Shakespeare and Company
sigue en 2nda parte
Leer es como soñar mirando letras. 2a parte. Librerías en Paris
Este artículo trata más de libreros que de librerías, aunque no sabría explicar si alguno de ellos va primero, intuyo que van juntos.
Entrar a una librería tiene tanto encanto, que podría decirse en plural, tantos encantos como librerías existen, si en ellas hay al menos un librero.
Analizar la librería Shakespeare & Co, va de eso, de libros, de libreros y de librerías. Tanto es así, que la librería de Sylvia Beach, no es la librería de George Whitman aunque lo es de muchas formas, que trato de esbozar en el artículo.
Creo que lo hubiera sido aunque George no hubiera puesto el mismo nombre: Shakespeare & Co.
Es una mesa cultural de 4 patas, que comienza en 1919 y sigue hasta hoy, Adrienne Monnier, Sylvia Beach, George Whitman y Sylvia Whitman, un hilo cultural, un continuum de inteligencia emocional puesta en algo precioso, ya que de libros hablamos.
Hace muchos años, en la Buchmesse, la feria del libro de Frankfurt, un colega me dijo que los editores, cambiaban su sangre por tinta y eso era irreversible. Por lo que pienso que es también una historia de libros, libreros, librerías y editores. Y de autores. Y de traductores. Y de lectores. Y de amores, y de pasiones, y de espacios donde el espíritu encuentra su lugar en forma de letras.
En un mundo tan amazonado (viene de Amazon), escribir sobre esto es una forma de catarsis. Recuerdo lo que me dijo mi nietito Moon, tendría quizás 4 años y yo le leía en la cama antes de que acostarlo para dormir,
Él apoyaba su cabeza sobre mi pecho, y yo le leía en voz alta, no recuerdo que libro, le leía muchos.
De pronto, dejé de leer y le pregunté
-Moon, a ti te gusta mucho que te lea. Porque?
Y me respondió con la más preciosa frase que escuche acerca de la lectura
-Porque leer es como soñar mirando letras.
Sylvia Beach
La librería Shakespeare and Company se fundó el 19 de Noviembre de 1919, ha sido y es una librería independiente y biblioteca especializada en literatura anglosajona situada en el quinto distrito de Paris.
En el número 12 de la calle Odeón, Sylvia Beach atendió la librería entre 1919 y 1941, por méritos propios es considerada el centro de la cultura anglo-americana en París. Era visitada a menudo por autores pertenecientes a la “Generación Perdida”, así se llamaba a un grupo de escritores estadounidenses expatriados que vivieron en Paris en los años 20, el término se le atribuye a la escritora de novelas, poesía y teatro Gertrude Stein (1874 – 1946) y que fuera popularizado por Ernest Hemingway, escritor y periodista (1899 – 1961), que lo utilizó en el epígrafe de su novela de 1926 “Fiesta”, “Todos vosotros sois una generación perdida”.
Editorial Beat. 18 de Abril de 2021 288 pp. 14 x 20,8. Textos en italiano.Prólogo de Livia Manera.
“André Maurois es uno de los primeros en felicitar a la librería recién nacida, trayendo una copia de su pequeña obra maestra recién publicada “Les silennces du Colonel Bramble”. Ezra Pound, quien huyó de Inglaterra con su esposa Dorothy, se convierte en cliente habitual… Es la referencia estadounidense en París, Gertrude Stein, con la inseparable Alice B. Toklas”.
“Shakespeare and Company, es un libro brillante, lleno de anécdotas y antecedentes sobre las vidas de los escritores famosos de París de los años veinte y treinta”.
