En búsqueda de la belleza
“Si se pudiese morir de vergüenza y dolor, yo no estaría vivo”. Miguel Ángel
Es difícil, comprender (al menos parar mí), el pensamiento, la génesis de un movimiento y su desarrollo como lo fue el Renacimiento, en una de sus etapas “el Cinquecento”.
Es, en el siglo XVI, cuando se produce el paso del teocentrismo medieval, donde Dios es el centro del universo (desde donde rige los destinos de todo, incluyendo las actividades humanas), al antropocentrismo humanista de la Edad Moderna, (donde el centro pasa a ser el ser humano, con todo lo que lo rodea).
Digo “difícil”, porque cuando intentamos describir, aunque sea someramente, la capacidad de innovar, la capacidad creativa de esas generaciones, de una parte de aquella sociedad, descubrimos muchas de las cosas, que ya no somos.
Hoy en día se pueden hacer hazañas galácticas, viajes espaciales, la mente puesta en lo tecnológico, se va a la luna, pero, en el Cinquecento se iba mucho más lejos.
Quise tomar ciertas pautas del Campidoglio, de ese espacio mágico, donde lo medieval se funde con el renacimiento, pero mi interés se separó de la obra, y se acercó a lo personal.
Miguel Ángel, es demasiado para ser abordado, al tomar algún aspecto, como el de sus relaciones sentimentales, pasionales o de amistad, es caer siempre en su grandeza, porque las deriva a sus escritos, a sus sonetos, a su pintura, a su escultura, a su arquitectura, en definitiva a su genialidad, pero el solo hecho de intentarlo, es apasionante.
Tomo algunos datos de su vida, sus encuentros y desencuentros ante la Capilla Sixtina y el Campidoglio, pasando por la inevitable Biblioteca Laurenciana o Medicea.
Allí vamos
Me sumerjo en su historia
Capilla Sixtina
Estamos en 1505, concretaente en la Capilla Sixtina donde se reúne el cónclave del Colegio Cardenalicio para decidir quién será elegido Papa.
El papa Julio II (Albissola Marina 1443 – 11513 Roma) sucesor de Alejandro VI (Borgia) invita a Miguel Ángel a pintar el techo de la Capilla Sixtina.
Esta propuesta es posterior al pedido de realizar su propia tumba.
En su momento el proyecto de la tumba fue postergada debido a la insidiosa participación de Donato Bramante (nacido Donato di Pascuccio d´Antono Fermignano c. 1443/4 – 1514 Roma) al influir en el Papa con la excusa que sería un guiño a la mala suerte hacer una tumba en vida del pontífice. Por esta postergación la tumba será finalmente terminada prácticamente en los últimos suspiros de vida de Miguel Ángel.
Bramante era un personaje muy influyente, fue el primer diseñador del plan de la Basílica de San Pedro del Vaticano, y considerado el mayor arquitecto de su época, heredero de Filippo Brunelleschi y de Leon Battista Alberti, influyó en mucho a colegas como Sansovino y Antonio da Sangallo el Joven.
Ese curioso apelativo de “el joven”, servía para distinguirlo de sus tíos Giuliano da Sangallo y de Antonio da Sangallo “el viejo”.
Había envidia, enfrentamientos como poco, en las intervenciones que se realizaron en la Basílica de San Pedro, además de Miguel Ángel y Bramante, podemos mencionar las actuaciones de Rafael Sanzio (Raffaello Sanzio da Urbino, Urbino 1483 – 1520 Roma) y Antonio da Sangallo el Joven (nacido como Antonio Cordiani, Florencia 1483/4 – 1546 Terni).
Miguel Ángel era muy temperamental, tuvo varias disputas con sus colegas, además de la pelea que terminó con su nariz rota -que narro más adelante-, tuvo enfrentamiento con otros artistas.
En una carta de finales de 1542, Miguel Ángel culpó de las tensiones entre Julio II y él mismo a la envidia de Rafael y también de Bramante (Donato di Pascuccio d’Antonio c.1443/1444 – 1514).
Al mismo tiempo escribió de Rafael:
-Todo lo que tenía en arte, lo obtuvo de mí.
