Museo y Teatro Romano de Cartagena. Arq. Rafael Moneo

La Casa Llagostera (1)

El edificio fue un encargo de D. Esteban Llagostera y Punti y su esposa Dña Julia Molina Macabich, una familia dedicada al comercio textil procedente de Manlleu, provincia de Barcelona.

El edificio se construyó para albergar el comercio textil La Villa de Madrid (el segundo, pues ya poseían El Globo en los bajos de la Casa Maestre, Plaza de San Francisco) y como primera residencia de la familia.

Esta próspera familia de comerciantes pertenecía a la burguesía nacida del auge de las explotaciones mineras de la Sierra de Cartagena y La Unión a finales del siglo XIX y principios del XX. El enorme crecimiento de la minería convierte a Cartagena en una ciudad rica y cosmopolita, destacando como una de las más importantes de España.

Los Llagostera, satisfechos de su primer encargo: La Torre Llagostera (conocida como Huerto de las Bolas) en el barrio cartagenero de Los Dolores, eligen a D. Víctor Beltri y Roqueta (1862 – 1935) nuevamente para su nuevo edificio en la ciudad. Este arquitecto afincado en Cartagena, nacido en Tortosa (Tarragona) y formado en la Escuela de arquitectura de Barcelona, recibe el encargo en noviembre de 1913, habiendo realizado ya desde 1898 gran parte de sus obras más importantes.

El edificio de cuatro alturas, se construyó como primera residencia de D. Esteban Llagostera en la calle Mayor (antigua calle Marina Española) como símbolo de la prosperidad económica de la familia y por consiguiente del emergente poder civil de la alta burguesía.

La fachada de la Casa Llagostera, se compone de un bajo comercial y tres pisos ordenados de manera jerárquica. El primer piso o principal es el destinado a residencia del propietario, siendo éste y el superior donde se concentra la mayor profusión decorativa. El conjunto se articula con balcones corridos y miradores de madera en los extremos, siguiendo el esquema cartagenero de fachada. El estilo arquitectónico se puede considerar como modernista tardío, dada la fecha de su construcción.

La fachada es de 1916 y firmada por el artista D. Gaspar Polo (que intervino en la decoración del Palacio consistorial o del Palacio de Aguirre). El conjunto presenta un rico repertorio decorativo a base de cerámica colorista. Los miradores y los antepechos de forja de los balcones son complemento del rico programa iconográfico. El dios Mercurio de la mitología romana, preside la planta noble, representando al Comercio (en el borde inferior de éste se encuentra la firma del autor y la fecha).

Mercurio está flanqueado a la izquierda por el escudo de Cartagena y el de Manlleu a su derecha. La segunda planta la preside la diosa Minerva, que representa la sabiduría, con el escudo de Barcelona a su derecha y del reino de Murcia a su izquierda. En la última planta preside el escudo de España rodeado de una profusa y colorista decoración en sintonía con el resto de la fachada. Rematando el conjunto de la fachada, en la parte superior figura el nombre del edificio sobre cerámica: “Casa Llagostera”.

Como anécdota cabe señalar que las coronas reales que estaban los escudos fueron arrancadas en 1931 con motivo de la proclamación de la II República Española.

La Casa Cervantes, la Casa Pedreño, la Casa Maestre, la Casa Dorda, la casa Zapata o el Palacio de D. Camilo Aguirre son otros ejemplos de encargos de la acaudalada e influyente burguesía local al arquitecto D. Víctor Beltri y Roqueta.

Arquitecto Víctor Beltri y Roqueta

Nace en Tarragona el 16 de abril de 1862.

A los 18 años realiza sus estudios en Barcelona en la Escuela de Arquitectura y en la Escuela Oficial de Bellas Artes. Durante sus años de estudio, 1880 a 1886 conoce el movimiento modernista, que está dando sus primeros pasos, Víctor terminará siendo el máximo representante de la arquitectura modernista de la Región de Murcia.

Sus trabajos se desarrollan en Tortosa, desde 1890 en Gandía, en la Unión y a partir de 1895 en Cartagena.

Cartagena estaba siendo reconstruida después de la revolución cantonal de 1873, que fue una insurrección federalista que ocurrió dentro del marco de la I república Española (1873 -1974) para transformar la provincia de Murcia en un Cantón federal, su epicentro fue la ciudad de Cartagena, la destrucción ocurrió durante la resistencia al asedio de las fuerzas del gobierno central desde Julio de 1873 hasta enero de 1874.

