primera parte http://onlybook.es/blog/vivian-maier-gracias-por-mantenerla-viva/
Su vida
La historia de Vivian Maier es una historia inédita, tan insólita como inesperada.
Un legado fotográfico que esconde una apasionante y secreta historia.
Hemos comentado que ejerció como niñera durante más de cuatro décadas, y en su tiempo libre creó una realidad paralela y secreta en la que hizo miles de fotografías, grabó sonidos urbanos y rodó en Super 8 y 16 mm; y las tres cosas las hizo con una maestría y una modernidad absoluta no común en alguien que puede considerarse una fotógrafa amateur.
Logró abrir una fascinante ventana a la vida cotidiana en los espacios públicos. Acumuló más de 2.000 rollos de película sin revelar, 5.000 fotografías impresas y más de 120.000 negativos que, aparte de ella, prácticamente nadie más contempló durante su vida.
Cuando gran parte de sus bienes, así como la totalidad de su producción fotográfica, fueron depositados en un trastero guardamuebles, y son posteriormente embargados y vendidos, entra en escena John Maloof (1981), un joven estudiante que buscaba fotos para documentar un trabajo que estaba haciendo sobre su barrio.
Las adquirió, en una pequeña subasta de Chicago.
Maloof descartó las fotografías para este fin, pero reveló una parte de ellas con el propósito de venderlo en internet.
Allan Sekula (1951 – 2013) un conocido artista estadounidense de origen polaco, fotógrafo, escritor, cineasta, teórico y crítico de fotografía, lo contactó para advertirle de que aquellas fotos estaban cargadas de gran talento
Pero ¿quién estaba detrás de la cámara?
Las investigaciones de Maloof le llevaron a averiguar que la autora de las instantáneas era Vivian Maier, una misteriosa mujer que había vivido entre Chicago y Nueva York.
El legado de Maier se ha convertido en una extraordinaria sorpresa para los expertos, quienes quedaron asombrados ante fotografías dotadas de una modernidad y una calidad insólita para los años y las circunstancias en los que fueron producidas.
Estas singularidades han llevado a Vivian Maier a ser comparada con maestros de la talla de Diane Arbus (1923 – 1972), Robert Frank (1924 – 2019), William Klein (1926 – 2022) o Garry Winogrand (1928 – 1984).
Lo dramático de esta historia es que Maier nunca llegó a saber que su secreta pasión, la sacaría del anonimato hasta convertirla en una enigmática y fascinante figura.
Ahora podemos admirar su trabajo, ya que sus fotos son el testimonio de su contemplación del mundo, ese “algo” furtivo de la mente de esta misteriosa persona de la que parece que siempre quedarán incógnitas.
El impacto que Vivian Maier ha generado en el mundo de la fotografía ha llevado su trabajo a las mejores galerías del mundo y a verse publicado en multitud de libros sobre su obra.
Maloof dirigió en 2013 la película “Finding Vivian Maier”, que fue nominada a los Oscar en 2014 a “Mejor largometraje documental”. Gracias a las investigaciones y entrevistas llevadas a cabo por John Maloof tras la muerte de la fotógrafa.
«Porque todas las comidas se han cocinado, los platos y las tazas lavado; los niños enviados a la escuela y arrojados al mundo. Nada queda de todo ello; todo desaparece. Ninguna biografía, ni historia, tiene una palabra que decir acerca de ello». Una habitación propia, 1929. Virginia Woolf
Un paseo por su vida El trabajo de Vivian Maier (Nueva York, 1926 – Chicago, 2009) nos cuenta mucho de su vida, aunque siguen existiendo numerosas sombras acerca de su biografía.
En 1951, a los 25 años, Maier emigró definitivamente a EE. UU., primero a Nueva York y en 1956 a Chicago. Ante su precaria situación económica, la familia Gensburg, para la cual había trabajado durante casi 17 años, le proporcionó un piso donde vivir hasta que murió en 2009 en el más absoluto anonimato. La exposición comienza en los años 50, fecha de emigración a Estados Unidos.
La exposición
Se divide en 6 secciones: Infancia, Retratos, Formalismos, Escenas de calle, Autorretratos y Fotografías a color.
1 Infancia
Vivian Maier/Maloof Collection. Cortesía de la Galería Howard Greenberg de NY
Para Maier el acto de fotografiar era su forma de relacionarse con la gente. Fijaba su mirada sobre el mundo evocando a la poética de las ensoñaciones, propia del mundo infantil.
En esta sección se aprecia el grado de empatía que Maier tenía con los niños. La infancia es una constante de vital importancia en su obra.
Bajo esta temática contemplamos fotografías en las que los niños son los protagonistas; ya sean imágenes de niños posando de forma individual, jugando en grupo o mirando fijamente a la cámara.