Editorial Il Saggiatore. 1 de Junio 2004. 559 pp 14.5 x 21.5 cm. Textos en italiano
Autor Noel Riley Fitch, traductores Tina DÁgotini, M.Fiorini
“A veces sucede, por casualidad o quizás por un destino inescrutable, que las mejores mentes de una época se concentren en un solo lugar, convirtiéndolo así en el centro del mundo. En los años veinte y treinta del siglo XX este lugar era París, «el mejor lugar para ser joven», la ciudad ideal para «vivir como genios»… James Joyce, buscando un editor para la monumental novela que estaba terminando, su punto de encuentro fue una pequeña librería en la rue de l’Odèon, Shakespeare and Company, fundada por una joven estadounidense que llegó a la Ville Lumière en 1916, apasionada por la literatura y tenaz partidaria de nuevos talentos: Sylvia Beach. Ella intuyó el genio de Joyce con previsión y publicó su obra capital, «L’Ulisse», que muchos editores ilustres habían calificado previamente de «incomprensible» y «obscena». Pero Sylvia era para Joyce mucho más que una simple editorial: le dedicó los mejores diez años de su vida, animándolo, financiándolo y promocionándolo ante el público y la crítica”.
Sylvia Beach, (nacida Nancy Woodbridge Beach, Baltimore 14 de marzo de 1887 – 5 de octubre de 1962 Paris) era hija de un pastor presbiteriano, vivió en Baltimore y Maryland.
En 1901 la familia se traslada a París cuando su padre fue llamado por la Iglesia Americana. Luego vivió dos años en España y trabajó en la Cruz Roja y en la International Commission on the Balkan Wars.
Es en 1916 cuando se muda a París.
Who is Sylvia? – Jot Down Cultural Magazine
Su biógrafa la llamó “la comadre del modernismo”, fue una entregada sufragista, viajó a España para estudiar de cerca los movimientos libertarios, más tarde se instalaría en París para abrir una librería junto a una joven inconformista Adrienne Monnier, su compañera.
El primer local fue sobre Dupuytren, una calle pequeña y empinada a la vuelta de la esquina de la calle del Odeón.
http://www.heroinas.net/2018/12/adrienne-monnier-librera-editora-poeta.html
Adrienne Monnier (4)
http://www.mirales.es/adrienne-monnier-y-sylvia-beach-embajadoras-de-las-letras/
http://smartbitchestrashybooks.com/2015/12/real-life-romance-sylvia-beach-adrienne-monnier/
Adrienne Monnier (Paris 1892 – 1955 Ibíd), se crió en una familia que alimentaba su rigidez en la figura de un padre simpatizante de la Iglesia presbiteriana y una madre que la educó en el miedo a la cercanía de los hombres.
Al terminar sus estudios básicos en 1909 se traslada a Londres para aprender inglés, trabajando de “aupair”.
A los veinte años trabaja en la editorial l’Université des Annales, donde está tres años, relacionándose con otras editoriales.
Ayudada económicamente por su padre, quien le dio los 10.000 francos que recibió como indemnización por un accidente de tren que sufrió, encuentra y compra un local,
En esa época fue cuando Adrienne y Sylvia se conocieron.
Sylvia diría de quien sería su amiga, socia y amante durante más de 17 años:
“Adrienne Monnier era una mujer robusta, rubia y blanca como una mujer escandinava, de mejillas sonrosadas y pelo lacio peinado hacia atrás desde la frente. Sus ojos eran muy llamativos, de un azul gris indefinido, ligeramente saltones…”
Adrienne vivía entonces con su pareja, Suzanne Bonierre, hasta que apareció en su vida Sylvia Beach.
El 15 de Noviembre de 1915, Adrienne abrió su librería y biblioteca de préstamos, «La Maison des Amis des Livres» en 7 rue de l’Odéon, París VI. Fue una de las primeras mujeres en Francia en fundar su propia librería.
Adrienne la presenta como “…una librería sin pinta alguna de tienda, sin que fuese nuestra intención; no podíamos ni imaginar que con el tiempo nos alabarían tanto por lo que a nosotras nos parecía precariedad e improvisación”.
Sus colaboradoras fueron su pareja Suzanne Bonnierre y la ayuda de Hélène para hacer los recados. «La Maison des Amis des Livres» fue el corazón del Paris más literario.
Ambas librerías La maison des amis des livres, y Shakespeare & Co, estaban sobre la misma calle, una frente a la otra, sobre la Rue de L’Odeon, ambas compartieron intereses profesionales afines y fueron compañeras sentimentales viviendo durante muchos años en el apartamento de Adrienne Monnier en el nº 18 de la misma Rue de l’Odéon.
