Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, visita del 9 de febrero 2024. 1 2 3 y 4

1 y 2

Textos del Dr. Phil. Roberto Contini, Comisario. Desde 1998 es Miembro de la Accademia delle Arti del Disegno, Florencia. Desde 2000 Comisario de pintura italiana y española posterior y de pintura francesa del s. XVII. Desde 2014 Miembro del comité científico de la Accademia Carrara, Bérgamo. Desde 2018 Miembro del comité consultivo del «Boletín del Museo del Prado. Conservador de Pintura italiana y española 1500-1700 y Pintura francesa 1600-1700.

Las Notas con mis comentarios y referencia, las indico en cursiva.

Canaletto (Giovanni Antonio Canal Venecia 1697 – 1768 Ibid)

La Escuela de San Marco. Hacia 1765.

Óleo sobre lienzo. 42 x 32,5 cm. Colección Carmen Thyssen

Delante de la fachada de la Escuela de San Marcos, obra maestra del Renacimiento veneciano (realizada por Pietro y Tullio Lombardo y acabada por Mauro Colussi) de la que aparecen sólo los tres arcos occidentales, se celebra una feria animada por gente heterogénea: algunos charlan de pie, apartados; otros, cerca de la fuente, levantan un estandarte; otros, cerca del muelle, arrastran un palo o juegan a las cartas. Mientras tanto, otro personaje gesticula desde el adyacente Ponte del Cavallo, que cruza el Rio dei Mendicanti.
Esta pintura apareció en 1981, junto con su pendant, Capricho con columnata en el interior de un palacio, (ver más abajo) en una subasta de Sotheby’s, en Londres, con la declaración genérica de procedencia “The property of a Lady”, pero con la precisión de que ambos cuadros formaban parte de la colección de la familia de la propietaria desde finales del siglo XIX.
El hecho de que la pintura pendant se corresponda a un lienzo sobre el mismo tema, fechado en 1765 y conservado en las Gallerie dell’Accademia de Venecia, nos lleva a situar también estas dos pinturas en los últimos años de vida de Canaletto, que murió en 1768.

Nota: Pendant es un término utilizado especialmente en la expresión «formar pendant», para designar a una pareja de piezas (de cuadros, esculturas o incluso obras de artes decorativas, como relojes o candelabros), con el fin de ser exhibida conjuntamente en un espacio adecuado (por ejemplo, flanqueando una puerta o formando simetría en una estancia o sobre un aparador). Habitualmente tienen las mismas o similares dimensiones y proporciones y se refieren al mismo tema artístico.

Se conocen dos vistas juveniles, horizontales y de gran tamaño, con el campo Santi Giovanni e Paolo y la Escuela de San Marcos, una en Dresde, Staatliche Kunstsammlungen, Gemäldegalerie (125 x 165 cm), y la otra en una colección particular, antes en Montreal, Legado de Elwood B. Hosmer (90, 5 x 135, 9 cm). Ambas pertenecieron al embajador del emperador procedente de Lucca, Stefano Conti, estando documentadas en 1725 y 1725-1726, respectivamente.

La segunda está tomada desde un ángulo ligeramente alejado, pero suficiente para mostrar íntegramente los escalones del muelle y dos figuras similares a las que aparecen, en ese mismo lugar, en el cuadro Thyssen. Dichas figuras, sin embargo, en lugar de jugar a las cartas, aparecen una de espaldas, con el brazo derecho apoyado en el muro, y la otra de perfil, con el brazo derecho extendido indicando el agua o la góndola, y el brazo izquierdo apoyado en el parapeto. En ambas pinturas, se repite el motivo de un estandarte en el centro, cerca de la fuente, delante del portón de entrada a la Escuela. En el lienzo que nos ocupa, cuarenta años posterior a los mencionados, la perspectiva es tan aplastada que no se percibe la forma circular de los escalones del zaguán. Además, el Ponte del Cavallo aparece acabado, con sus escalones y su peana de acceso completas, a diferencia de las más antiguas vistas Conti, en las cuales estos elementos están tan sólo esbozados o no existen (en la vista de Dresde, incluso aparece una pasarela de madera).