Destacan multitud de fotografías de niños acompañados por adultos, lo que hace pensar que a Maier le atraía estudiar fotográficamente el vínculo que existía entre ambos.
Los niños a los que cuidaba la acompañaban en sus merodeos, en los largos paseos a través de los cuales descubría miles de lugares, personas, historias y secretos. Sus niños también se convertían en sus modelos, en pretextos para llevar a cabo escenificaciones, retratos, historias, juegos…
2 Retratos
Este apartado concentra, mayoritariamente, gran variedad de fotografías de mujeres, ancianos e indigentes. Estas imágenes son un testimonio de su curiosidad por la vida cotidiana y rasgos de las personas que llamaban su atención. Mientras que algunas fotografías son, evidentemente, instantáneas tomadas a escondidas, otras son fruto de un encuentro real entre Maier como fotógrafa y sus modelos, que son fotografiados de frente y a poca distancia.
Es en los retratos donde Maier se acerca al otro. Resulta oportuno hacer una distinción entre los retratos de personas que pertenecían a las clases más bajas -con las cuales se podría identificar ella misma- y los retratos de personas con una vida aparentemente acomodada.
Al observar los retratos de estas personas, que habitaban en los márgenes del mundo -con las que Maier se sentía en parte identificada- da la sensación de que se abandonan a la imagen, a la fotografía. No sonríen, no pretenden conseguir nada con su imagen más allá de, simplemente, describir quiénes son. La sencillez, el desconcierto, la austeridad y la cercanía están muy presentes en este género. Cabe destacar algo insólito en esta serie de retratos; en algunos de ellos Maier imprime su rostro sobre los de las personas que está fotografiando. Esta peculiaridad hace que sus retratos representen también a su propia persona y, en definitiva, puedan considerarse, además de retratos, como autorretratos. Si bien en la serie de retratos populares refuerza a sus protagonistas tomando estas instantáneas respetando una cierta distancia, en el caso de los retratos de individuos de clases altas, Maier les empuja literalmente, o se choca apropósito con ellos, provocando en ellos un gesto algo negativo, reacción que aprovecha y capta con cierta ironía.
Una parte importante de sus retratos los protagonizan vagabundos, personas abandonadas a su suerte por las cuales sentía compasión.
Untitled, c.1950 © Vivian Maier/Maloof Collection, Cortesía Galería Howard Greenberg de NY
New York Public Library, New York, c. 1952 © Vivian Maier/Maloof Collection, Cortesía de la Galería Howard Greenberg de NY
Peca en ocasiones de entrometida y “asalta”, de forma un tanto descortés, la esfera privada de estas personas. Si el trabajo de Garry Winogrand lo asociamos rápidamente con el concepto de agresividad y el de Robert Frank con la crítica social, en el ámbito de los retratos, el trabajo de Vivian Maier lo podríamos asociar con la osadía.
3 Formalismos
Incluye una selección de imágenes cuya importancia radica en los rasgos formales de los elementos que aparecen en las fotografías. Define a la perfección la obsesión de Maier no tanto por la imagen en sí como por el acto de fotografiar. Tomaba imágenes de personas, de la calle, de objetos, de paisajes… En ocasiones, parece que concebía lo que fotografiaba solamente desde un punto de vista formal, sin preocuparse por el discurso o el contenido de las fotografías.
Dos de los aspectos por los que mejor se reconoce el trabajo de Maier son el encuadre y el equilibrio en sus fotografías; la mayoría de ellas tomadas de frente, con cierto pragmatismo.
El equilibrio reside en las tensiones que generan los grandes ejes del encuadre, en la disposición de las líneas, formas y volúmenes, elementos a los que las escenas urbanas suelen prestarse. Concede tambien una gran importancia a lo que queda “al lado” de la anécdota, a estructuras geométricas, a los ritmos gráficos de las arquitecturas, a sus texturas.
La mayoría de ellas son imágenes de elementos próximos a la anécdota, ya sean estructuras, formas o geometrías, las cuales componen una especie de minimalismo visual. Apreciamos fotografías con una descripción muy sintética, con grandes ejes que delimitan el espacio. Multitud de líneas, formas y volúmenes que anuncian la desaparición de la figura.
Estas imágenes son el preámbulo de su trabajo en color que comenzó en los años sesenta.
4 Escenas de Calle
Otro interesantísimo apartado, y el más extenso de la exposición, es el denominado Escenas de calle, que incluye algunas de sus fotografías memorables de la arquitectura y la vida urbana de Nueva York y Chicago, sobre todo de los años 50 y 60, especialmente de sus barrios más populares.