En su libro Rue de l’Odéon Adrienne cuenta sobre su actividad:
“(…nuestra primera idea era —y sigue siéndolo— que el verdadero comercio de la librería englobara no solo la venta, sino también el préstamo, y que ambas operaciones se ejerciesen en paralelo. Resulta casi inconcebible comprar una obra sin conocerla. Expreso un sentimiento general cuando afirmo que toda persona de cierta cultura experimenta la necesidad de tener una biblioteca particular compuesta por libros que le gustan, que tiene por amigos buenos y fieles”.
Siempre le faltó espacio para tener los libros que deseaba tener, lo decía así:
“El gran drama de una librera es la falta de espacio. Año tras año se van acumulando los libros. Año tras año se hace necesario descubrir un nuevo rincón donde poner otra estantería. Y comprendes también que, aunque te fuese dada la tierra entera, te faltaría espacio. El espacio vital… ¡no es más que un mito!”.
Revistas literarias como Vers et prose, Littérature
La venta de revistas literarias eran una parte importante de su aporte a la cultura, el poeta Paul Fort (1872 – 1960) le vendió las existencias completas de su revista “Vers et prose”.
Fort fue fundador de la revista en colaboración de Guillaume Apollinaire (nacido Wilhelm Albert Włodzimierz Apolinary de Kostrowicki Roma 1880 – 1918 París), ambos eran visitantes habituales de la librería.
Era habitual encontrar al poeta y novelista Louis Aragon (Paris 1897 – 1982 Ibíd), al escritor, poeta y teórico del surrealismo André Breton ( Tinchebray 1896 – 1966 Paris) o al escritor e impulsor del dadaísmo Philippe Soupault (Chaville 1897 – 1990 Paris).
Tanto Breton, como Aragon y Soupault fundaron en 1919 la revista Littérature, que tuvo una vida de solo 2 años.
Adrienne en su libro Rue de l’Odeon describe a André Breton:
“…tenía claramente el tipo arcangelical, como T.S.Eliot, con quien no guarda más semejanzas que pertenecer a esa familia de figuras que vemos erigirse en los pórticos de las catedrales”.
Otros autores visitaban la librería como Jules Romains (nacido Louis Henri Jean Farigoule Saint-Julien-Chapteuil 1885 – 1972 Paris), la joven novelista Raymonde Linossier (Lyon 1897 – 1930), el diplomático y poeta Paul Claudel (nacido Paul Louis Charles Marie Claudel Villeneuve-sur-Fère 1868 – 1955 Paris), el filósofo y ensayista Walter Benjamin (nacido Walter Bendix Schönflies Benjamin, quien utilizólos pseudónimos Benedix Schönflies y Detlef Holz (Berlin 1892 – 1940 Portbou).
En julio de 1940, Walter Benjamín, desde Lourdes donde se encontraba en plena huida –y dos meses antes de suicidarse en Portbou–, le escribió a Adrienne Monnier una carta que terminaba:
“… me encuentro con usted no solo cuando pienso en París y en la Rue de l’Odéon –que quisiera encomendar a la más poderosa y menos solicitada de las divinidades protectoras–, sino también en muchas de las encrucijadas de mi mente. Me despido de usted expresándole mi más profundo afecto”.
Sé que me reitero, pero deseo enfatizar que La maison des amis des livres se había convertido en punto de reunión y encuentro de la vanguardia literaria francesa.
Alli convergían el poeta y ensayista Léon-Paul Fargue (1876 – 1947), el escritor, poeta, ensayista y filósofo Paul Valéry (nacido como Ambroise Paul Toussaint Jules Valéry, Sète 1871 – 1945 Paris), el poeta y escritor Jules Romains (nacido como Louis Henri Jean Farigoule, Saint-Julien-Chapteuil 1885 – 1972 Paris), el diplomático y poeta Paul Claudel, hermano de Camille Claudel (nacido Paul Louis Charles Marie Claudel Villeneuve-sur-Fère 1868 – 1955 Paris).
Estuvo 36 años abierta a un público excelso, que estaba muy cercano a la polémica y a la experimentación, hasta que en 1951 Adrienne se jubiló debido a que su reumatismo infeccioso le impedía trabajar.
