tanto descortés, la esfera privada de estas personas. Si el trabajo de Garry Winogrand lo asociamos rápidamente con el concepto de agresividad y el de Robert Frank con la crítica social, en el ámbito de los retratos, el trabajo de Vivian Maier lo podríamos asociar con la osadía.

3 Formalismos

Incluye una selección de imágenes cuya importancia radica en los rasgos formales de los elementos que aparecen en las fotografías. Define a la perfección la obsesión de Maier no tanto por la imagen en sí como por el acto de fotografiar. Tomaba imágenes de personas, de la calle, de objetos, de paisajes… En ocasiones, parece que concebía lo que fotografiaba solamente desde un punto de vista formal, sin preocuparse por el discurso o el contenido de las fotografías.

Dos de los aspectos por los que mejor se reconoce el trabajo de Maier son el encuadre y el equilibrio en sus fotografías; la mayoría de ellas tomadas de frente, con cierto pragmatismo.

El equilibrio reside en las tensiones que generan los grandes ejes del encuadre, en la disposición de las líneas, formas y volúmenes, elementos a los que las escenas urbanas suelen prestarse. Concede tambien una gran importancia a lo que queda “al lado” de la anécdota, a estructuras geométricas, a los ritmos gráficos de las arquitecturas, a sus texturas.

La mayoría de ellas son imágenes de elementos próximos a la anécdota, ya sean estructuras, formas o geometrías, las cuales componen una especie de minimalismo visual. Apreciamos fotografías con una descripción muy sintética, con grandes ejes que delimitan el espacio. Multitud de líneas, formas y volúmenes que anuncian la desaparición de la figura.

Estas imágenes son el preámbulo de su trabajo en color que comenzó en los años sesenta.

Sin fecha. VM19XXW00508-12-MC
1953. Nueva York, NY. VM1953W00060-07-MC
1954. Nueva York, NY.VM1954W00009-07-MC
1956. Chicago

4 Escenas de Calle

1954. 8 de octubre. Nueva York, NY
VM1954W02938-01-MC

Otro interesantísimo apartado, y el más extenso de la exposición, es el denominado Escenas de calle, que incluye algunas de sus fotografías memorables de la arquitectura y la vida urbana de Nueva York y Chicago, sobre todo de los años 50 y 60, especialmente de sus barrios más populares.

Aunque no tuviera un terreno acotado de actuación tomó numerosas imágenes den las calles de NY y Chicago, especialmente en sus barrios más populares.

1954. NY.

La calle era su teatro y sus imágenes un pretexto.

Con sus instantáneas extraía la belleza de lo ordinario buscando en lo cotidiano aquellos resquicios casi invisibles a través de los cuales accedía a “su mundo”. Desconocidos, gente anónima, formaban parte de ese mundo. Maier se alineaba en el espacio con aquellas personas; buscaba su sitio idóneo y su ángulo óptimo. Lo que medía con su cámara no era la luz, era su distancia con el otro. “Distancia” es la palabra clave en su trabajo.

1950. NY.
1962. Chicago.

Es importante resaltarlo porque constituye la base de su modus operandi. La relación de Maier con las personas que aparecen en sus fotografías se forjaba, inevitablemente, mediante el objetivo de su cámara. En la mayoría de las imágenes que forman parte de esta sección su atención se centra en el “otro”. Éste se convierte por un instante en el actor principal –o secundario, según el caso- de micro sucesos. En sus escenas callejeras no entraba en el escenario que fotografiaba; se quedaba en su umbral, en el límite. Ni demasiado cerca para interferir, ni demasiado lejos para ser invisible. Simplemente fotografiaba lo que veía; no intentaba captar nada excepcional, solo las pequeñas cosas, las verdaderamente importantes en la definición de cada persona o situación: un detalle, un gesto, una actitud, una inflexión en la realidad transformada en anécdota.

1956. Setiembre. Mujer Armenia discutiendo en el
East 86th Street

.

5 Autorretratos

Sin fecha. Autorretrato.

Es quizás una de las facetas más reconocibles de su trabajo.