La ciudad se encontraba en plena expansión por la riqueza generada por la explotación del plomo y la plata de las Minas de La Unión. El 4 de febrero de 1935 es enterrado en la ciudad murciana.

Sus obras (en su mayoría declaradas Bien de Interés Cultural, integran todas las artes que utilizó el modernismo, el hierro, la cerámica, el cristal.

Obras en Cartagena

Su primera obra en Cartagena fue la Casa Cervantes (actual sede del Banco Sabadell),

Sus proyectos son responsables de la configuración estética del casco histórico de Cartagena, la Ronda Norte fue renombrada como Avenida de Víctor Beltrí

1896 La Iglesia de Barrio Peral

1898 El Palacio de Aguirre

1900 La Villa Calamari  también conocido como Palacete de Versalles

1906 La Casa Maestre. Inspirada en la Casa Calvet de Gaudí

1907 Las Casas de los Catalanes

1910 La Casa Dorda 

1910 La Casa Zapata 

1912 El Gran Hotel: la obra más representativa del modernismo en la Región de Murcia. Ya no tiene uso hotelero. Tiene seis plantas. La fachada es de piedra artificial y ladrillo rojo

1915 La Casa Llagostera, decorada toda su fachada con azulejos alegóricos de cerámica pintada

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1918 La Fundición Frigard

1926 Asilo de Ancianos de las Hermanitas de los Pobres

1929 La Casa de Misericordia.

Otras obras son:

La reconstrucción de la Catedral de Cartagena

El antiguo Club de Regatas (discutido)

La remodelación del Casino de Cartagena, entre otras obras.

Obras en La Unión

1901 El antiguo mercado público realizada en hierro, piedra y cristal, una de las obras más significativas del modernismo en España

1913 La Casa del Tío Lobo, en Portmán

Obras en Gandía (Valencia)

1908 Palacete París

Cartagena: 2000 años de historia a través de su Teatro Romano

1991

1997

2007

El Teatro Romano de Cartagena es uno de los descubrimientos más sorprendentes de la arqueología reciente. Cuando contemplamos su espléndida arquitectura se hace difícil comprender dadas sus dimensiones, como permaneció oculto durante tantos siglos. Esto se debe a que se encuentra en un sector de la ciudad ocupada de forma ininterrumpida hasta nuestros días.

La singular superposición parcial de la llamada Catedral Antigua (Santa María la Vieja) sobre una parte del graderío del Teatro, muestra el resultado final de una compleja sucesión de barrios y estructuras que han convertido esta zona de la ciudad en un auténtico libro de historia narrada a partir de sus testimonios materiales y objetos de la vida cotidiana.

La intervención arqueológica desarrollada entre los años1990 y 2003 permitió la recuperación del edificio teatral, cuyo estudio en profundidad ha consentido la ejecución de una restauración arqueológica, donde ha primado los trabajos de conservación orientados a facilitar la percepción, visita y lectura del edificio, y sobre todo a frenar su erosión y deterioro.

El Proyecto de recuperación del Teatro Romano

Con el descubrimiento de los restos arqueológicos del Teatro romano de Cartagena, se encarga al arquitecto Rafael Moneo la intervención en el entorno urbano de dicho teatro, así como la creación de un nuevo Museo que aloje las importantes piezas encontradas durante las diferentes campañas de excavación.

Plano general del sitio

El Museo da pie a incorporar el Palacio de Riquelme, comenzado a mediados del siglo XVIII, y a incorporar la iglesia santa María la Vieja en el recorrido museístico, convirtiendo el teatro en la última y más notable pieza presentada en el Museo.

Como complemento de los trabajos encaminados a la integración del hallazgo en la ciudad y a su correcta incorporación a la trama urbana, se plantea el Parque de Cornisa del Teatro Romano, ya finalizado.

El Museo se desarrolla en dos edificios bien diversos, unidos entre sí por un corredor dispuesto bajo la calle: el primero, que incorpora las crujías aún en pie del Palacio de Riquelme, se organiza en torno a un patio a modo de impluvium.

El segundo edificio, alberga las Salas de exposición, así como los medios de elevación hasta la cota de acceso al corredor bajo Santa María la Vieja, que conducirá a los visitantes hasta el teatro donde se completa el recorrido museístico.

Sección longitudinal

El itinerario, se plantea como una “promenade” desde el mar a las cotas altas culminando la visita con la inesperada aparición del imponente espacio de la cavea.