Según el pintor Gian Paolo Lomazzo (Milán 1538 – 1592 Ibíd.), en sus escritos sobre teoría del arte menciona que Miguel Ángel y Rafael se conocieron cuando el primero estaba solo, mientras que el segundo estaba acompañado por varias personas.
Miguel Ángel comentó
-…pensé que me había encontrado con el jefe de policía en la reunión.
Rafael respondió
–…pensé que me había encontrado con un verdugo, ya que suelen caminar solos.
Poco cariñoso el intercambio de entre ambos.
Miguel Ángel había puesto su enorme genio en la escultura, pero no tenía tanta experiencia con la pintura, el encargo de pintar la Capilla Sixtina, fue el consejo envenenado que dio Bramante al Papa.
Al comienzo tuvo inconvenientes en la técnica del “fresco”, ya que aplicó el color sobre una capa de cal fresca que tenía demasiada agua y que provocó hongos.
Pero Miguel Ángel era demasiado Miguel Ángel y aprendió rápidamente luego de los primeros problemas que se le habían presentado.
Casi treinta años más tarde, el Papa Clemente VII (1478 – 1534) encarga a Miguel Ángel la realización de dos frescos en las paredes frontales de la Capilla Sixtina.
Donde se encuentra el altar le pide que represente “El Juicio” y en la pared de enfrente “La Resurrección”,
El fallecimiento de Clemente VII en setiembre de 1534 paralizó el proyecto que fue recuperado por su sucesor el papa Paulo III (1468 – 1549).
El 16 de abril de 1535 se empezó a levantar el andamio, comenzando los trabajos pictóricos en enero de 1537 y fue descubierta oficialmente el 31 de Octubre de 1541.
Antes y después de la restauración
Tan pronto se tuvo conocimiento de que en el altar de ese lugar sagrado aparecían una gran cantidad de figuras desnudas, se produjo un gran escándalo. Uno de sus más feroces críticos fue el Cardenal Biaggio de Cesena (nacido como Biagio Martinelli 1463 – 1544), que oficiaba de maestro de ceremonias del Papa.
Biaggio sentenció:
-…es muy indecoroso que se hubiesen pintado en un lugar tan respetable toda esa cantidad de desnudos, mostrando sin pudor sus vergüenzas, no es una obra propia de la capilla de un Papa, sino para un burdel o una taberna..»
El Papa pidió explicaciones a Miguel Ángel, quien influido en sus esculturas por las esculturas de los griegos, había representado a todas sus divinidades desnudas,
La cultura griega no solo influyó en Miguel Ángel sino que condicionó la estética de la época.
Miguel Ángel quizás haya contestado:
–Santidad, los santos no tienen sastre.
Y posiblemente escuchó una premonición:
-Entonces, habrá que correr un tupido velo.
Al decir de la historiadora Laura Ibarra García, había dibujado la parte trasera de Dios, el “culo divino” en el arte pictórico.
Pañales añadidos
Debido a las críticas de Biaggio, Miguel Ángel llevó a cabo una sutil venganza en su fresco en la pared del altar de la capilla.
En la parte inferior derecha de la escena, a la entrada de los infiernos, Miguel Ángel representó a Minos, el rey del Infierno, desnudo, con orejas de burro, una serpiente enroscada alrededor de su cuerpo que le mordía los testículos y con los rasgos faciales de Biaggio de Cesena.
Años más tarde, después de la muerte de Miguel Ángel, ante el fresco “El juicio final”, la Congregación del Concilio de Trento del 21 de enero de 1564 decidió “tapar” la desnudez de los personajes, vistiendo sus genitales que muchos llamaron “pañales”.
Para ello el papa Pio V, designó a Daniele Ricciarelli (conocido como Daniele da Voltera, Volterra c. 1509 – 1566 Roma) quien por este trabajo pasó a ser conocido con el sobrenombre de Braghettone (el “hacedor de pantalones” o “maestro calzones”).
Otros artistas, de menor rango artístico continuaron esa actividad e intervinieron la obra durante los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX.
Estas intervenciones más el humo de las velas, ensuciarían el conjunto de frescos de la Capilla y ayudaría a vestir las pinturas “indecorosas”.