Los autorretratos marcaron su trayectoria fotográfica. Realizó infinidad de ellos, tantos como posibilidades de descubrir quién era ella misma; algo que se proponía con cierta insistencia y aparente obsesión. Es por ello por lo que este subgénero tiene una sección propia dentro de la exposición (Autorretratos) en la que observamos su sorprendente habilidad para aprovechar reflejos y elementos que encontraba en su día a día para realizar fantásticas composiciones en las que incorporaba su figura.

A menudo, en sus autorretratos Maier rehuía de la simple confrontación visual en favor de una mirada perdida, confusa, interrumpida por un reflejo que distorsionaba su imagen.

En otras ocasiones, observamos cómo el perfil de su sombra se extiende en el suelo como un charco de agua y, en otras, su rostro rebota sobre algo y se escapa, se desvía del camino, del encuadre de la imagen. Aquí encontramos una contradicción -o lucha personal- entre el concepto de escapar y encontrarse a sí misma, como hemos mencionado anteriormente. En cualquier caso, y al parecer, lo que buscaba era hallar su lugar en el mundo, como ella misma expresa en uno de los sonidos que grabó.

6 fotografías a color

1977. Noviembre. Chicago.
1959. Chicago

Por último, el apartado Fotografías a color incluye las fotografías más recientes de la artista. A partir de 1965, Maier comienza a abordar la fotografía en color. Este paso al color viene acompañado de un cambio técnico, ya que empieza a trabajar con una Leica, mucho más ligera y con el visor situado a la altura de la mirada, diferencias muy importantes respecto a la Rolleiflex que había usado hasta entonces. Este cambio refuerza su contacto visual con las personas que fotografía. En esta sección es el espectro cromático el que capta la atención de Maier. La experimentación cromática es la protagonista indiscutible en esta sección. Explora las características del lenguaje cromático con cierta ligereza, elaborando su propio léxico. Subraya los detalles chillones, fija su mirada en las disonancias abigarradas de la moda y juega con los contrastes. El resultado son imágenes singulares, libres e incluso lúdicas. En ellas se aprecia cómo se divierte con la realidad a través de su cámara.

Además de la variadísima selección de fotografías, repartidas entre las seis secciones de la exposición, se incluye 9 películas en Súper8, realizadas entre 1965 y 1973.

A través de este material se puede constatar cómo establece una relación muy lúdica y desenvuelta con el medio ignorando cualquier tecnicismo. En esas películas, vemos cómo se aleja, se acerca, rodea algo que su intuición y su percepción le llevaban a ver, hasta detenerse, encuadrar, y entonces era cuando tomaba la decisión de captar esa imagen concreta. Su cámara grababa el movimiento de sus ojos, más que el propio contenido que enfocaba.

La capacidad de Maier para capturar el encuadre correcto en el momento exacto, con elementos de iluminación, movimiento y esencia alineados, se revela en el hecho notable de que rara vez tomó más de una imagen del mismo momento en el tiempo.

“¿Por qué nunca le mostraste a nadie tu trabajo? ¿Estás de acuerdo con lo que estoy haciendo?”. John Maloof, descubridor del material de Vivian Maier. Entrevista para Lomography Magazine, 2011.

continua la tercera parte en http://onlybook.es/blog/vivian-maier-gracias-por-mantenerla-viva-tercera-parte/

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Arq. Hugo Alberto Kliczkowski Juritz

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Salvemos al Parador Ariston de su ruina

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Vivian Maier, Gracias por mantenerla viva, primera parte

segunda parte http://onlybook.es/blog/vivian-maier-gracias-por-mantenerla-viva-segunda-parte/

Exposición de Photo ESPAÑA

Fundación Canal, c/Mateo Inurria, 2. Madrid

Comisaria: Anne Morin, directora de di/Chroma photography

9 de junio al 14 de agosto de 2016.

La Fundación Canal presentó “Vivian Maier, Street Photographer”, la primera gran exposición de quien, tras su muerte, se convirtió́ en referente mundial de la fotografía.

“Supo captar su tiempo en una fracción de segundo. Transmitió la belleza de las cosas corrientes, buscando lo cotidiano, en lo banal, las fisuras imperceptibles y las inflexiones furtivas de la realidad”.

