Orvieto. Pozzo di San Patricio

En el centro de la península italiana se encuentra Orvieto (Umbría).Un lugar fascinante, con lomas cubiertas de viñedos y arboladas, junto al curso del río Paglia.

Sobre una colina de roca volcánica de medio centenar de metros de altura, ubicada junto al paso de dos afluentes del río Tiber, que fuera ocupado desde la prehistoria, con registro arqueológico del período etrusco (siglo VIII a.C.), se encuentra una montaña excavada con laberintos, pasadizos y grutas, una auténtica fortaleza, una ciudad subterránea.

En la Edad Media se realizaron pozos y acueductos que traían agua y por medio de canalizaciones subterráneas era distribuía, a una población que vivía en forma permanente.

Restaurado en buena parte, hoy es posible visitar el Pozzo di San Patrizio, antes llamado Pozo della Roca o Pozo de la Fortaleza, haciendo referencia al cercano castillo de Albornoz.

El nombre de Pozzo di San Patrizio se lo dieron unos monjes basándose en un poema del siglo XII titulado “L’Espurgatoire Saint Patriz” (El purgatorio de San Patricio), una traducción de la poetisa francesa Marie de France de la obra “Tractatus de Purgatorio Sancti Patricii” del fraile cisterciense inglés Henry De Saltrey.

Los versos contaban la bajada al Purgatorio del caballero irlandés Owein a través de una cueva, un argumento que es una versión adaptada de una vieja leyenda cristiana en la que el propio Jesús concedía a San Patricio (patrón de Irlanda) una profunda cueva para que pudiera retirarse a hacer oración y enseñar a los irlandeses paganos, la palabra de Dios “las llamas del Infierno desde la entrada, los pecadores bajaban por allí y salían purificados”.

Rápidamente se transformó en un lugar de peregrinación, hasta que quizás por pasiones alejadas de la vida espiritual, el papa Alejandro VI en 1497 ordenó su cierre y la demolición de todo el complejo levantado alrededor.

La amenaza de las tropas imperiales de Carlos V en su marcha sobre Roma, obligó al Sumo Pontífice del momento, Clemente VII a exiliarse de la Ciudad eterna y refugiarse en Orvieto.

Entonces encarga al arquitecto Antonio da Sangallo, el Joven a realizar una obra de ingeniería, adecuando lo que hasta ese momento era un pozo natural, para proveerse de agua en un hipotético asedio.

Antes de ser terminado el Papa y el Emperador firmaron la paz.

Esta obra maestra del arquitecto Sangallo el Joven, tiene 63 metros de profundidad y 13 de anchura, se caracteriza por el sistema de dos rampas helicoidales de un solo sentido que le sirven de acceso y lo envuelven de arriba abajo y viceversa, de manera que una servía para que los usuarios (o sus animales de carga) descendieran con cubas vacías y la otra para volver al exterior con ellas llenas del líquido elemento, garantizando un suministro continuo, tiene 248 escalones cada una.

Las paredes de este cilindro gigantesco tienen 72 grandes ventanas, que proporcionan iluminación natural, parece un edificio que se mira a sí mismo.

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