El elemento compositivo dominante de un edificio único, en este caso la Escuela de San Marcos, induce inmediatamente a relacionar esta pintura con otras single building paintings generalmente tardías.

Por ejemplo, la La Escuela de San Teodoro (Londres, Colección John Ward) muy similar a ésta en el tratamiento y en el corte compositivo, aunque menos segura en la perspectiva y más somera en la representación de los personajes. El tamaño, además (41 x 31 cm), casi idéntico al del lienzo de la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, nos lleva tal vez a sospechar su pertenencia a una serie casi didáctica de edificios venecianos célebres, representados indiferentemente desde el exterior o el interior.

La Escalera de los Gigantes en el Palazzo Ducale

Una serie de la que podrían haber formado parte: La Escalera de los Gigantes en el Palazzo Ducale (Ciudad de México, Colección Pigliai) tanto por estilo como por tamaño (42 x 29 cm); quizá el Interior de la basílica de San Marco -considerado pendant del anterior- conservado en el Museum of Fine Art de Montreal; pero sobre todo la Plaza de San Marcos, hacia la basílica, desde el ángulo sudoeste (Londres, National Gallery), 45 x 35 cm,

Plaza de San Marcos hacia la basílica, desde el ángulo noroeste

la mejor pintura de este grupo, que puede compararse con el pendant de este cuadro y viene acompañada, a su vez, por un pendantPlaza de San Marcos hacia la basílica, desde el ángulo noroeste (Londres, National Gallery), 46, 5 x 38 cm.

Canaletto (Giovanni Antonio Canal Venecia 1697 – 1768 Ibid)

hacia 1765. Óleo sobre lienzo. 42 x 32,5 cm

Colección Carmen Thyssen

Capricho con columnata en el interior de un palacio

Es una escena de la vida en un palacio, tomada desde un atrevido doble ángulo de perspectiva, que permite abarcar, a la vez, la fila de columnas que, en la planta baja, separan el “portego” del patio interior y la balconada de la planta noble, que se abre bajo el arco de la bóveda, mostrando, simultáneamente, todos los elementos arquitectónicos, desde el forjado de madera debajo de la balconada hasta el techo sobre ella.

Unas lámparas cuelgan de sus largos cables entre columna y columna y un blasón en un patio interior, donde un caballero da una limosna a un muchacho y otro mendigo espera la suya, sentado con la espalda apoyada en una columna, animales de corral corretean y una mujer cose, sentada, a la derecha, delante de unos escalones. Hay dos figuras apoyadas en la balaustrada, una de ellas sujetando una cortina que sobresale de ella, decorada con un blasón. El patio está abierto al fondo y muestra una parte del complejo edificio. Hay una mujer cerca del pozo, a la izquierda, y una escalinata conduce a la planta superior. La escalera queda cerrada por las copas de los árboles detrás del palacio y un trozo de cielo tranquilizador, tan sólo interrumpido por ligeras nubes blancas.