Su enfermedad, el síndrome de Ménière, afectaba sin piedad su oído izquierdo. Los dolores eran cada vez más fuertes, los zumbidos cada vez más insoportables, las migrañas cada vez más acusadas y una enfermedad que se mostraba inflexible ante cualquier tipo de tratamiento.
No lo aguanta más y toma la drástica decisión de poner fin a su vida, ese 19 de Junio de 1955 con 62 años deja escrito:
“…pongo fin a mis días al no poder soportar más los ruidos que me martirizan desde hace ocho meses, por no hablar de los sufrimientos y fatigas que he padecido en los últimos años. Me encamino a la muerte sin miedo, sabiendo que aquí me encontré una madre al nacer y que me encontraré una madre en la otra vida”.
Tuvo una gran influencia en el excelente grupo de intelectuales que reunió a su lado, muchos la recordaron:
Jacques Prévert le dedicó un poema: La tienda de Adrienne
“…Una tienda, un pequeño establecimiento, una barraca de feria, un templo, un iglú, los bastidores de un teatro, un museo de cera y de sueños, un salón de lectura y, a veces, simple y llanamente una librería con libros para vender o prestar y devolver y clientes, los amigos de los libros, llegados para hojearlos, para comprarlos, para llevárselos. Y para leerlos. […] Adrienne, antes de cerrar la tienda, a solas con sus libros, como se sonríe a los ángeles, les sonreía. Los libros, como diablillos buenos, le devolvían la sonrisa. Conservaba esa sonrisa y se iba. Y esa sonrisa iluminaba toda la calle, la Rue de l’Odéon, la calle de Adrienne Monnier…”
Pascal Pia comentó
“Adrienne Monnier se ha ido con la discreción que la caracterizaba, rodeando su fin de tanto silencio y pudor que aún hoy muchos de sus amigos la creen ausente sin más de la Rue de l’Odéon, en uno de esos viajes que hacía en verano a sus pastos alpinos”. Pascal Pia hace referencia a Les Déserts, en Saboya, la aldea de su madre, donde Drienne pasaba sus veranos.
Yves Bonnefoy explicaba:
“… ¿Fue realmente el azar lo que me hizo entrar por primera vez en la tienda?.. ¿Había a principios de 1944 muchos más libreros que ofrecieran en sus vitrinas a Lautréamont y Rimbaud, Artaud, Daumal, los surrealistas… Como la mayoría de jóvenes sedientos de poesía, también yo iba por necesidad a aquel lugar donde la señora vestida de gris, de azul –grandes faldas de colores inmemoriales– era mucho más que la encargada. … Fue la consciencia de las letras”.
Sylvia Beach y Adrienne Monnier
Sylvia tenía un sueño, ayudada y asesorada por Adrienne, decidió abrir una librería estadounidense en París, donde los alquileres y el coste de la vida eran mucho más bajos. (2)
Sin el ejemplo de “La Maison des Amis des Livres”, la librería de Sylvia “Shakespeare and Company” no hubiera existido.
Adrienne le enseñó a llevar el negocio y como resolver las situaciones que provocaba la burocracia francesa, Sylvia siempre la consultó.
Fueron parte del enorme prestigio literario y cultural de la Rive Gauche.
El pintor y litógrafo Charles Winzer (1886 – 1940) amigo de Adrienne dibujó el cartel con el retrato de Shakespeare.
Revistas literarias como New Republic, Egoist, The Nation, Little Review, Nouvelle Revue Française, Le Navire d’Argent, Gazette des Amis des Libres
La librería se pobló de libros que llegaban desde Inglaterra y de Estados Unidos, no solo libros, también revistas como New Republic, Egoist, The Nation, Little Review…
Las paredes se decoraron con tesoros fotográficos de Walt Witman, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde y su capa de terciopelo, además de muchas otras fotos algunas de ellas de Man Ray (Emmanuel Radnitzky 1890 – 1976) un artista Dadá en plena transición al Surrealismo.
La librería apenas lleva una semana abierta pero no cesan de presentarse los amigos. Entre ellos la pandilla del poeta Léon-Paul Fargue (1876 – 1947), uno de los fundadores de la Nouvelle Revue Française, junto a su amigo Gallimard, el escritor y crítico Valery Nicolas Larbaud (1881 – 1957), y Paul Valéry a quien promete visitarle en su casa para ver los Degas, Manet y Renoir que cuelgan en sus paredes y de los que tanto le ha hablado, además de los Berthe Morisot, la famosa abuela de su mujer.