Vivian Maier, uno de los personajes más sorprendentes y mediáticos de la fotografía contemporánea, alternó su profesión de niñera con su oculta y gran pasión: realizó más de cien mil fotografías que nunca mostró.

Tras su muerte en la indigencia y en el anonimato artístico, su archivo fue encontrado por accidente, y desde que su obra vio la luz en 2010 se ha convertido, en uno de los mayores referentes mundiales de la “fotografía de calle” y en un fenómeno mediático.

Esta exposición por primera vez en Madrid hace un recorrido global por la obra de Vivian Maier, abordando de forma temática sus principales intereses y mostrando la calidad de su mirada y la sutileza con la que hizo suyo el lenguaje visual de su época.

Desde una mirada interesada en lo urbano y en la conformación de la vida en las ciudades, es decir desde una perspectiva arquitectónica, las fotografías de Vivian nos recuerdan el alma que habita donde habitamos.

No son solo calles, no son solo autos, no son solo espacios, sino que es todo junto y al mismo tiempo, la sucesión de imágenes refleja nuestra vida.

En la película Smoke, de 1995, de Paul Auster y dirigida por Wayne Wang, el protagonista Auggie Wren (Harvey Keitel) saca fotos desde el umbral de la entrada de su negocio, de venta de artículos para fumar, siempre en la misma dirección, cada día que puede.

Su amigo, el novelista Paul Benjamín (William Hurt) lo visita y cuando ve el álbum fotográfico, le dice

-son todas iguales, mientras da vuelta las páginas, para que lo haces le pregunta

Hasta que de repente en una de ellas, en lugar de ver paseantes, gente que cruzaba en una u otra dirección ve a su mujer.

En realidad, a la mujer que era su mujer, porque había fallecido, se queda mirándola, no recuerdo que dice, pero puedo recordar que en ese momento entendió el protagonista, entendí yo, que, siendo las mismas fotos, no son las mismas.

El tiempo, las personas, los recuerdos nosotros mismos, no somos los mismos.

El crítico Carlos Boyero (1953), escribió de la película” …la veo con frecuencia…ayuda a sobrevivir…”

La imagen del rio que parece el mismo, donde el agua corre permanentemente, nos recuerda fácticamente que ese rio, nunca es el mismo río, aunque lo parezca.

Por eso me intereso tanto la exposición de Vivian Maier, sus fotografías ayudan tambien a sobrevivir.

Contenido de la exposición.

1957. 9 de enero. Florida
VM1957W03436-09-MC

La muestra incluye un total de 120 fotografías, además de una selección de contactos, realizadas entre 1950 y 1981, de las cuales 100 imágenes en blanco y negro cubren el periodo de 1950 a 1970 y otras 20 a color el de 1965 a 1981.

Además de 9 películas en Súper 8 realizadas entre 1965 y 1973. Este material nos traslada magistralmente a un interesante “paseo” por las calles de Nueva York y Chicago de la segunda mitad del siglo XX. Descubrimos una historia en cada rincón y una vida detrás de cada uno de los gestos de los protagonistas de esta exposición: hombres, mujeres y niños; ancianos, vagabundos y personas con una vida acomodada, trabajadores o simplemente personas que viajan en un tren. Pero todas ellas tienen algo en común, algo que en un momento determinado llamó la atención de Vivian para que formaran parte de su mundo.

Su vida puede evocar fácilmente la famosa cita de Churchill “Un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma”.

Vivian Maier (1 de febrero de 1926 – 21 de abril de 2009) nació en la ciudad de Nueva York en el barrio del Bronx.

Pasó la mayor parte de su juventud en Francia, su madre era francesa, nacida en los Altos Alpes del Valle del Champsaur, cerca de la localidad de Gap, su padre era austrohúngaro.

A principios del siglo XX, las familias Maier y Jaussaud abandonaron sus respectivas patrias en busca de una vida mejor en los Estados Unidos. Se habían conocido en Nueva York donde se casaron en 1919. En 1920 nació su primer hijo, Charles, y 6 años después llegaría al mundo Vivian. El “sueño americano” no se cumplió para la familia Maier, tuvieron que resignarse a una situación bastante más difícil que la que habían dejado atrás. A Vivian le tocó vivir en una familia desgastada por las dificultades económicas.