Este pequeño cuadro adquiere una importancia histórica que excede su notable calidad de ejecución. De hecho, se trata de una derivación autógrafa (o quizá una primera elaboración) de una famosa composición de Canaletto, conservada en las Gallerie dell’Accademia de Venecia, que el propio pintor regaló dos años después de haber sido elegido miembro de la Accademia di Pittura e Scultura, pero sólo en segunda instancia, el 11 de septiembre de 1763. Aunque la sección arquitectónica de la Accademia -y, por consiguiente, también la de esta colección- con su casi pedante enfoque analítico, parece cumplir totalmente con los criterios de verosimilitud topográfica que hicieron famoso a Canaletto, la crítica es unánime en considerar que se trata de una visión fantástica, en gran parte creada en el estudio. Tal como ha demostrado irrefutablemente André Corboz, el interior del palacio corresponde a una remodelación, por cambio de estilo, de la Ca’ d’Oro, emplazamiento que, sin embargo, resulta irreconocible. Citando a Corboz, la “articulación general de los lugares y la posición de los acentos principales corresponden punto por punto a la Ca’ d’Oro, que no aparece en ninguna otra obra. Mirando desde el fondo del «portego» hacia el Gran Canal se ve, a la izquierda, el patio, cuya escalinata poseen la misma planta y disposición que la del cuadro, en el que Canaletto ha conservado la balaustrada de simples cilindros y pequeños leones (estos últimos ausentes en la representación Thyssen). Se ha separado el muro de la calle, aun conservando su altura, para conseguir un espacio abierto alrededor del ala del edificio (una solución distinta de este cuadro). El primer tramo de escalera conduce a una puerta coronada por una ventana, que en el lienzo se convierte en un ojo de buey (no sucede así, como veremos, en el cuadro de la Colección Carmen Thyssen). La cornisa curva de la puerta pintada se corresponde con el arco de descarga de la puerta construida … El pórtico real posee tres intercolumnios en el eje principal; el cuarto que aparece en el lienzo sería el resultado de abatir perpendicularmente el primero…Las columnas de la Ca’d’Oro ya son lisas y de estilo corintio. Canaletto las alarga, les coloca anillas y las levanta aún más con un alto zócalo…Trae el portal gótico del arco que se encuentra en el mismo lugar, en la orilla, a la Ca’ d’Oro y cierra el espacio a la derecha con un muro visto rasante. Además, transforma el pórtico en el canal en una terraza que prolonga el empedrado del «portego». Finalmente, abriendo el techo, muestra la hilera de ventanales que se abren al patio en la primera planta”.

Pequeños, pero no insignificantes, detalles diferencian el prototipo veneciano de su reducida réplica: el lienzo de la Accademia, tres veces mayor que el cuadro que nos ocupa, muestra una solución distinta en la escalinata exterior (mucho más amplia y escenográfica), así como un muro de cierre totalmente distinto y separado (como si se tratase de otro cuerpo arquitectónico). Se trata de un muro enfoscado en color rojo ladrillo en el que ya no hay nicho, y en lugar de la estatua, en el ángulo aparece ahora un jarrón de estilo piranesiano con una planta carnosa. En la cortina falta el escudo, pero también hay diferencias en las figuras humanas que pueblan la galería: el muchacho agachado en primer plano a la izquierda ha desaparecido, reemplazado por la mujer que cose. El mendigo ya no pide limosna y los patos han desaparecido, quedando sólo el perrito, ahora atado a la basa de la columna.

Es más que evidente que en esta obra tardía Canaletto ha hecho gala de su antiguo, pero “genéticamente” genuino, dominio de un arte al que se dedicó en sus primeros años de artista, colaborando con su padre Bernardo Canal (pintor especializado en escenografías de teatro). No se puede negar el parecido que existe con el enfoque escénico de un cuadro de la National Gallery de Londres, cuyo tamaño es tan similar que nos lleva a pensar que se trata de obras pertenecientes a una misma serie. Se trata de Plaza de San Marcos en dirección al este, desde el ángulo sudoccidental, cuya perspectiva está tomada desde el interior del pórtico de las Prucuratie Nuove y recuerda inmediatamente el doble ángulo de perspectiva del “portego” aquí comentado y sorprendentemente similar.

La Plaza de San Marcos en Venecia - Canaletto. Museo Nacional  Thyssen-Bornemisza

El prototipo veneciano pudo contar con un dibujo preparatorio a pluma y tinta marrón, con acuarelados grises (36 x 29 cm), anteriormente en la Colección Albertini de Roma, que se corresponde en todos sus detalles al lienzo, y un folio del Museo Correr con apuntes arquitectónicos no tan directamente ligados a la realización pictórica, a pesar de la inscripción que aparece en uno de ellos: “Per la cademia”.

Se conocen numerosas réplicas o copias de este afortunado tema (Constable cuenta ocho de ellas), de las cuales se acepta como autógrafa la pequeña del National Loan Collection Trust de Londres (55, 8 x 41, 9 cm).