Aunque no tuviera un terreno acotado de actuación tomó numerosas imágenes den las calles de NY y Chicago, especialmente en sus barrios más populares.
La calle era su teatro y sus imágenes un pretexto.
Con sus instantáneas extraía la belleza de lo ordinario buscando en lo cotidiano aquellos resquicios casi invisibles a través de los cuales accedía a “su mundo”. Desconocidos, gente anónima, formaban parte de ese mundo. Maier se alineaba en el espacio con aquellas personas; buscaba su sitio idóneo y su ángulo óptimo. Lo que medía con su cámara no era la luz, era su distancia con el otro. “Distancia” es la palabra clave en su trabajo.
Es importante resaltarlo porque constituye la base de su modus operandi. La relación de Maier con las personas que aparecen en sus fotografías se forjaba, inevitablemente, mediante el objetivo de su cámara. En la mayoría de las imágenes que forman parte de esta sección su atención se centra en el “otro”. Éste se convierte por un instante en el actor principal –o secundario, según el caso- de micro sucesos. En sus escenas callejeras no entraba en el escenario que fotografiaba; se quedaba en su umbral, en el límite. Ni demasiado cerca para interferir, ni demasiado lejos para ser invisible. Simplemente fotografiaba lo que veía; no intentaba captar nada excepcional, solo las pequeñas cosas, las verdaderamente importantes en la definición de cada persona o situación: un detalle, un gesto, una actitud, una inflexión en la realidad transformada en anécdota.
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5 Autorretratos
Es quizás una de las facetas más reconocibles de su trabajo.
Los autorretratos marcaron su trayectoria fotográfica. Realizó infinidad de ellos, tantos como posibilidades de descubrir quién era ella misma; algo que se proponía con cierta insistencia y aparente obsesión. Es por ello por lo que este subgénero tiene una sección propia dentro de la exposición (Autorretratos) en la que observamos su sorprendente habilidad para aprovechar reflejos y elementos que encontraba en su día a día para realizar fantásticas composiciones en las que incorporaba su figura.
A menudo, en sus autorretratos Maier rehuía de la simple confrontación visual en favor de una mirada perdida, confusa, interrumpida por un reflejo que distorsionaba su imagen.
En otras ocasiones, observamos cómo el perfil de su sombra se extiende en el suelo como un charco de agua y, en otras, su rostro rebota sobre algo y se escapa, se desvía del camino, del encuadre de la imagen. Aquí encontramos una contradicción -o lucha personal- entre el concepto de escapar y encontrarse a sí misma, como hemos mencionado anteriormente. En cualquier caso, y al parecer, lo que buscaba era hallar su lugar en el mundo, como ella misma expresa en uno de los sonidos que grabó.
6 fotografías a color
Por último, el apartado Fotografías a color incluye las fotografías más recientes de la artista. A partir de 1965, Maier comienza a abordar la fotografía en color. Este paso al color viene acompañado de un cambio técnico, ya que empieza a trabajar con una Leica, mucho más ligera y con el visor situado a la altura de la mirada, diferencias muy importantes respecto a la Rolleiflex que había usado hasta entonces. Este cambio refuerza su contacto visual con las personas que fotografía. En esta sección es el espectro cromático el que capta la atención de Maier. La experimentación cromática es la protagonista indiscutible en esta sección. Explora las características del lenguaje cromático con cierta ligereza, elaborando su propio léxico. Subraya los detalles chillones, fija su mirada en las disonancias abigarradas de la moda y juega con los contrastes. El resultado son imágenes singulares, libres e incluso lúdicas. En ellas se aprecia cómo se divierte con la realidad a través de su cámara.
Además de la variadísima selección de fotografías, repartidas entre las seis secciones de la exposición, se incluye 9 películas en Súper8, realizadas entre 1965 y 1973.
A través de este material se puede constatar cómo establece una relación muy lúdica y desenvuelta con el medio ignorando cualquier tecnicismo. En esas películas, vemos cómo se aleja, se acerca, rodea algo que su intuición y su percepción le llevaban a ver, hasta detenerse, encuadrar, y entonces era cuando tomaba la decisión de captar esa imagen concreta. Su cámara grababa el movimiento de sus ojos, más que el propio contenido que enfocaba.
La capacidad de Maier para capturar el encuadre correcto en el momento exacto, con elementos de iluminación, movimiento y esencia alineados, se revela en el hecho notable de que rara vez tomó más de una imagen del mismo momento en el tiempo.
“¿Por qué nunca le mostraste a nadie tu trabajo? ¿Estás de acuerdo con lo que estoy haciendo?”. John Maloof, descubridor del material de Vivian Maier. Entrevista para Lomography Magazine, 2011.
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