1953. Septiembre. NY

En 1930, cuando tenía tan solo 4 años, su padre les abandonó, la tutela de su hermano Charles pasó a sus abuelos paternos que vivían en el Bronx. Maria Jaussaud y su hija Vivian se instalaron en este mismo barrio, en la casa de una amiga de la madre Jeanne Bertrand, también procedente de Champsaur, quien ejercía desde 1912 como escultora y fotógrafa en Nueva York, era una retratista de renombre, en 1902 había sido proclamada por el Boston Globe como una de las mejores fotógrafas de Connecticut.

Jeanne Bertrand marcó, y mucho, la vida de Vivian Maier, aunque no hay muchos datos que permitan valorar qué tipo de influencia pudo ejercer sobre ella. Los años 30 y 40 son bastante borrosos en la vida de Vivian. Se sabe que regresó y se instaló junto a su madre en el Valle de Champsaur, y en 1939 con 13 años realiza con su madre una de sus visitas esporádicas a Nueva York por los litigios con la justicia por temas vinculados a su hermano Charles.

En 1951 regresa definitivamente, pero sola, sin su madre.

Viajó en el barco de vapor “De Grass”, y mientras vivió en Nueva York trabajo de niñera para una familia de Southampton.

Brownie Kodak de Vivian Maier

Fue en 1949 que estando en Francia, comenzó a sacar sus primeras fotografías con una modesta e inexacta cámara de caja marca Kodak Brownie de su madre, una pequeña cámara de aficionados con una sola velocidad de obturación, sin control de enfoque y sin dial de apertura.

Su pantalla era diminuta y sus resultados muy pobres.

En 1952, compra una cámara Rolleiflex.

Cuando se muda definitivamente a los suburbios de North Shore de Chicago otra familia la emplearía como niñera para sus tres hijos.

Mantuvo contacto con ellos durante el resto de su vida.

En 1956 ya instalada en Chicago, pudo tener un baño privado y un cuarto oscuro donde procesar sus impresiones y revelar sus propios negativos en blanco y negro.

El baño de Vivian Maier hacía las veces de cuarto oscuro, algunas de sus cámaras. er hacía
las veces de cuarto oscuro. Derecha: algunas de sus cámaras

A comienzos de los 70, cuando los niños ya eran mayores, debió dejar el empleo, y se muda de familia en familia, sus negativos comenzaron a acumularse.

Tomó fotos constantemente a lo largo de cinco décadas, dejando más de 100.000 negativos, la mayoría de ellos sobre Chicago y Nueva York.

Documentó el mundo que la rodeaba a través de películas caseras, grabaciones y colecciones, armando una de las ventanas más fascinantes a la vida urbana estadounidense de la segunda mitad del siglo XX.

En su tiempo libre, tomaba fotos que celosamente escondía de los ojos de los demás. Tomando instantáneas a finales de la década de 1990, dejaría un cuerpo de trabajo inmenso. Su pasión por documentar se extendió a una serie de documentales caseros y grabaciones de audio.

Fragmentos interesantes de Estados Unidos, la demolición de monumentos históricos para dejar lugar a los nuevos desarrollos, las vidas invisibles de varios grupos de personas e indigentes, así como algunos de los sitios más preciados de Chicago, fueron meticulosamente catalogados por Vivian.

Fue un espíritu libre, y un alma orgullosa, que cuando se queda sin recursos fue salvada por tres de los niños que había cuidado anteriormente en su vida. Ellos recordaban con cariño a Maier como una segunda madre, y se unieron para pagar su apartamento y se hicieron cargo de ella.

Sin que ellos ni nadie lo supieran, uno de los almacenes donde Vivan guardaba sus fotografías fue subastado para cancelar sus pagos atrasados.

Había armarios llenos de aquellos negativos que guardó en secreto a lo largo de su vida, además de objetos que encontraba, como libros de arte, recortes de periódicos, películas caseras, o chucherías.