Restauración de la Capilla Sixtina
En 1964 se inició un programa de restauración de toda la obra (que tiene 180,21 m2).
Ësta finalizó en 1994 con el descubrimiento del “Juicio Final” enteramente restaurado , la restaauración due dirigida por el profesor Gianluigi Colalucci (1929 – 2021) a quien acompañaban Nazzareno Gabrielli y el profesor Fabrizio Mancinelli, director de Arte Medieval y Moderno de los Museos Vaticanos. (4)
Tuvo un costo de 12 millones de dólares aportados en parte por la Nippon Television Network Corporation de Japón.
Más de cuatro siglos de humo, colas y contaminación cubrían colores inesperados y una luminosidad que estaba escondida.
Capilla Sixtina
Ante las críticas a los colores que “aparecían” y sobre todo su intensidad, Colalucci defendió su trabajo como restaurador de la Capilla Sixtina, indicando que esos colores eran los que estaban en el “Tondo Doni” una pintura sobre tabla de Miguel Ángel Buonarroti, que está en la Galleria degli Uffizi en Florencia.
El “Tondo Doni”, pintado con temple sobre tabla, entre 1506 a 1508, tiene 120 cm de diámetro,
Esta obra es una de las joyas del Cinquecento, “Tondo” significa redondo, que era como se llamaba en aquel entonces a las obras de formato circular.
Fue un pedido del banquero florentino Agnolo Doni con motivo de su casamiento con Maddalena Strozzi. El marco es el original, seguramente diseñado también por Miguel Ángel. (7)
Aclaró acertadamente que eran los colores de los manieristas, los pintores que imitaron a Miguel Ángel en la segunda mitad del siglo XVI, que sin duda alguna ése era el cromatismo que existía en su obra.
Hoy puede comprenderse la importancia que el color tuvo en su pintura, que elevan aún más la fuerza escultórica de sus personajes.
La restauración se ejecutó de la misma manera como fuera pintado originalmente, dicha incomodidad motivo que Miguel Ángel le escribiría a un amigo «Estoy doblado tensamente como un arco sirio».
En 1509 escribía
«Ya me ha crecido un bocio por esta tortura,
hinchado aquí como un gato de Lombardía
(o en cualquier lugar donde el agua estancada sea veneno).
Mi estómago está aplastado bajo mi barbilla, mi barba
apunta al cielo, mi cerebro está aplastado en un ataúd,
mi pecho se retuerce como el de una arpía. ¡Mi pincel,
encima de mí todo el tiempo, gotea la pintura
para que mi cara haga un piso fino para los excrementos!«.
«Mis ancas se mueven contra mis entrañas,
mi pobre trasero se esfuerza por funcionar como contrapeso,
cada gesto que hago es ciego y sin rumbo.
Mi piel cuelga suelta debajo de mí, mi columna está
anudada por doblarse sobre sí misma,
estoy tenso como un arco sirio».
«Y porque soy así, mis pensamientos
son tonterías pérfidas y locas:
cualquiera dispara mal por una cerbatana torcida«.
«Mi pintura está muerta.
Defiéndelo por mí, Giovanni, protege mi honor.
No estoy en el lugar correcto, no soy pintor.»
Traducido del italiano por Gail Mazur.
Los pañales
Gracias a la excelente restauración han desaparecido alguno de los 38 “pañales” y las censuras posteriores al Concilio de Trento.
Solo se han conservado las “bragas de autor”, añadidas en la segunda mitad del siglo XVI que como hemos visto fueron realizadas por Daniele da Volterra.
Habían pasado tan sólo 5 años desde la inauguración del fresco, todo esto ocurría en vida de Miguel Ángel.
Sus pañales fueron ejecutados con la pericia de quien fuera uno de los mejores pintores del siglo, usando un cincel para luego extender un nuevo revoque, por lo que fue imposible eliminar la pintura agregada.
Lo realizado por los pintores posteriores, muchos de ellos desconocidos, se lo ha llamado “bragas sin firma”, trabajaron al temple que fue más fácil de remover.
San Andrés Apóstol perdió sus enormes pañales aunque San Pedro y San Juan Bautista han quedado con ellos, Volterra puso a El Bautista un escueto calzoncillo de piel que está considerado como una auténtica obra de arte.
