Joan Miró
Peintre (per a David Fernández Miró)
1965
Óleo sobre tela.
Colección particular en depósito temporal.
© Successió Miro 2018
Texto de Maria Josep Balsach
Entre 1964 y 1965, después de pintar su famoso tríptico Azul I, II,III (1961), obra central de un período de despojamiento y de síntesis, Miró elabora dos telas dedicadas a sus nietos David y Emilio Fernández Miró. Son pinturas de un gran formato apaisado que permite al pintor evitar la composición a partir de un foco único y crear un desarrollo progresivo, sucesivo, que ya había utilizado anteriormente y que denomina como “bandas”. En este concepto pictórico, se puede apreciar la influencia de la pintura tradicional japonesa Yamato-e en su lectura del espacio, por el que se desplaza lateralmente en un movimiento infinito (emakimono).
En Peinture (para David Fernández Miró), sus pendidas en una banda horizontal de mas de dos metros de longitud, apareen tres figuras inscritas en las líneas e un espacio ajedrezado (tan frecuente en las obras de Miró a partir de los años cincuenta) unidos, entrelazándose y extendiéndose en una línea progresiva, como el recorrido del vuelo de jun pájaro en un cielo monocromo de intenso azul con retículas cuadradas de colores puros (rojo, verde, amarillo y azul ultramar).
Estas formas, encerradas en la estrechez del espacio vertical, se engarzan en una danza celeste, con astros, estrellas fugaces y zonas pintadas de negro: brazos y esferas.
Veo puntos, signos y elipses: ojos del aire e iris del agua. Reflejos del cosmos de principio a fin.