El enorme cuerpo de trabajo de Maier saldría a la luz cuando en 2007 su trabajo fue descubierto en una casa de subastas local de segunda mano en el lado noroeste de Chicago. A partir de ahí, eventualmente impactaría en todo el mundo y cambiaría la vida del hombre que defendió su trabajo y lo llevó al ojo público, John Maloof.

Actualmente, la obra de Vivian Maier está siendo archivada.

John Maloof está en el centro de este proyecto después de reconstruir la mayor parte del archivo, que había sido previamente dispersado entre los diversos compradores que asistieron a esa subasta. Ahora, con aproximadamente el 90% de su archivo reconstruido, el trabajo de Vivian es parte de un renacimiento en el interés por el arte de la fotografía callejera.

«Bueno, supongo que nada está destinado a durar para siempre. Tenemos que dar cabida a otras personas. Es una rueda. Te subes, tienes que ir hasta el final. Y luego alguien tiene la misma oportunidad de llegar hasta el final y así sucesivamente».  Vivian Maier

Fotografías en color

El cambio al color sucede a partir de 1965 y viene acompañado de un cambio práctico, ya que comienza a trabajar con una Leica, con un visor directamente a la altura de la mirada (a diferencia de la Rolleiflex utilizada hasta entonces).

De esta manera, enfrenta directamente el contacto visual con los demás y fotografía el mundo en su realidad coloreada.

Su escritura del color es única y libre.

Explora las especificidades del lenguaje a color de manera propia, divirtiéndose con la realidad: resalta los detalles llamativos, señala las disonancias abigarradas de la moda y juega con contrapuntos tornasolados.

Informaciones que John Maloof ha vertido en el blog “Vivian Maier”

En la foto se ve a John Maloof (1981) y a Tim Roth (1961), quienes asisten a la apertura de la Exposición «VIVIAN MAIER: COLOR VIVO» el 1 de diciembre de 2018 en Los Ángeles. (Foto de Harmony Gerber/Getty Images)

En 1952 compró su primera cámara Rolleiflex.

A lo largo de su carrera utilizó Rolleiflex 3.5T, Rolleiflex 3.5F, Rolleiflex 2.8C, Rolleiflex Automat y otros.

Posteriormente también utilizó una Leica IIIc, una Ihagee Exakta, una Zeiss Contarex y varias otras cámaras SLR.

Principalmente utilizaba películas Kodak Tri-X y Ektachrome.

De los 100.000 negativos y diapositivas encontrados, su totalidad ha sido digitalizado en hojas de contactos digitales.

Se ha escaneado una selección de fotografías en alta resolución, dicha tarea que continua.

Hay alrededor de 700 rollos de película en color Ektachrome de 35 mm que aún no se han procesado, estan protegidas en un frigorífico hasta que se revelen.

Maloof comenzó a escanear negativos en una Epson V700, y luego con una Imacon 949.

Las hojas de contacto digitales se obtuvieron colocando negativos y diapositivas sobre una mesa de luz que se fotografió con un escáner Better Light Super 8K-HS.

Colección Maloof

John Maloof es el propietario y curador jefe de la Colección Maloof.

La Galería Howard Greenberg se encarga de todas las ventas de impresiones de la Colección. Steve Rifkin de Hank’s Photographic Services realiza todas las impresiones en gelatina de plata y Carl Saytor de Luxlab imprime todos los trabajos en color.

«John Maloof se ha topado con una artista desconocida cuya fotografía se compara con los gigantes, una mujer solitaria que, muerta, está atrayendo el tipo de atención y aclamación que había evitado en vida». Correo Huffington

«El trabajo de Maier y su biografía son recordatorios marcadamente conmovedores de cuán poderosamente todos experimentamos nuestras vidas, en gran medida de forma aislada». – Vanity

«Ahora se la considera una maestra perdida de la forma, la propia Helen Levitt de la Ciudad del Viento». New York Times

1953. Octubre 18. NY

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Arq. Hugo Alberto Kliczkowski Juritz

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Let’s save the Parador Ariston from its ruin

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Berenice Abbot. retratos de la Modernidad

Berenice Abbott

Retratos de la Modernidad

Fundación Mapfre.