El plano muestra la voluntad del arquitecto Moneo de “hacer ciudad”, no solo atento a los espacios interiores del Museo sino también a los espacios públicos de una ciudad tan densa como lo es la historia urbana de Cartagena.

El barrio de Pescadores

Plano antiguo

La pervivencia de este abigarrado barrio de viviendas del siglo XVIII, el Barrio de Pescadores, aunque renovado a finales del siglo XIX había contribuido a transformar la fisonomía original de la zona, enmascarando las trazas del viejo teatro. Muchas de estas viviendas apoyaban sus paredes traseras en los muros del propio edificio teatral, mientras que en otros sus cimentaciones o infraestructuras básicas como pozos ciegos, canalizaciones o aljibes estaban excavados en los sucesivos rellenos, alterando de forma evidente el registro arqueológico.

En el abandono de algunos pozos ciegos se han recuperado objetos que nos hablan de la vida cotidiana.

Realizado por el Ingeniero militar Juan José de Ordovás (1760 – 1833). Fue académico de Bellas Artes de San Fernando.

Callejero de 1887 del Archivo Municipal

El Barrio de Pescadores se extendía entre las empinadas escalinatas de las calles Subida de los Cuatro santos y Subida de la Iglesia, entre ellas se articulaban estrechas callejuelas como Don Gil, Orcel y el Callejón del Junco, núcleo principal del barrio.

El espacio que ocupa el Teatro Romano estaba ocupado por un barrio humilde levantado con una arquitectura popular que con el paso del tiempo se había ido degradando de manera progresiva e irreversible, tanto social como urbanísticamente y donde la ruina de algunos inmuebles se remonta a la época de la Guerra Civil.

El arrabal viejo

Tras la época medieval se sucedió una importante etapa edilicia derivada del crecimiento demográficamente experimentado a partir del siglo XVI y que arqueológicamente tiene su reflejo en la construcción del Arrabal Viejo, citado en los documentos del siglo XVII.

Dibujo de Pedro de Maurel de 1679, con la situación topográfica de la
ciudad y su muralla

Las excavaciones sacaron a la luz los restos de este barrio, que se extendería por toda la vertiente anteriormente ocupada por la cávea del teatro, en cuyos niveles de abandono se localizaron lozas de importación italianas y catalanas, así como vasos de fabricación local procedentes del Taller de Morería (Molinete, Cartagena).

Los cinco cerros de Cartagena son El Cerro del Molinete,
el Cerro de la Concepción, el Cerro de Despeñaperros,
el cerro de San José y el Monte Sacro

La cávea, eran las gradas o estructuras semicirculares donde se sentaban los espectadores. Se distinguían tres partes de acuerdo a la clase social:

La «ima cavea» (también llamada cavea prima, o primera fila), era el lugar destinado a los senadores y a las personas más importantes de la ciudad. Incluía a los “équites” (del latín «equĭtis» caballeros) que conformaban una clase social, que en la Antigua Roma, eran conocidos como “Ordo equester” -clase ecuestre-.

La «media cavea», era el lugar que ocupaban las categorías intermedias.

La «summa cavea» estaba destinada a la plebe, dentro de la cual estaba la cavea última o última fila para los libertos o esclavos.

El barrio en la época Bizantina, la vida cotidiana

Tras la creación de la nueva provincia de Spania por los bizantinos a partir del año 552, Carthago Spartaria se consolida como capital administrativa y puerto militar de un vasto territorio. La ciudad funcionaba como puerto activo dentro de las rutas comerciales mediterráneas, abasteciéndose de los mercados norteafricanos y orientales. El poder se encontraba en manos de la clase mercantil, que monopolizaba una floreciente actividad comercial, principal base económica de la ciudad. El conjunto de la población heterogénea y cosmopolita, estuvo muy influenciada por el mundo oriental, contando con una sólida comunidad cristiana asentada ya desde el siglo IV d.C.

El barrio de la época bizantina se construyó sobe las ruinas del antiguo Teatro Romano, creando un entramado de callejuelas, viviendas y almacenes, adaptado a la fisonomía del Teatro.

Las viviendas se articulaban alrededor de un patio central descubierto, donde se disponía de infraestructuras básicas, desde las atarjeas (construcción de ladrillo que conducen aguas residuales) para el drenaje de los ambientes, a los silos para el almacenamiento, o los pozos ciegos para la evacuación de residuos.