3

Texto de Ivan Gaskell, catedrático de Historia Cultural y de Museología en el Bard Graduate Center (Nueva York). Durante su carrera en el Warburg Institute de Londres, en Cambridge y Harvard ha escrito, editado y coeditado once libros, y ha escrito artículos en revistas académicas y obras especializadas de historia, arte y filosofía.

Las Notas son comentarios y referencias mías, indicados en cursiva

Gaspar van Wittel (Vanvitelli), Amersfoort 1652/3 – 1736 Roma.

Piazza Navona, Roma. 1699. Óleo sobre lienzo. 96,5 x 216 cm

Colección Carmen Thyssen

Gaspar van Wittel (nacido como Caspar Adriaensz van Wittel, más tarde llamado Gaspare Vanvitelli o Gaspare degli Occhiali o Caspar Adriaansz van Wittel, fue un pintor holandés establecido en Italia, especialista en vedute.

Nota: El vedutismo (vista en italiano) es un género pictórico muy típico del Settecento italiano, desarrollado sobre todo en Venecia. Enmarcado dentro del paisajismo, en el vedutismo se representan vistas generalmente urbanas, en perspectiva, llegando a veces a un estilo cartográfico, donde se reproducen imágenes panorámicas de la ciudad.

Vanvitelli forma parte del grupo de pintores procedentes del norte de Europa que trabajaron en Roma a finales del siglo XVII y principios del XVIII. En esta vista de la Piazza Navona describe algunos de los proyectos arquitectónicos más destacados de la remodelación llevada a cabo por el papa Inocencio X.

Nota: Inocencio X (Roma 1574 – 1655) fue el 236ª Papa de la Iglesia católica, entre 1644 y 1655.

Nota: Vista del palacio Pamphili, desde la Piazza Navona, y su fachada a la Strada di Pasquino (1699) (Alessandro Specchi, 1668–1729), construido por Girolamo Rainaldi y Carlo Rainaldi en estilo barroco entre 1644 y 1650.

A la izquierda, las reconstrucciones del palacio de la familia Pamphili y de la iglesia de Sant’Agnese in Agone de Borromini, frente a la cual, y en el centro de la composición, se halla la fuente de Los cuatro ríos de Bernini.

Vista de Piazza Navona sobre las ruinas del Circo Agonale 
(1748-1774), grabado de Piranesi (1720–1778)

Nota La iglesia de Santa Inés en Agone, es una iglesia barroca del siglo XVII.

En el lugar donde la cristiana Santa Inés fue martirizada en el antiguo estadio de Domiciano. Su construcción comenzó en 1652 por los arquitectos Girolamo Rainaldi y su hijo Carlo Rainaldi. Después de numerosas disputas,​ Francesco Borromini reemplazaría a ambos, aunque tras la dimisión de Borromini, se volvió a llamar a Carlo Rainaldi, con el fin de que continuara con las obras.

Vanvitelli con su pintura hizo una descripción de la ciudad moderna. Sus paisajes urbanos son fruto de parámetros racionales de la visión y de la construcción regular de la perspectiva, tal y como se aprecia en los numerosos dibujos preparatorios que se conservan.

Nota: Bernini recreó el Ganges, el Nilo, el Danubio y el Río de la Plata, los principales ríos de los cuatro continentes conocidos hasta la fecha, en forma de cuatro gigantes de mármol, todos descansando en una gran piscina elíptica sobre la que se eleva el obelisco de Domiciano

De los paisajistas holandeses y flamencos que trabajaron en Roma en distintas épocas de finales del siglo XVII y principios del XVIII, el más destacado es Caspar van Wittel. Su peculiar innovación consistió en consolidar la atención a la ciudad moderna en un tipo de paisaje que se conoce como veduta en lugar de centrarse, como habían hecho sus antecesores, en las ruinas de la Antigüedad clásica.

El grabado ejerció un papel fundamental en esta evolución, en particular en lo que se refiere a la representación panorámica de los emplazamientos urbanos.
Tras recibir formación en el taller de Matthias Withoos en Amersfoort, Van Wittel fue a Roma; hay documentación de su estancia ya en 1675.