También André Gidé (Paris 1869 – 1951 Ibíd.) inconfundible con su sombrero Stetson de ala ancha y su cigarro.
Adrienne Monnier con la colaboración de Sylvia Beach y de secretario de redacción el escritor y periodista Jean Prévost (1901 – 1944) editaron Le Navire d’Argent de aparición mensual. Cuando escribía, Adrienne utilizaba el seudónimo J.M.Sollier. Expresaban así su amor a las letras, donde publicaban escritores respetados por ambas, el único requisito era la calidad literaria.
Uno de los famosos que publicó su primer texto gracias a Adrienne fue Antoine de Saint-Exupéry (nacido Antoine Marie Jean-Baptiste Roger Conde de Saint-Exupéry (Lyon 1900 – 1944 Mediterráneo), autor de El Principito. En 1926, la revista publica su primer relato, El aviador, en el que recogía sus impresiones sobre sus experiencias de vuelo, con una pluma profunda y rica en matices.
Pueden leer esté artículo en mi blog http://onlybook.es/blog/el-principio-de-el-principito/
Al año dejó de editarse porque no era rentable, pero fue clave en la escena literaria, a la par que ayudo a muchos escritores noveles en sus carreras literarias.
Fue sustituida al cabo de un tiempo por la Gazette des Amis des Libres de corta pero intensa vida desde enero de 1938 hasta mayo de 1940, si consideramos los autores publicados, y la calidad de sus contenidos, también dirigida por Adrienne.
En Paris en esa época había otros salones como el taller “Lyre et Palette” donde se reunían grandes “fauves” de la época, escritores y músicos como Maurice Ravel (Ciboure 1875 – 1937 Paris), Claude Debussy (Saint-Germain-en-Laye 1862 – 1918 Paris), Georges Auric (Lodève 1899 – 1983 Paris), Darius Milhaud (Maarsella 189s – 1974 Ginebra), o Arthur Honegger (El Havre 1892 – 1955 Paris), y pintores como Pablo Ruiz Picasso (Málaga 1881 – 1973 Mougins), Henri Matisse (Le Cateau-Cambrésis 1869 – 1954 Niza), Amedeo Modigliani (Livorno 1884 – 1920 Paris) o Gino Severini (Cortona 1883 – 1966 Paris).
En otros salones como en Art et Action, se podía escuchar las composiciones de Francis Poulenc y ver representaciones teatrales.
Termina la relación de Adrienne y Sylvia
La relación entre Adrienne Monnier y Sylvia Beach concluyó en 1937, año en el que Sylvia viaja, por primera vez a EE.UU.
A su regreso se encuentra con que su lugar había sido ocupado por la fotógrafa alemana Gisèle Freund (Schöneberg 1908 – 2000 Paris). Sylvia se muda al altillo de su librería y pone fin así a toda una vida en común.
En su libro, minucioso en su relato hay una omisión, Adrienne solo menciona a Sylvia Beach en un párrafo “También estaba Sylvia Beach. Esta joven estadounidense lucía un rostro original, de lo más atractivo. Hablaba francés con soltura, con un acento más inglés que americano; a decir verdad, no se trataba tanto de un acento como de una forma enérgica e incisiva de pronunciar las palabras; al escucharla no pensabas en un país, pensabas en una raza, en el carácter de una raza. En la conversación no vacilaba ni se detenía, nunca le faltaban las palabras, aunque llegado el caso se las inventaba a sabiendas… En definitiva, esta joven americana tenía mucho humor; mejor dicho: era el humor en persona…llevaba el pelo corto, y yo me lo corté al poco tiempo”.
Poca mención para tanto compartido.
Otros como Hugh Ford describen a Sylvia: “Los que llegaban a Shakespeare and Company esperando encontrarse con una rebelde de gustos vanguardistas y lascivos terminaban llevándose la impresión contraria: su compostura y su sensatez se reflejaban hasta en su ropa. Alejada de su entorno bibliófilo, Sylvia podía haber pasado por la secretaria de una multinacional, o por una maestra formal, enérgica y formidable…”
Todos los franceses llegan a la dirección de la librería de Adrienne o de Sylvia, ya que. Shakespeare and Company es una librería de préstamo, un club, una embajada y hasta una estafeta.