La actividad comercial en época Bizantina

Puerta de Rávena Siglo VI, detalle de mosaico parietal
de la Basílica de san Apolinar Nuevo (Rávena)

Los intercambios en Carthago Spartaria se ven favorecidos por la instalación de comerciantes orientales, incluso de forma previa al desembarco bizantino. Abreviaturas pintadas y grafitos realizados sobre contenedores anfóricos, muestran la procedencia foránea de las mercancías, así como el origen extranjero de los responsables de su comercialización, que forman así una sociedad heterogénea, multicultural, también ilustrada por las inscripciones funerarias en griego halladas en la ciudad. Integran este mundo de intercambios distintos productos alimentarios procedentes de las más diversas partes del Mediterráneo, como el famoso vino de GNZA, las salazones africanas o el aceite, comercializados en pequeños “spatheia” y en las ánforas de gran formato.

Con la recuperación de las antiguas posesiones del Imperio Romano de occidente, el Mediterráneo vuelve a ser un lago romano. Las naves de comerciantes privados y del estado surcarán este mar, vehículo para la recepción de mercancías, ideas y personas.

De las inquietudes de esta sociedad da cuenta el comercio de ungüentarios orientales, bien conteniendo agua y óleos bendecidos procedentes de Tierra Santa y otros santuarios mediterráneos, bien perfumes y ungüentos elaborados en centros de reconocida fama, y requeridos por las clases altas.

El Teatro

El edificio estaba estructurado en dos cuerpos separados por una calle y una plaza central. El primero estaba compuesto por u conjunto de quince “tabernae” (tiendas), estrechas y alargadas, sobre el viejo escenario. En el lado opuesto, se articulaba una gran exedra porticada que conservó y fosilizó la forma semicircular de la cávea. La exedra estaba rodeada por una galería anular sobre elevada, a la que se accedía por sendas escaleras colocadas en los laterales. La plaza central situada en gran parte sobre la antigua “orchestra”, servía como separador entre los dos cuerpos del edificio. La construcción de este complejo comercial, muy a finales del Bajo Imperio, no sólo expresa la revitalización urbana desde el punto de vista edilicio, sino que también acredita la reactivación de las actividades comerciales de la ciudad.

Teatro y Sociedad

El teatro fue un elemento esencial dentro del proceso de renovación urbana impulsado por el emperador Augusto en las ciudades occidentales del Imperio.

Durante la primera época imperial fueron erigidos en la mayoría de las ciudades provinciales.

El emperador quería restaurar los valores tradicionales de la cultura romana, por lo que desempeñaban importante función social, política y religiosa.

El Teatro, dedicado a Cao y Lucio Césares, hijos de Agripa y Julia, hija del emperador Augusto, se convirtió en u elemento esencial dentro del engranaje político y social de Carthago Nova. Con capacidad para 7000 espectadores, constituía el escenario ideal para la exaltación del emperador, incorporando ciclos escultóricos y epigráficos relacionados con la familia imperial. Las imágenes de los jóvenes príncipes y los altares epigráficos ubicados en el frente escénico cumplían una función claramente propagandística: presentar a los nietos de Augusto como sucesores de su Imperio.

Esta faceta fue rápidamente aprovechada por las clases adineradas de la ciudad para promocionar sus carreras políticas, ya fuera a través de su participación en la financiación constructiva u ornamental del edificio, o por medio de las plazas reservadas en el auditorio, cuya distribución reflejaba el orden social vigente, regido por una rigurosa jerarquía de clases.

Destinado a la representación de diversos géneros teatrales como parte de los juegos públicos organizados en honor a los dioses, el teatro se convirtió desde época temprana en el espacio ideal para llevar a cabo ceremonias sacras, procesiones rituales o reuniones políticas, dotando de jun nuevo significado a las imágenes políticas, que ahora apareen convertidas en iconos de culto.

La calidad y volumen del programa ornamental recuperado en el teatro de Cartagena, lo han convertido en uno de los más completos y tempranos del mundo romano.

La escultura, la epigrafía y los revestimientos conforman un conjunto homogéneo y unitario que da sentido a cada una de las funciones asumidas por el edificio, consolidándose como emblema de la magnificencia pública alcanzada por la colonia.

Esta riqueza decorativa se encontraba centrada en aquellos espacios más representativos del teatro, concretamente en la escena y la orchestra, que aparecían poblados de esculturas de divinidades, retratos imperiales, inscripciones y ricos revestimientos de color, ya fuera mediante el uso de mármol o a través de pintura mural, un excepcional despliegue que podía ser observado desde cualquier punto de la grada.