Parece ser que sobre él influyó la obra del grabador flamenco Lievin Cruyl, que en 1667 publicó dos conjuntos de vistas romanas, que suponían un total de cincuenta planchas. Colaboró con el ingeniero hidráulico Cornelis Meyer, facilitando los modelos para tres grabados de plazas romanas que se incluyeron en una de las publicaciones de Meyer (1683 y 1685). Posteriormente, a partir de 1680, Van Wittel ejecutó varias vistas romanas al temple, en particular de plazas de la ciudad.

Su primera obra conocida de la Piazza Navona es una témpera fechada en 1688 (colección de la familia Colonna, Roma).

Además de centrarse en la ciudad moderna, Van Wittel representó sus vistas urbanas según los principios racionales de la visión y la construcción regular de la perspectiva. Podemos apreciar esto en varios dibujos preparatorios de grandes dimensiones que han llegado hasta nuestros días, que recalcan las ortogonales y un sistema reticular que garantiza la regularidad de la proporción y la recesión. Un dibujo preparatorio de este tipo de la Piazza Navona (pluma, tinta sepia y aguada gris), que incluye retícula y armazón de perspectiva, se conserva en la Biblioteca Nazionale de Roma.

Desde luego Van Wittel no trabajaba de manera aislada. Un lienzo de Antoon Goubau, pintado en Amberes en 1680 (Koninklijk Museum voor Schone Kunsten, Amberes) representa la Piazza Navona desde un punto de vista muy parecido al de la composición de Van Wittel. En un documento prácticamente contemporáneo, se menciona que al parecer había enviado dibujos de Roma al que había sido su maestro, Matthias Withoos, los cuales sin duda se habían divulgado ampliamente por los Países Bajos antes de que el propio artista los pasara a pinturas o grabados. Gommarus Wouters grabó la composición Piazza Navona de Van Wittel, que no se publicó en Roma hasta 1693.
El texto que acompaña el grabado de Wouters menciona la importancia para los especialistas en antigüedades de la plaza (que repite la forma del Circo Agonalis de Domiciano y se levanta en el emplazamiento que éste había ocupado) y de su remodelación por el papa Inocencio X Pamphili (m. 1655), que hizo de la plaza el centro de su mecenazgo artístico y, por lo tanto, la transformó.

Al elegir este punto de vista, Van Wittel da especial importancia a los tres proyectos arquitectónicos más relevantes de Inocencio X: la reconstrucción del palacio de la familia Pamphilij realizada por Girolamo Rainaldi (el edificio de la izquierda), la reconstrucción de la iglesia de Sant’Agnese in Agone, que llevó a cabo Borromini (en el centro a la izquierda) y la fuente de Los cuatro ríos de Gianlorenzo Bernini que se ve en el centro, delante de la iglesia, coronada por un obelisco.
Es posible que el grabado de Wouters tuviera el efecto de dar publicidad al tema, fomentando el deseo de obtener versiones pintadas del mismo. El lienzo que aquí comentamos es, con mucho, el más conocido. Data de 1699, año en el que al parecer Van Wittel fue a Nápoles invitado por el virrey español, el duque de Medinaceli, y allí estuvo dos años. La inscripción “ROMA” delante de la fecha sugiere que lo pintó antes de su marcha. Posteriormente ejecutó dos versiones más pequeñas, fechadas una en 1715 (Colección Chinni, Roma) y otra en 1720 (colección particular, Milán).
Aunque la obra de los pintores holandeses y flamencos de vedute se fundamenta en su tradición paisajista y la de los artistas italianos contemporáneos y sus sucesores se basa profundamente en la práctica de los decorados teatrales, el hecho de que haya un lienzo de Canaletto que reproduce casi exactamente el grabado hecho por Wouters a partir de la composición de la Piazza Navona de Van Wittel (en la colección de Sir Arundell Neave, Bart., Wexford, Irlanda, la última vez que se supo de él) sugiere que el gran artista veneciano estudió y adaptó la obra de su antecesor holandés.

4 Texto de Isabelle Cahn, conservadora jefe del Musée d’Orsay.

Las Notas son comentarios y referencias mías, indicados en cursiva.