Otros visitantes, en este caso estadounidenses que llegan a París establecen e la librería de Sylvia su dirección postal.
Sylvia está un poco sobrepasada con tanta actividad pues llegan decenas de cartas.
Es frecuente ver pasar por allí a Sherwood Anderson (Camden 1876 – 1941 Colón) (orgulloso de ver su libro Winesburgh, Ohio expuesto en el escaparate) o a Robert McAlmon (Clifton 1895 – 1956 Desert Hot Spring).
El poeta Ezra Pound, quien se jacta de ser un buen carpintero (“Zapatero a tus zapatos”, suele decirle James Joyce) mientras golpea con un martillo una vieja silla adquirida en el mercado de las pulgas.
Gertrude Stein (Allegheny 1874 – 1946 Paris) otra de las nuevas suscriptoras, aparece junto a su inseparable compañera y confidente Alice B. Toklas (San Francisco 1877 – 1967 París).
Otro suscriptor es James Joyce, Sylvia apunta “James Joyce; calle de l’Assomption, 5 París; suscripción por un mes, siete francos”.
De Hemingway decía que era “el mejor de mis clientes”.
Recuerda su llegada a la librería en sus memorias:
“Al levantar la cabeza vi a un hombre alto y moreno, con un pequeño bigote, a quién oí decir en voz muy grave y profunda que era Ernest Hemingway. Le invité a sentarse y, en respuesta a mis preguntas, me informó que era de Chicago. También supe que había pasado dos años en un hospital militar recuperando el movimiento de su pierna ¿Y qué le había pasado a su pierna? Bueno, casi tan compungido como un niño, me confesó que había combatido en Italia y le habían herido en la rodilla. ¿Le gustaría ver las heridas? Por supuesto que sí. De esta forma se interrumpió todo el trabajo en Shakespeare and Company mientras se sacaba el zapato y el calcetín y me enseñaba las terribles cicatrices que cubrían la pierna y el pie…”.
Shakespeare and Company era una mezcla de librería y biblioteca que frecuentaron, sobre todo, mujeres deseosas de emanciparse intelectualmente, en una época en que la lectura se consideraba un peligro para su género.
Entre ellas estaba Simone de Beauvoir (Paris 1908 – 1986 Ibíd) y Virginia Woolf (Londres 1882 – 1941 Lewes), por las fichas de préstamo sabemos que gustaban leer libros que era difícil conseguir como los de William Faulkner.
Muchas se conocieron gracias a Sylvia, entre ellas Victoria Ocampo (Buenos Aires 1890 – 1979 Béccar) y Virginia Woolf en este caso en forma indirecta, ya que Victoria conoció a Virginia por su escritura.
La primera vez fue en París cuando Sylvia Beach, tomó Un cuarto propio de la estantería y se lo dio:
—Estoy segura de que usted sueña con este libro.
Y era verdad. Pasaron más de cinco años de aquel primer encuentro con un libro de Woolf y pudo finalmente estar frente a la autora en una exposición de Man Ray.
Victoria miró a Virginia con admiración.
Virginia miró a Victoria con curiosidad. (3)
Notas
1
Datos y referencias tomadas del artículo de Bruce Handy (26 de Junio de 2015) en Vanity fair.
2
Who is Sylvia? – Jot Down Cultural Magazine
3
Andrea Calamari en Jot Down en su artículo “Arisca y frágil: así era Virginia Woolf para Victoria Ocampo”
4
Fuentes
-París rinde homenaje a Adrienne Monnier. La Jornada, 22 de noviembre de 2020, suplemento “La Jornada de en medio”.
-Adrienne Monnier (2011). Rue de l’Odéon. Gallo Nero Ediciones. ISBN 9788493856847.
-Adrienne Monnier, Richard McDougall (1996). “The very rich hours of Adrienne Monnier” University of Nebraska Press. ISBN 978-0-8032-8227-8.
Librerias El Péndulo. Ciudad de México