Paseo de los Recoletos, 23 (28004) Madrid

Del 1 de Junio al 25 de Agosto 2019

Cuando en 1918 la fotógrafa Berenice Abbott llega a Nueva York desde Ohio – donde había nacido veinte años antes, en Springfield- se da de bruces, por pura casualidad, con aquello que andaba buscando aunque entonces no lo supiera. En unas pocas manzanas, en el Greenwich Village neoyorquino –uno de los barrios al sur de la ciudad-, se movía un grupo de artistas e intelectuales- Mina Loy. Marcel Duchamp, la baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven, Djuna Barnes, etc.- que iba a marcar su vida e incluso su carrera futura. Entonces Abbott quería ser periodista, pero al no contar con la asignación mensual de los integrantes de aquel grupo, que tiene una posición económica más bien acomodada, Abbott se ve forzada a aceptar los trabajos más inverosímiles. Seguramente a causa de su propia situación material, no comparte la idealización sobre la clase obrera de muchos de sus amigos entonces, si bien aspira como ellos a reescribir el relato normativo y revisar sus exclusiones impuestas.

Y desde luego lo consigue a través de un deslumbrante objetivo fotográfico: a lo largo de su carrera la suya es una mirada aguda, capaz de captar las diferentes modernidades y retratarlas.

De hecho se puede decir que Berenice Abbott –cuya carrera profesional se desarrolla entre Paris y Nueva York- es una retratista excepcional para las modernidades del siglo XX, desde sus retratos de los escritores e intelectuales más vanguardistas y sus fascinantes fotografías de la ciudad de Nueva York, que persigue obsesiva del cielo al suelo, hasta sus imágenes de tema científico, ya en los años ´40, que “retratan” los resultados de diferentes experimentos físicos, que de pronto, se asemejan a las luces de la propia ciudad.

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es Sylvia-Beach-1927.-International-Center-of-Photography.jpg

Sylvia Beach, 1927. International Center of Photography

Peggy Guggenheim, Francia 1926. Howard Greenberg Gallery


Peggy Guggenheim, una de las mayores coleccionistas de arte del siglo XX, amiga de artistas e intelectuales a ambos lados del océano, se recorta sobre un fondo neutro. Es la fotografía de una mujer de la alta sociedad, segura de sí misma, moderna, en la cual Abbott parece atisbar el futuro de quien va a ser la primera gran mecenas de la contemporaneidad. Talvez por eso, el bello y sencillo retrato tiene algo de documento de una época a la cual pertenece la propia fotógrafa.


Eugène Atget. 1927. The New York Public Library

En 1927 Berenice Abbott retrata de frente y de perfil a Eugène Atget, el fotógrafo adorado por los surrealistas y testigo de Paris de finales del siglo XIX. Es un juego que remeda cierto trabajo documental, de archivo, casi policial, al tiempo que subraya la extraordinaria calidad de Abbott como retratista. En Atget se inspirará para realizar su gran proyecto Changing New York –un fabuloso retrato de Nueva York-, y haciendo gala de una enorme generosidad dedicará sus esfuerzos a promocionarle, adquiriendo incluso sus negativos tras la muerte del fotógrafo francés.

La foto fue sacada al poco tiempo de fallecer su esposa, y el fallece antes de poder ver estas fotografías.


Jean Cocteau, 1927. The New York Public Library

Autor de tantas obras memorables –fílmicas y literarias-, Jean Cocteau aparece abrazado a una especie de máscara que alude, tal vez, al juego de espejos reiterado en su trilogía de Orfeo. Representa cierta masculinidad fragilizada que Abbott rescata a través de homosexuales militantes, como André Gide o Jean Cocteau, o “nuevos hombres”, que han dejado de ser tipos seguros de sí mismos, como los personajes de las novelas de George Bernard Shaw o Thomas Hardy, y han adoptado una masculinidad menos monolítica, como la descrita en las novelas de D. H. Lawrence o James Joyce, retratado por Abbott en 1928.