Corredor bajo la Iglesia santa María la Vieja

Situado bajo la Iglesia Santa María la Vieja este corredor coneta el Museo con el Teatro Romano.

En su recorrido se han integrado los restos arqueológicos de las distintas fases históricas constatadas en el espacio que actualmente ocupa el templo.

En síntesis, la evolución urbana de este sector del cerro de la Concepción comienza a finales del siglo II a.C. cuando se construye una vivienda romana que transformó parte de la colina creando una amplia terraza. De esta vivienda se conocía una habitación con mosaico conservado in situ en una cripta construida por el arquitecto Carlos mancha en las obras de restauración de la iglesia, llevadas a cabo a finales del siglo XIX.

La estancia que ha sido interpretada como «triclinium» (salón-comedor), es una de las habitaciones más lujosas de esta casa romana. Su pavimento aparece decorado con teselas blancas formando diferentes motivos geométricos. Durante las últimas excavaciones se ha podido conocer con mayor profundidad  otras zonas de la vivienda, en el interior de una de ellas se ha conservado el derrumbe del enlucido de la techumbre cuya caída, junto al derribo de parte del alzado de los muros, se produjo de forma intencionada para las obras de construcción del Teatro romano en época augustea.

Posteriormente este sector del teatro quedó englobada en el recinto defensivo de la medina islámica, levantándose durante la primera mitad del siglo XIII un paramento de tapial calicastrado.

En la segunda mitad del siglo XIII, sobre los restos de la vivienda romana, se levantaron nuevos muros de aterrazamiento de lo que parecen ser los restos más antiguos del templo cristiano. Su estructura fue hallada en las excavaciones realizadas por pedro San Martín en 1958, si bien su cronología ha podido precisarse en las intervenciones recientes al localizar su fosa de fundación.

A lo largo de los siglos XVI y XVII la iglesia se amplió sucesivamente, en parte utilizando los sillares romanos del antiguo teatro, a expensas de un sector de su gradería superior. En ella, templo e historia conforman una íntima unión consolidada por el paso del tiempo.

Edificio Bajomedieval

Cimentación de un edificio situado a los pies de la iglesia de Santa María (Edificio A), construido en la segunda mitad del siglo XIII mediante mampostería y lechadas de mortero, con sillares en las esquinas.

De su cara interna sobresale un apéndice que pudo servir de cimentación a una pilastra o semi columna adosada al muro norte del edificio. Se le presupone un carácter religioso por su centralidad respecto a la actual iglesia, y por la existencia de algunos elementos tardo románicos, como un capitel con iconografía del pecado original. Su situación y reducidas dimensiones permite plantear que se trate de una iglesia ex novo, o bien de una capilla perteneciente a la residencia episcopal o incluso a la orden militar de Santa María del mar.

Fundación de una ciudad romana Ex-Novo de nueva planta. parte 1

Fundacion de una ciudad Romana Ex-Novo. de nueva planta 1

Vivienda romana

Edificio Religioso Medieval

La vivienda, construida a finales del siglo II a.C., fue demolida intencionalmente para las obras de construcción del Teatro Romano en época de Augusto.

Se conserva sobre el suelo el derrumbe de la techumbre con las improntas de las cañas y cuerdas que conformaban su armazón. Al fondo, destaca el muro de aterrazamiento de la vivienda levantada en mampostería, a él se adosan distintos muros construidos con zócalos de piedra y barro, revestidos de enlucido blanco, pertenecientes a la última remodelación de la casa a mediados del siglo I a.C.

En la parte derecha se alza la esquina de un edificio religioso de finales del siglo XIII, construido con sillares de travertino y en menor medida de caliza gris local. En su ángulo inferior se reutiliza un capitel toscano procedente de construcciones romanas anteriores.

Teatro Romano

El conjunto ha sido recuperado por la Fundación Teatro Romano de Cartagena, el Museo, obra del arquitecto Rafael Moneo, conduce a los visitantes hasta el interior del monumento, convirtiendo el Teatro romano en su última gran sala.

Notas

1

Textos elaborados por el Ayuntamiento de Cartagena, 2017 Año de la Ilustración, y el Casco Antiguo de Cartagena.

2

Este Museo y Teatro Romano han sido  construidos y rehabilitados por la Fundación Teatro Romano de Cartagena cuyos patronos son La Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, El Ayuntamiento de Cartagena y la Fundación Caja Murcia junto a la colaboración de Saras Energía, siendo Arquitecto D. José Rafael Moneo Vallés. Cartagena, 11 de Julio de 2008.