El primer Papa, tenía un pañal hecho con maestría, pero fue recargado en siglos posteriores.
La mano de la censura también actuó en la pared derecha, entre Roboam–Abías y Aminabad en el luneto de la llamada Salmon-Booz-Obed, donde una mujer abrazaba a su hijo, en actitud de ser alimentado por ella.
Bastó pasar una mano por el manto rojizo para que apareciera debajo un nutriente pecho.
Miguel Ángel nos muestra en la parte derecha al anciano rey Booz (será su rostro una caricatura de Julio II) mientras que en la izquierda se halla el pequeño Obed que está durmiendo en brazos de su madre Rut.
Un enorme contraste ente la juventud y la decadencia, entre la quietud de Rut y Obed y la tensión de Booz que parece levantarse del asiento de piedra.
Rut y Obed son dos figuras delicadas, de gran dulzura – se las relaciona con la pintura de Rafael – destacando el escorzo de sus cuerpos que se adecuan al espacio y muestra el recogimiento del momento con una madre embelesada cerrando sus ojos.
NOTAS
4
La primera restauración la realizó Carnevali en 1564, la segunda en 1583 por encargo del papa Pablo III. El restaurador Lagi intervino en la obra en 1625, Del Mazzuoli lo hizo entre 1710 y 1713, a esa intervención se la conoce como neoclásica.
Entre 1903 y 1904, Seitz llevó a cabo la restauración llamada romántica. Por último, un equipo de restauradores vaticanos limpió parcialmente los frescos a principios de los años treinta. El último (y séptimo) trabajo de restauración y limpieza de los frescos de la Capilla Sixtina lo han llevado a cabo los restauradores Gianluigi Colalucci, Maurizio Rossi y Piergiorgio Bonetti, con su ayudante Bruno Baratti, bajo la supervisión de Fabrizio Mancinelli (director de la sección de arte de los Museos Vaticanos), el asesoramiento de los historiadores del arte Carlo Pietrangeli y Pasquale Rotondi y la cooperación científica (en los estudios y análisis de los frescos) de Nazzareno Gabrielli.
El equipo empezó a trabajar en 1980 con la limpieza de las 14 lunetas que rodean la bóveda principal de la capilla. Las obras continuaron con los frescos de la bóveda (pintados por Miguel Ángel entre 1508 y 1512) y culminaron con la limpieza del fresco “El juicio final” del altar mayor (realizado por el artista entre 1534 y 1541).
Explicación completa y detallada:
https://es.wikipedia.org/wiki/Restauraci%C3%B3n_de_los_frescos_de_la_Capilla_Sixtina
7
En el blog “El cuadro del día”, pone: “La obra representa a la Sagrada Familia, pero de una forma un tanto peculiar. Al fondo del todo está San José, vestido de azul y amarillo y en segundo término, ya que jerárquicamente es la figura menos importante de las tres”.
“La Virgen, como todas las figuras femeninas que pintaba Miguel Ángel, está sentada en el suelo, entre las rodillas de San José. Su postura es un verdadero prodigio y fue imitada por muchos artistas posteriores, retuerce su cuerpo en espiral para poder sostener al Niño, que está tratando de subirse a su bíceps y se le agarra del pelo para no caerse”.
“Sus rodillas miran a la derecha y su rostro a la izquierda. La cara del Niño es bellísima, enmarcada con rizos oscuros sujetos por una cinta, y el cuerpecito entre rechoncho y culturista. El fondo del cuadro está lleno de jóvenes desnudos, que se supone que representan el mundo pagano anterior al nacimiento de Jesucristo. Entre unos y otros, la figura de San Juan Bautista, que fue quien se había encargado de anunciar la venida del Mesías. Miguel Ángel le pinta también de niño, observando con cara de preocupación los equilibrios que está haciendo su primo. Aparte de servir como figura mediadora entre el paganismo y el cristianismo, San Juan Bautista era el patrono de la ciudad de Florencia y aparecía por defecto”.
https://pinturasdiversas-demeza.blogspot.com/2013/
continua en 2a parte: http://onlybook.es/blog/miguel-angel-2da-parte/
Arq. Hugo Alberto Kliczkowski Juritz
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