Sin lugar a dudas, Berenice Abbott es una de las fotógrafas más tempranas y eficaz que ha reratado Nueva York. La ciudad se convierte ante su objetivo en un ser vivo, el personaje extraordinaro que el visitante actual puede rastrear durante el paseo por sus calles abarrotadas, mirando hacia arriba para tropezarse con la belleza moderna de sus rascacielos. Tiendas, tipos, puentes, calles, interiores, edificios en construcción y emblemáticos, vistos desde fuera o desde lo alto –los mismos que se perciben aún hoy en el recorrido nocturno por la autopista que rodea Manhattan-, van conformando el mencionado retrato desde el ojo de una fotógrafa que, tal vez retratista antes que documentalista, percibe muy pronto las posibilidades infinitas de Nueva York como vehículo para plasmar esa modernidad única de una ciudad que sigue conservando su esencia del suelo al cielo.

De hecho, se podría  establecer u paralelismo entre los “retratos” de la ciudad y los de los personajes  vanguardistas que Abbott fotografía en Paris. A través del propio Man Ray conoce a Eugène Atget, otro de los grandes fisonomistas de París, y al regresar a Nueva York en 1929 comienza la que se convierte en su serie más conocida, Changing New York, que puede llevar a cabo gracias a la financiación del Federal Art Project, una iniciativa pública creada en plena recesión como apoyo a la actividad artística. Es el retrato de la ciudad viva y hasta el testimonio de tantos lugares hoy desaparecidos. Su ojo, siempre en busca de la citada modernidad, retrata de forma inquietante es continua transformación que lo moderno imprime y exige sobre sus gentes y ciudades.


La Séptima Avenida mirando hacia el sur desde la calle 35. 1935. Museum of the City of New York.

El edificio Flatiron, calle 23 y Quinta Avenida, Manhattan. 1938. The New York Public Library

Perfil de Manhattan: I. South Street y Jones Lane

Arabesco urbano desde la azotea del 60 Wall Tower. 1938

A pesar de que Eugène Atget nunca recibió los premios que merecía , y que tal vez le habrían permitido seguir adelante un poco más de tiempo, sus penurias infinitas fueron al final, al menos, recompensadas por ese monumento que es su trabajo inmortal. Será recordado como un historiador  del urbanismo, un romántico genuino, un amante de Paris, un Balzac de la cámara desde cuyo objetivo podemos tejer una gran alfombra de la civilización francesa.


Ferretería. Hardware Store. 1938



Lyric Theatre, tercera Avenida entre calle 12 y calle 13, Manhattan 1936

Autoservicio, Octava Avenida 977, Nueva York. 1936

No es la música de las esferas.1960. Fotografía sin protección montada sobre masonita.
MIT Museum



Movimiento de péndulo y Galileo. 1958-1961. Fotografía sin protección montada sobre masonita MIT Museum

Pelota rebotando en arcos decrecientes. 1958-1961. Fotografía sin protección montada sobre masonita MIT Museum



El pájaro en el espacio de Brancusi de hizo en 1919. cerca 1960. Fotografía sin protección montada sobre masonita MIT Museum

El pájaro en el espacio de Brancusi de hizo en 1919. cerca 1960. Fotografía sin protección montada sobre masonita MIT Museum

La transformación constante del punto de vista en los trabajos de Abbot –sobre todo, la contradicción de esos puntos de vista- es lo que contagia de novedad a sus imágenes y la que consigue establecer un juego estimulante entre lo macro y lo micro que desplaza constantemente la mirada. Es un malabarismo que reenvía – en sus fotografías de ciencia también- a una propuesta freudiana de trastocamientos, los que recorren el psicoanálisis en su término “siniestro”: una vez más lo familiar se ha hecho extraño.

Berenice Abbott

Comisariado

Estrella de Diego

Coordinación

L. Lucas

Dirección de montaje e iluminación

Pedro Benito Albarrán

Diseño de montaje

Marta Banach Gorina

Diseño de catálogo y gráfica

Tipos móviles

Proyectan el film, “Berenice Abbot: A View of the 20th Century” (1992) de Kay Weaver y Martha Wheelock de 56 minutos, excelente.

textos que acompañan la muestra,