Pierre-Auguste Renoir (Limoges 1841 – 1919 Cagnes-sur-Mer)

Campo de trigo. 1879

Óleo sobre lienzo. 50,5 x 61 cm

Colección Carmen Thyssen

El paisaje representa un trigal en los alrededores de Wargemont en Normandía, donde Renoir pasó varios veranos en la finca de su amigo y mecenas el banquero Paul Bérard.

Se trata de una obra de madurez, pero al igual que otros paisajes tempranos, pintada íntegramente al aire libre en una o varias sesiones. En ella, el trigal, los árboles de la izquierda, la ladera del fondo y el cielo están construidos a base de grandes masas de color claras y oscuras, pintadas con colores muy diluidos. Sobre ellas, pinceladas de distintos colores atrapan los matices de luz. Renoir pintó Campo de trigo en un momento en el que, debido a su temprano éxito, se vio obligado a aceptar numerosos encargos de retratos. Frente a ellos destaca por su simplicidad y su renuncia a toda anécdota o detalle pintoresco.

Al igual que su amigo Monet, Renoir consideraba que su verdadero estudio de pintor era la naturaleza y que la pintura al aire libre era la piedra angular del Impresionismo.

A lo largo de su vida realizó espléndidos paisajes, hallando en este género una gran libertad de inspiración y un especial deleite. La mayoría de estas vistas no iban destinadas a exposiciones ni respondían a encargo alguno. Lo que el artista pretendía era sencillamente captar la fulgurante belleza de la luz, la animada masa de la vegetación que se tiñe con todos los matices de la paleta, las aterciopeladas lejanías y los nacarados cielos. Quería trasladar al lienzo las sensaciones atmosféricas más inmateriales, pintar la belleza del aire y nada más.

La técnica impresionista, que consistía en cubrir rápidamente el lienzo con pinceladas de color, le resultaba idónea para pintar paisajes al aire libre y para plasmar las impresiones efímeras de los fenómenos atmosféricos. Renoir utilizaba colores muy diluidos, que denominaba “jugos” con el fin de captar el panorama en grandes volúmenes, claros y oscuros, haciendo caso omiso de los detalles descriptivos. Esta capa fina y fluida, que dejaba entrever parcialmente el fondo blanco de la imprimación, constituía la base sobre la que el artista trabajaba el cuadro, aplicando toques de colores más vivos. “Poco a poco, las pinceladas rosas o azules, y luego tierra de Siena, se iban mezclando en perfecto equilibrio”, cuenta Jean Renoir en Souvenirs, libro que trata sobre su padre. “… Al final, de la niebla surgía… el paisaje, casi como habría surgido de una placa fotográfica inmersa en el baño revelador”.

El trigal, que ocupa la mitad de la superficie de este lienzo, está tratado como una masa desenfocada, puntuada en varios lugares con toques de un blanco rosado que indican las espigas y con otros rojos y verdes. Un grupo de árboles da peso a la composición por la izquierda, mientras que los campos que quedan en sombra en último término abren la perspectiva en profundidad. Por un efecto de distorsión visual, los árboles de la loma se funden con el follaje de los que están plantados a orillas del trigal, trazando una línea horizontal casi continua que marca el límite con el cielo. Éste, coloreado con una gama pálida y delicada, sugiere un tiempo algo inestable.

Renoir pintó probablemente este trigal al aire libre, en los alrededores de Wargemont cerca de Dieppe, en Normandía, donde el artista veraneó en 1879 en la finca de los Bérard. Existe un paisaje de la misma época, muy próximo en cuanto a estilo y paleta, titulado Paisaje de Wargemont, en el que se observan las mismas pinceladas arrastradas que puntúan la composición con colores vivos. De estos paisajes pintados en un momento en el que de  Renoir, emana una gran serenidad. En ellos, la naturaleza se muestra bajo su aspecto más sencillo y bucólico: un trigal ya maduro, suavemente agitado por la brisa marina. Ningún detalle pintoresco, ninguna anécdota, perturban la majestuosidad del panorama.

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Arquitecto. Argentino/Español. editor. distribuidor de libros ilustrados

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